El baloncesto, el antídoto inesperado de la heroína, el sida y el hacinamiento
Un grupo de presos varios centros rememora un partido del CB Libertad, un símbolo de la reinserción social de los años 80
BarcelonaLas prisiones de los años 80 eran muy distintas a las actuales. La droga y las enfermedades infecciosas formaban parte de la normalidad en centros penitenciarios masificados. Cuando su gestión se trasladó a la Generalidad (1984), uno de los objetivos fue buscar herramientas para acentuar la inclusión social de los internos. El baloncesto sirvió de excusa para construir y reforzar relaciones de solidaridad, de compañerismo y también de esfuerzo y superación.
"Cuando se hizo la transferencia, Cataluña se encontró con unas instalaciones muy precarias. Las condiciones de vida eran muy duras. Era la época de la heroína y el sida. Los centros estaban superpoblados. La vida en los centros penitenciarios era muy dura y los servicios se limitaban a asegurar la seguridad. Los responsables intentaron mejorar la calidad de vida de las personas que estaban privadas de libertad para humanizar el sistema", explica José María Montero, director general de Asuntos Penitenciarios.
En 1986 la dirección general de Instituciones Penitenciarias y la Federación Catalana de Baloncesto acordaron introducir el baloncesto para reducir el comportamiento sedentario, promover la actividad física y mejorar el bienestar emocional de la población penitenciaria. La actividad se llevó a cabo en Wad-Ras (mujeres), Trinidad (jóvenes) y, de forma más regular y continuada, en la Cárcel Modelo de Barcelona. El Centro Cultural La Model fue el escenario de un emotivo partido que reunió a diferentes internos de las prisiones de Can Brians 1, Quatre Camins, Puig de les Basses y de Joves para recrear los enfrentamientos de sus predecesores.
El CB Libertad se convirtió en un símbolo de reivindicación de una población muy estigmatizada. Uno de sus entrenadores fue Rafael Elies. "Las primeras veces que iba al centro iba con respeto, pero poco a poco construimos un proyecto muy interesante. Los internos estaban encantados de la vida, ya que algunos no habían salido de la Modelo en 4 o 5 años", recuerda el técnico. Una de las grandes estrellas a las que entrenó fue Jesse James Wotten, que fue capaz de sumar 62 puntos y 21 rebotes en un partido.
Uno de los jugadores que participaron en el partido del jueves fue Alejandro, un interno de Quatre Camins que juega habitualmente a baloncesto. "Desde que era un niño que practico este deporte. Ahora me sirve para mantener una buena condición física. Cuando salga en libertad, me gustaría hacer el curso de árbitro, ya que cada vez soy mayor y voy perdiendo facultades", dice . Actualmente, el 62,6% de los internos y el 52,4% de las internas practican deporte al menos una vez por semana.
"Día a día saludable"
"El deporte y los valores que transmite ayudan a traspasar barreras. El proyecto de colaboración que tenemos está más vivo que nunca, pero queríamos hacer valer el trabajo que realizaron sus impulsores. Desde hace más de 40 años el baloncesto y la justicia van de la mano para conseguir que el día a día de los internos sea más saludable. Nosotros creemos firmemente en la integración social", recuerda Ferran Aril, presidente de la FCBQ. El organismo, a través de la Fundació del Bàsquet Català, ha organizado una exposición que recupera mucha información de la época.
Uno de los voluntarios que participaron en la implantación del proyecto es Ignasi Anglarill. "La aceptación que tuvo el proyecto fue muy buena. Primero competíamos entre galerías, pero después acabó provocando la organización de distintos partidos fuera de los centros penitenciarios. Incluso se disputó un partido contra la selección catalana de aquella época", avanza.