El Barça vive dentro de una burbuja de euforia (1-6)
El equipo de Koeman sigue persiguiendo al Atlético después de sumar la novena victoria consecutiva fuera de casa al hacer añicos a la Real Sociedad
BarcelonaLa euforia se ha apoderado del Barça. El mismo equipo que no hace tanto andaba por los terrenos de juego con la cabeza baja, escondiéndose de las miradas inquisitorias de los demás, ahora sale a jugar desafiante, a punto para hacer añicos a los rivales con goleadas que llevan el aroma de otras épocas. Ganar fuera de casa ya se ha convertido en una rutina para el equipo de Koeman, que sigue persiguiendo en la clasificación a un Atlético de Madrid que da la sensación de ser un animal herido. A pesar de que se impuso al Alavés, el equipo de Simeone lo hizo perdiendo dos años de vida, de tantos sufrimientos. El Barça, en cambio, parece cada vez más joven, con más energía, como si fuera uno de esos amigos que tienen más cuerda que nadie. Cuando otros ya buscan el camino de la cama después de una larga noche de fiesta, él sigue bailando. En San Sebastián, en ningún momento dudó de su triunfo. Ni siquiera cuando Ter Stegen tuvo que hacer dos paradas de mérito. Con el triunfo en San Sebastián ya son doce victorias en los últimos trece partidos. La persecución al líder continúa (1-6).
Una vez se prueba la victoria, puedes embriagarte. Y este Barça quiere ir de fiesta en fiesta y alargar un estado de euforia un poco irreal, puesto que el equipo ha quedado eliminado de la Champions y en la Liga todavía tendrá que remar. Pero cuando el viento sopla a favor, poco importa. Se trata de soltarse ahora que la suerte te sonríe, cuando no hace tanto giraba la espalda al equipo de Koeman. En San Sebastián había tantos motivos para celebrar, que daba igual el resultado del Atlético. Había que celebrar el aniversario de Koeman, Jordi Alba y Griezmann. Y, de paso, poner la guinda al pastel con el que se celebraba que Messi ya es el futbolista en solitario con más partidos con el primer equipo azulgrana. El argentino, claro, lo quiso celebrar con dos goles y con asistencias. Y con una sonrisa de oreja a oreja que anima a los barcelonistas. Entre que Laporta se ve capaz de hacerlo quedar y ver al argentino disfrutar sobre el césped, la posibilidad de tener un final feliz también en el caso que empezó con un burofax parece cada vez más cerca.
El Barça que necesitó los penaltis para derrotar a la Real Sociedad en las semifinales de la Supercopa y el que terminó el trabajo antes del descanso en el Reale Arena parecen las dos caras de la misma moneda. La tragedia y la comedia. El yin y el yang. Uno era inestable, blando y triste. El Barça de ahora confía en poder ganar dos títulos. Ha encontrado el equilibrio, tanto el táctico, con la defensa de tres hombres, como el anímico. Todo parece haber encontrado su orden, en el Barça, a pesar de que tenga una plantilla descompensada, sin un delantero centro y con pocos centrales. También la estabilidad ha llegado al palco, puesto que el partido de San Sebastián no dejaba de ser el primero desde el octubre pasado con un presidente electo, votado por los socios. Koeman, por tercer partido consecutivo, no cambió el equipo. Y esta estabilidad permite hacer crecer a jugadores como Sergiño Dest, convertido en un extremo autor de dos goles, y reforzar la autoestima de Griezmann, que el día que soplaba velas marcó el gol más importante, el que abría la lata después de un inicio bastante igualado en el que la Real Sociedad se colgaba de las barbas del Barça con sus ataques verticales. Pero tocando la pelota con cuidado, como si fueran malabaristas, Busquets, Messi y Alba encontraron los espacios necesarios para permitir a Griezmann, después de un rechazo de Remiro, hacer el primer gol. El segundo no tardó en llegar, con Messi empoderando al norteamericano Dest.
Este es el nuevo rol de Messi, convertido en la figura protectora de una nueva hornada de jóvenes, como el omnipresente Pedri, Mingueza, Moriba y Dest. La Real Sociedad, con un montón de bajas, sabía que su destino ya estaba escrito. Y la segunda parte no tuvo mucha historia una vez el equipo de Koeman, en dos latigazos, hizo dos goles más. Un segundo de Dest y otro de Messi, que tocó la pelota con la misma delicadeza con la que mimas el pelo de la persona que quieres. El trabajo estaba terminado, a pesar de que Dembélé no paró hasta hacer su gol, para alejar los fantasmas de sus errores en París. Uno de los desplazamientos más complicados se había convertido en una fiesta para celebrar cumpleaños, la buena racha de resultados y los hitos de un Messi que cerró la fiesta con un último gol precioso, después de una jugada colectiva en la que estaba rodeado de jóvenes con un montón de futuro. La primavera ha llegado al Barça.
Koeman, de hecho, pudo dar descanso a unos cuantos jugadores al dar minutos a más jóvenes justo antes de una parada de selecciones en la que podrá comer con calma con Laporta para hablar del futuro. El presente no pinta mal, de momento. Jugando así, la Liga está más viva que nunca. Y el Barça ya no rema contra la corriente. Todo lo contrario.