Fútbol

El Barça se hunde en sus propias miserias

El conjunto azulgrana deja escapar la remontada ante el Villarreal tras darle la vuelta a dos goles en contra (3-5)

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Araujo y Bailly, en la acción del 3-2

BarcelonaSer del Barça es una montaña de emociones en la que demasiado a menudo sale cruz. Que le cuenten a la afición, que ha firmado una de las mejores entradas de la temporada en el regreso del fútbol a Montjuïc (46.229). Hacía un mes que el Barça no jugaba en casa, desde el 20 de diciembre, contra el Almería. Los seguidores, con una actitud encomiable, animando desde el primer minuto, y espetándonos algunos silbidos a las puertas del descanso, han transitado por todos los estados de emoción posibles en duelo delirante ante el Villarreal (3-5). Se ha pasado de la entrega inicial de la gente, casi diciéndoles a los jugadores ya Xavi que les perdonan, que sólo querían ver algo de buen fútbol, ​​a transitar por el éxtasis de lo que parecía la enésima remontada, pero terminando con un final autodestructivo. El miércoles el Barça se despidió de la Copa, hoy ya puede decir adiós en la Liga. El objetivo realista es quedar entre los cuatro primeros.

Éste es un Barça fiado a la fe. Si sale cara, como en el campo del Betis, la autoestima del equipo parece reforzada. Si sale cree, como hoy, todo es un despropósito. Es el pan de todos los días de esta temporada. El equipo falla tanto, comete tantos errores, que no tiene ni un solo partido tranquilo. No será un curso de alegría, sino un año marcado por los errores. Algunos de ellos grotescos. Delirantes. Como el del cuarto gol del Villarreal, el más doloroso, que tiraba a la basura la remontada.

Hoy sale en la foto de los goles encajados Christensen, una sombra del gran central que fue el pasado curso. El danés se ha disparado en el 0-1 de Gerard Moreno. También João Cancelo, que volvía tras superar su lesión, y que ha regalado el 0-2 a un ex azulgrana como Ilias Akhomach. Ha sido un fallo incomprensible. Falló en el control y dejó solo el veloz extremo del Villarreal, formado en La Masia. Y, al final, también salen en la foto Iñaki Peña y casi toda su defensa.

Las caras nuevas del banquillo no son suficientes

El Barça ha intentado reavivar, con la entrada de caras nuevas desde el banquillo. Ferran, que falló una ocasión clara, estaba siendo uno de los motores de una remontada que quedaría en nada. En algunos momentos, el valenciano había contagiado a todo el equipo con su energía. Así se ha salido de la apatía del 0-2 que mandaba en el marcador en el minuto 60, en el 3-2 en poco más de diez minutos. El primero en creer ha sido Gündogan, con un remate ajustado cuando se cumplía la hora de partido. Luego Pedri, recogiendo un rebote desde la frontal. El tercero llegaría en propia portería, con el gigante Araujo intentando rematar pero con Bailly siendo quien enviaba el balón al fondo de la red.

Eran los minutos en los que más animado estaba el Barça, con su corazón herido volviendo a latir orgulloso. Pero lo peor aún estaba por llegar. El desenlace sería cruel. De Vitor Roque pudiendo firmar la sentencia ante Jörgensen, se ha pasado al 3-3 de Gonçalo Guedes. Los valencianos han marcado en un contragolpe que se pudo parar con una falta. Es injusto cargar las culpas en el ariete brasileño de 18 años, pero de momento vive enrolado entre ocasiones falladas y suplencias. Parece que lleve la llufa. Pero es una víctima más de un Barça tan débil, tan negado, en el que todo lo malo parece contagiarse.

El empate amarillento era una puñalada directa en el corazón del Barça y de la afición. Pero aún quedaban algunos minutos por intentar de nuevo la remontada. El partido era un correcaminos, con las pulsaciones alteradas y los nervios a flor de piel. Así, ante un Villarreal con dificultades para construir fútbol, ​​pero con futbolistas talentosos para enseñar los colmillos al contragolpe, llegaría un final cruel para un Barça que se hundiría en sus miserias.

Protagonismo de Munuera Montero y del VAR

Los amarillos han sabido oler la sangre en el jolgorio del Barça, animado al ataque, pero desnudo en defensa. Los últimos actos de fe fueron un remate de Kounde, que envió un rebote a las nubes, y un cabreo descomunal de la afición, de los jugadores y de Xavi por un penalti por manos (le toca en el codo) de Comesaña. Munera Montero le ha anulado cuando le ha ido a ver al monitor. Xavi es quien más lo ha protestado.

En la primera mitad, se habían anulado dos goles en el Villarreal, uno en Baena por un claro fuera de juego y otro en Gerard Moreno por un fuera de juego de Sorloth mucho más dudoso, no porque no fuera de juego, sino porque el ariete noruego obstruye a Araujo, pero no parecía que el uruguayo pudiera salvar la jugada. Entre el partido y las acciones arbitrales, ha sido una noche delirante en Montjuïc.

Con el 3-3, el Barça se ha descosido, entregado locamente al ataque y desnudo a la defensa. Sorloth, primero, en una jugada llena de errores defensivos, ha firmado el 3-4 en el tiempo añadido. A la desesperada, cuando quedaban apenas un par de minutos, se buscó un empate que nunca llegaría. Por el contrario, Morales ha derrumbado al Barça endosándole la manita. Día negro en Montjuïc. Uno más.

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