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Cómo el Barça se ha alejado de la excelencia futbolística

La plantilla más bien pagada de los últimos años en Europa es la que acumula los fracasos más sonados en el último lustro en la Liga de Campeones

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Albert Nadal
5 min
Cruyff, Messi y Guardiola

A pesar de que las urgencias económicas marcan una buena parte de la agenda de los tres candidatos a la presidencia del Barça, el proyecto deportivo es uno de los pilares fundamentales del club y también necesita una profunda reestructuración para recuperar el liderazgo perdido. En los últimos años del mandato de Josep Maria Bartomeu la parcela futbolística se ha visto muy castigada. Aquel equipo que un día tocó el cielo llegando a llenar el podio del Balón de Oro con tres futbolistas de la casa –Messi, Xavi e Iniesta– ha ido involucionando hasta encajar dolorosas derrotas en el olimpo del fútbol europeo, la Champions, durante estos últimos cinco años. No es solo el hecho de perder, sino también cómo se ha perdido.

Bartomeu, que se impuso con mano de hierro a las elecciones de 2015 gracias a un triplete liderado por Neymar, Suárez y Messi, los tres en la plenitud de su carrera, acabó el mandato dimitiendo antes del juicio que habría supuesto afrontar una moción de censura. El entonces presidente se fue por la puerta trasera tragado por la destrucción de lo que había sido su propio eslogan electoral: ya no quedaba ni triplete ni tridente. 

Durant el último lustro de gestión en el Barça, el desmadre en el primer equipo (y también en La Masía) ha sido constante. Destituciones y dimisiones de secretarios técnicos utilizándolos como cabezas de turco: Andoni Zubizarreta, Robert Fernández y Éric Abidal. Y también la dimisión de Pep Segura, que llegó al club en medio de la controversia sobre si sus criterios encajaban con la manera de entender el fútbol del Barça. Cuando el mánager deportivo de fútbol fue señalado, las discrepancias entre los directivos del área de fútbol comportaron la dimisión de Jordi Mestre, primero, y del mismo Segura, pocos días después. Bartomeu, cada vez más presidencialista, absorbió entonces la vicepresidencia deportiva que dejaba vacante su amigo Mestre.

Todo ello continuó con el despido de malas maneras de Ernesto Valverde, que nunca tuvo una mala palabra pública hacia el Barça. Mientras se cocinaba la destitución del técnico extremeño, se coqueteó a escondidas con otros entrenadores y se acabó fichando a Quique Setién, superado por las circunstancias. Todas estas idas y venidas a lo largo de los últimos años han debilitado un equipo que anda sin un rumbo futbolístico claro y que ahora mismo vive muy alejado de la grandísima herencia deportiva que supuso la etapa en el banquillo del tándem que formaron Pep Guardiola y Tito Vilanova.

El último en coger las riendas del conjunto azulgrana ha sido Ronald Koeman, un entrenador a quien Bartomeu ya había querido seducir cuando sustituyó a Valverde. Pero entonces el técnico neerlandés estaba inmerso en la preparación de la Eurocopa con la selección de los Países Bajos.

Koeman, icono azulgrana especialmente querido por ser el autor del gol en la final que dio al Barça su primera Liga de Campeones, ha aterrizado al club con el principal encargo de abordar una reestructuración que hacía tiempo que tendría que haber llegado, tal como la deriva en el juego y los resultados de los últimos años evidenciaban.

Bartomeu y Koeman

De Figo a Neymar

Desde la marcha de Neymar al PSG el verano de 2017, la plantilla del Barça se ha ido debilitando progresivamente. Como ya pasó con el paso de Figo al Real Madrid, el Barça acudió al mercado cargado de billetes y la transición, a pesar de que entonces fue mucho más dura que después de la fuga del brasileño a París, ha empobrecido rotundamente el equipo. El Barça de hoy vive atrapado en una incongruencia hiriente y feroz: la plantilla más cara de Europa es la que acumula más fracasos en el último lustro en la Liga de Campeones.

