El cinismo de Ancelotti y el error de Xavi

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Carlo Ancelotti, entrenador del Real Madrid

BarcelonaDesde que Florentino Pérez es su presidente, no recuerdo ningún tropiezo del Real Madrid por culpa propia. Siempre han sido los demás. Sobre todo, los árbitros. O los del campo o los del VAR. Y si no, la pandemia. O el césped helada. O las lesiones. O porque jugaban contra clubs-estado. En Chamartín envuelven cada empate o derrota con un relato interesado que lo justifique y el club tiene todo un ejército de medios afines dispuestos a reproducirlo sin quejarse. No es algo nuevo, pero conviene recordarlo de vez en cuando.

Duele en las orejas escuchar a alguien como Carlo Ancelotti, una persona que se ha ganado un prestigio y un nombre en el mundo del fútbol, ​​entrando en el juego de justificar lo que es injustificable. ¿Que los árbitros se equivocan? Claro, como todo el mundo. Pero de ahí a montar una campaña arbitral ante el Real Madrid existe un mundo. ¿De qué se queja el Madrid, en Sevilla? ¿De un posible penalti a Vinícius? Es el mismo penalti que comete cada semana Carvajal sin que los colegiados le penalicen. En cambio, ¿la pisada de Bellingham en la rodilla de Rakitic? Como si no hubiera existido: no aparece en ningún resumen oficialista.

Ancelotti habla de libertad de expresión de una manera perversa. Pone en la misma balanza dudar de una acción concreta y los vídeos que emite sistemáticamente Real Madrid TV. Una cosa es discutir si una jugada puede ser o no punible, y la otra ha acabado siendo un ataque sistemático a la honorabilidad de los árbitros por parte del medio oficial del club. En cualquier país serio, lo que hace el Madrid con su televisión habría sido objeto de denuncia y sanción. Aquí nadie dice nada, no sea caso.

El caso Negreira, como el Villarato en su día, han sido excusas de mal pagador para dar algo de consistencia a estos relatos malintencionados y diabólicos. Por eso, Xavi Hernández se equivoca cuando encuentra "comprensible que el Madrid se queje si se ha sentido perjudicado". Hablaba sin malicia, puesto que él también se queja y protesta cuando no está de acuerdo con alguna acción en concreto. Pero en ese contexto actual, en esta guerra entre el Madrid y los árbitros, sus palabras sirven de carnaza para la central lechera. En un ecosistema donde la verdad ha pasado a un segundo plano, en Madrid acabarán diciendo que incluso el entrenador del Barça les ha dado la razón.

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