Durante la Guerra Civil Española, y por su situación estratégica, junto a la frontera con Francia, las estancias del castillo jugaron un papel clave en la conservación del patrimonio artístico del país. En el momento que empezó el conflicto bélico, el gobierno republicano, que estaba en Valencia, vio claro que había que enviar fuera de España las principales obras de arte de museos como el Prado para protegerlas de la guerra. Una comisión de expertos diseñó un plan para llenar 71 camiones de obras de arte con el objetivo de enviarlas a la Sociedad de las Naciones de Ginebra. De camino a Europa, los convoyes, custodiados por el restaurador del Prado, pararon en el Empordà y escondieron las obras en las minas de talco de la Vajol, en el Castillo de Sant Ferran de Figueres y, sobre todo, en Peralada. En el castillo estuvieron nueve meses, esperando el momento oportuno para atravesar la frontera, y durante estos meses en la cocina del palacio se restauró, por ejemplo, obras célebres como El dos de mayo de 1808 en Madrid, de Goya.
Los tesoros del Castillo de Peralada: un museo con 100 años de historia
La visita al castillo ampurdanés permite descubrir la impresionante colección privada de libros y obras de arte de la familia Suqué Mateu, que compró el complejo en 1923
PeraladaEl castillo de Peralada es una de las joyas arquitectónicas más emblemáticas del Empordà, famoso por sus dos torres imponentes y los jardines decorados con fuentes, cisnes blancos y plantas trepadoras. Considerado Bien de Interés Nacional, el complejo es propiedad de la familia Suqué Mateu desde 1923 y es el telón de fondo del festival de música clásica que lleva su nombre. También es la residencia particular de la estirpe, la sede de un casino de lujo y funciona como resort de cinco estrellas para la celebración de bodas. Igualmente, es un museo espectacular, donde se exponen al público los objetos, salas y la historia de la colección privada de la familia Suqué Mateu, reconocida mundialmente por su valor artístico.
La historia del palacio se remonta al siglo XIV, cuando los vizcondes de Peralada construyeron un castillo fuera muralla y cedieron una parte del terreno a los frailes carmelitas para que hicieran un convento anexo. En 1835, con la desamortización de Mendizábal, los frailes se fueron y la familia condal regresó a Peralada, hasta que el marqués heredero puso el castillo a la venta en 1923. Hace cien años compró todo el conjunto el empresario industrial Miquel Mateu i Pla, que en ese momento tenía sólo 25 años, para poder disponer de todo el espacio necesario para desarrollar su pasión por el coleccionismo. "El castillo debía vestirse y decorarse, por lo que empezó un trabajo para buscar mobiliario, pinturas y llenar la biblioteca, al estilo de la museografía de la Cataluña del siglo XX, que hoy se conserva y se expone en su lugar original", explica Susana García, técnica de conservación del Museo Castell de Peralada. Éstas son cuatro de las salas más importantes de la visita, cuyo precio es de 10 euros.
1.000 'Quijots' en 33 lenguas
La biblioteca del castillo es impresionante. Con un suelo ajedrezado en blanco y negro, tiene dos pisos de vitrinas de madera donde se exponen cerca de 100.000 volúmenes de gran valor, abiertos a consulta para investigadores académicos. Miquel Mateu –que después fue el primer alcalde franquista de Barcelona entre 1939 y 1945 y presidente de la Caja de Pensiones de 1941 a 1972– era un gran bibliófilo y, al adquirir el palacio, llenó las baldas de la biblioteca comprando miles de libros con características particulares. Destacan manuscritos, pergaminos, ejecutorias de nobleza y hasta 200 incunables, con clásicos de Aristóteles, Cicerón, Ovidio o Claudio Ptolomeo, de quien se expone una Cosmographia con mapas en color a doble página impresos en el siglo XV. Y, por encima de todo, es famosa la extraordinaria colección cervantina, una de las más importantes del mundo en el ámbito privado, que reúne hasta 5.000 títulos de Don Quijote, en un millar de ediciones distintas, traducidas a 33 lenguas.
La colección más importante del Estado
El otro gran puntal del museo es la colección de vidrio, la más relevante de todo el Estado. Reúne más de 2.500 piezas, desde el Egipto faraónico hasta el siglo XIX, hechas de vidrio opalino o esmaltado, provenientes de las manufacturas de Bohemia, Murano o Granja de San Ildefonso. Se encuentran objetos cotidianos y de decoración, como copas, biberones, frascos de perfume, destetadores, canastas o bastones, de todas las formas, tamaños y estilos. En esta misma sala, en la pared, también se expone una colección de 1.500 ejemplares de cerámica y baldosas, casi todas de producción española, de entre los siglos XIV y XIX, así como una muestra de numismática exhibida en las paredes vitrinas.
Templo gótico con pinturas en las capillas
La iglesia y el claustro del convento pegado al castillo son de tradición gótica y por sí mismos ya merecen la visita. El templo, donde se realizan algunos de los conciertos del festival música, es de una sola nave, con capillas laterales y cobertura de madera de la orden mendicante. En el altar mayor se muestra el tapiz Amor divino, hecho sobre un cartón de Rubens en el siglo XVII y un capitel medieval del Maestro de Cabestany, proveniente del monasterio de Sant Pere de Rodes. En las capillas se encuentran algunas de las pinturas más valoradas de la colección de Mateu, como el Cristo atado a la columna de Hans Memling, la Virgen de Granada de Petrus Christus II, la Virgen de la leche del taller de Pedro Pablo Rubens y el Entierro de Cristo, que forma parte del armario de las reliquias de la catedral de Burgos.
Los coches de lujo, insignia de la familia Mateu
Más allá de su gusto por el arte y la cultura, la familia Suqué Mateu también está ligada a la industria automovilística de lujo. Damià Mateu, padre de Miquel Mateu, impulsó en 1904 la marca de automoción Hispano-Suiza, junto al ingeniero suizo Marc Birkigt. Durante la primera mitad del siglo XX sus coches de carreras consiguieron récords en competiciones de velocidad y los modelos deportivos causaron furor entre personajes como Picasso, Einstein y Luis II de Mónaco. Actualmente la firma, ahora bajo la dirección del bisnieto del fundador, todavía funciona y ha lanzado dos nuevos proyectos de alto standing. En el museo de Peralada hay una sala que cuenta esta historia, con modelos y planos de los coches. "Es importante la presencia de la Hispano-Suiza en el museo porque es un puntal del patrimonio industrial catalán, y aunque se le perdió la pista durante muchos años, marcó un antes y después en Cataluña y España", explica Susana García .