Desde que el club recibió la inyección de más de 200 millones de euros que supuso la despedida de Neymar, los tres últimos grandes fichajes que han superado los 100 millones de coste han dado un rendimiento muy por debajo de las expectativas. La aportación hasta ahora de Dembélé, Coutinho y Griezmann queda muy lejos tanto de lo que costaron como de lo que cobran. Ni el extremo francés, ni el centrocampista brasileño ni el ex del Atlético de Madrid han acumulado suficientes méritos para cambiar lo que Messi verbalizó meses antes de hacer público que quería dejar el Barça y que fue un baño de realidad crudo: “Con esto no nos alcanza”. 

Ter Stegen encajando un gol contra el PSG esta temporada

El Barça que vendrá

La lección de los últimos años invita, o más bien exige, a reconducir el Barça hacia el modelo futbolístico del juego de posición –y todo el trabajo y la exigencia que comporta–, con que, sin ser ni los más fuertes ni los más altos, el equipo azulgrana llegó a maravillar con su fútbol. Sin querer imitar hitos del pasado, porque esto podría generar una espiral de frustración, hay un amplio consenso para devolver al Barça su identidad y cultura futbolísticas, las que más éxitos han supuesto. Y para dejar atrás lo que en los últimos años han sido meros eslóganes publicitarios ("El balón nos hace más", con Nike), mientras la realidad era que futbolistas como Paulinho y Arturo Vidal eran ejes centrales.

Ante el hito de volver a construir un club grande y respetado en la élite futbolística europea, la aspiración general es recuperar la esencia del juego, lo que pocos dudan que pasa por una línea de trabajo y de comunicación unificada en La Masía. Extrabajadores del plantel como Joan Vilà, padre deportivo de Xavi, y Albert Benaiges, padre deportivo de Iniesta, han denunciado estos últimos años que faltaba una línea a seguir que fuera transversal, que fuera desde los jugadores de las categorías inferiores hasta los juveniles y el filial, los dos últimos escalones antes de hacer el salto al primer equipo. Esta ausencia generó un mensaje confuso, tanto para los trabajadores del fútbol formativo como para los mismos jugadores y sus familias. 

Andrés Iniesta, Leo Messi y Xavi Hernández coparon el podio del Balón de Oro el año 2011

Parece una buena noticia para el futuro del club que, con todos sus matices y discrepancias, las tres candidaturas que lucharán el 7 de marzo para ser escogidas han optado por un discurso que defiende recuperar el peso de La Masía. Los tres candidatos coinciden en la idea que el plantel y, en consecuencia los futbolistas formados en la casa, tienen que recuperar su influencia. La historia es terca a la hora de mostrar que, cuando mejor han funcionado las cosas, ha sido con una buena base de futbolistas de la casa en el primer equipo.

Durante las etapas de éxito de Johan Cruyff y de Pep Guardiola en el banquillo azulgrana, la mirada y la presencia de los jugadores formados en la casa fue dogmática. Un futbolista con una cultura de juego muy alejada de la que se practicaba en el Barça como Javier Mascherano lo sintetizaba en una entrevista en el ARA : “Los que llegamos de fuera en mi momento tuvimos la suerte que el equipo tenía siete jugadores titulares que habían salido de La Masía. Y de aquellos siete futbolistas, cinco eran los mejores del mundo en su posición. El Barça juega a otra cosa, es más que un club y tiene un modelo que se tiene que respetar. Antes era más fácil adaptarse porque solo tenías que entrar en una cosa que ya funcionaba”. 

El futuro a corto plazo también estará determinado por la decisión final de Leo Messi, hilo conductor del relato ganador de las últimas dos décadas del Barça. Si su decisión es quedarse, tal como también quieren los tres candidatos a la presidencia, puede ser el mejor maestro para acompañar a jóvenes con un futuro alentador como Ansu Fati y Pedri. Tal y como Ronaldinho lo fue para el argentino.

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