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"Desde el Barça-PSG acepto que me llamen 'tribunero'"

El ARA recuerda la noche de la remontada mágica con algunos aficionados que se lo perdieron porque se marcharon del campo en el minuto 85

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Sergi Roberto celebrando el gol que clasificaba al Barça ante el PSG en la Champions.

Barcelona"Si me volviera a encontrar en el mismo caso, marcharía del campo diez minutos después del final. No fuera que volvieran a salir de los vestuarios y hicieran otro gol", dice Ferran (1994), aficionado de Osona del Barça, reviviendo el 6-1 del Barça en el PSG, en el 2017. Aún estudiaba y quería evitar las colas en la estación de metro de Collblanc: salió del Camp Nou en torno al minuto 85, como tantos otros, con un 3-1 en el marcador. Porque pensaba que culminar la remontada era imposible.

El 4-1, de Neymar, cayó en el 88'. Ya estaba en la calle: "Desde fuera sonó como si se hundiera el campo". Corrió buscando un bar. Lo encontró, vio la repetición y reanudó el camino hacia el metro. Fue salir del bar y entrar de nuevo: Neymar había hecho el 5-1. Y ahí llamó el 6-1 final, obra de Sergi Roberto en el 95, entre la alegría de la remontada y la rabia de no haberla presenciado en directo. "No sentía un punto de rabia. Sentía muchos puntos de rabia", matiza riendo a las puertas de un nuevo capítulo de esa nueva rivalidad.

Gil y Adrià, de 1991, vivieron un caso similar. Hicieron la previa en un bar de los alrededores y fueron a tribuna. "Desde ese día acepto que me digan tribunero", contesta el primero. No pudieron sentarse juntos, como de costumbre, porque el Camp Nou estaba lleno hasta la bandera. Vieron el partido desde sus sillas, en segunda y tercera gradería. Iban comentándolo por WhatsApp. "Llegamos al descanso encigalados. La sensación era: «Venga, que lo haremos»", dice Adrià. Messi marcó el 3-0 en el minuto 50.

Pero Cavani enterró casi toda esperanza en el 62, con el 3-1: el Barça necesitaba tres goles más. "Allí pensé que ya era imposible", añade. le dije que yo iba tirando porque no lo veía nada claro y estaba cabreado, y pensé que así llegaría más temprano a casa y me pasaría la mala leche antes. Debió de ser el minuto 80", asegura. Se marchó solo, sin esperarse. El 4-1 le enganchó a medio camino entre el estadio y la calle, entre los accesos y las puertas. El 5-1, tres minutos después, en el 91, ya en la calle Corrió en busca de un bar. que Messi, también resignado, le dejara la pelota a Neymar para chutarla. Podía haber vuelto hacia la grada, pero siguió caminando hacia fuera. disparado y entré en el primer bar que encontré. Nunca había estado allí. Cuando entré vi a Adrià". No se habían dicho nada. La casualidad les reunió y permitió que vivieran juntos el 6-1.

"Eso no se lo puedes contar a nadie"

"Saltamos y gritamos como unos tontos. Nos pedimos un gintónic y nos lo bebimos mientras decíamos que éramos unos capullos, unos vagos, un desastre, y celebrábamos la remontada", rememora Gil. Adrià habla de "locura absoluta", "emoción absoluta", "euforia extrema". De cervezas que volaban por encima de las cabezas, de abrazos con gente desconocida. Recuerda bien la alegría y también la rabia. pasado, son de esos días. Di carta blanca a todo el mundo para que se jodiera de mí. Debemos aceptar cuando nos equivocamos, la gente debe poder hacerlo". "Irá con nosotros toda la vida, eso, y no podremos quitárnoslo nunca. Pero pasamos", afirma feliz.

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