El boom de Gerard Martín desde un Seat Toledo destartalado
El lateral del Barça jugaba hace dos años en el Cornellà mientras estudiaba ADE en Igualada
BarcelonaPara Hansi Flick, la lesión de Alejandro Balde es mucho más sensible que la de Robert Lewandowski. De cara a la final de Copa de este sábado en Sevilla ante el Real Madrid (22 horas, TV3), el entrenador azulgrana tiene más efectivos y más variantes tácticas para sustituir al goleador polaco que para llenar el vacío en el lateral izquierdo. Para el primer inconveniente, puede colocar a Ferran Torres en punta, sorprender con Dani Olmo de falso nueve e incluso hacer participar a Pau Víctor o Ansu Fati. Sin embargo, para la segunda necesidad tiene menos abanico de soluciones. Puede dar continuidad en el experimento a pierna cambiada con Héctor Fort, uno de los futbolistas que menos minutos ha tenido esta temporada, o confiar en Gerard Martín, una apuesta personal aparecida casi de la nada.
Si Flick es coherente con las decisiones que ha tomado durante toda la temporada, será este joven nacido en febrero del 2002 quien se las verá con Rodrygo Goes, Brahim Díaz o Lucas Vázquez por la banda. Una empresa exigente y apasionante a partes iguales para un joven que hace un año tenía objetivos mucho menores. Sin presencia en los planes de Xavi Hernández en el primer equipo, luchaba por subir a Segunda División con el Barça B, la misión por la que había sido reclutado en el verano del 2023. Sus oponentes no eran el Madrid ni el Inter de Milán, sino la Ponferradina o el Córdoba, verdugo en la final para el ascenso. En el Nuevo Arcángel compartió frustración con Casadó y Pau Víctor, dos compañeros que hoy también aspiran al triplete, y también con los familiares que le acompañaron en la grada. Diez meses después de esa fatídica verbena de Sant Joan, 22 personas de su entorno más íntimo estarán en la Cartuja con la esperanza de verle levantar la Copa. Carpe Diem.
Formará parte de la expedición Arnau Martín, hermano gemelo de Gerard y testimonio privilegiado de lo que implica verle jugando en el primer equipo del Barça. "Nos lo podíamos imaginar haciendo la pretemporada, pero de ninguna manera que fuera una opción para ser titular en la final de Copa", admite Arnau en conversación con el ARA. La realidad ha superado las expectativas en la casa que los dos hermanos todavía comparten con sus padres en Sant Andreu de la Barca. "No entiendo por qué en Wikipedia dice que Gerard es de Esplugues. Nacimos en Barcelona y con cinco años o así fuimos hacia Sant Andreu!", asegura Martín, que presume de la naturalidad con la que su hermano lo lleva todo: "Salimos con la gente de siempre, hacemos los mismos planes y la única diferencia es que ahora". De momento, la fama no le obliga a alquilar reservados para cenar con sus amigos.
"Podría trabajar de lo que quisiera si no jugara en el Barça"
Y es que, a diferencia de otros jóvenes del primer equipo como Lamine Yamal, Balde o el propio Héctor Fort, todos ellos amantes de la moda y la peluquería, Gerard Martín se esfuerza por pasar desapercibido. No luce tatuajes, no explota su imagen más allá del rectángulo de juego y sólo conduce al coche que el club le pone a disposición. "¡Aún recuerdo cuando íbamos a Igualada a la uni con el Seat Toledo hecho caldo de su abuelo!", explica Miguel NS, amigo de la familia y excompañero académico. La estampa es de hace poco, cuando el hoy lateral azulgrana entrenaba por las mañanas con el Cornellà y asistía por las tardes al centro que la Universidad de Lleida tiene en la capital del Anoia. Cursaba administración y dirección de empresas (ADE), unos estudios que ahora ha dejado en standby porque quiere priorizar el fútbol. Pese a que en casa le animen a tener un plan B en la vida, Gerard ha subido de lleno al tren de la ilusión. "Se quitó el bachillerato social con buenas notas, pero él siempre ha querido ser futbolista", sentencia Arnau.
En el vestuario del Barça comparten la sensación de que Martín, que ha participado en 32 partidos oficiales y ha marcado un gol, se ha ganado Flick a base de esfuerzo, dedicación y humildad. "Gerard camina por donde otros flotan", valoran desde la Ciudad Deportiva Joan Gamper, donde remachan que el defensa barcelonés "podría trabajar de lo que quisiera si no fuera futbolista". Sea como fuere, ya pesar de sus limitaciones, se ha apuntado al tramo definitivo del curso con la tranquilidad que le caracteriza. "Lee las críticas a las redes y ¡ni se inmuta!", exclama Miguel. Hace 16 años vibraba con el primer Barça de Pep Guardiola junto a su hermano Arnau desde la tribuna del Camp Nou. Ahora, con 23 años cumplidos en febrero, quién sabe si él será uno de los héroes de un nuevo triplete.