El don que convierte a Pedri en un jugador tan especial
El Barça necesita futbolistas que no pierdan el balón y que se lo queden, pero con sentido
BarcelonaPau Cubarsí, fascinante como de costumbre, se llevó el premio al mejor jugador del partido. Quizás sorprendió. La cuestión, en este caso, es que ya han dejado de ser noticia sus maravillosas actuaciones. Creativo con la pelota en los pies, atento y concentrado sin ella, y siempre con ese punto de tensión, tanto a la hora de realizar los pases como a la de intervenir en duelos defensivos, que lo hacen un central completísimo a su tierna edad . Pero dentro del buen partido colectivo del Barça también destacó la finura de Pedri González y, esa sí, es una noticia significativa. No porque no lo hubiera exhibido en otros momentos, sino porque como ocurre a menudo en cuanto algún jugador del Barça lo hace bien, aunque sea sin la regularidad y la constancia exigida a la élite, se le sitúa en la altar de los mejores jugadores del planeta fútbol.
Pedri, a quien muchos llevan años considerando el mejor centrocampista del mundo y una fotocopia de Andrés Iniesta, nunca había jugado de manera continuada al nivel que vimos contra el Brest y que estamos viendo esta temporada. Es probable que el contexto del equipo no ayudara y seguro que tampoco lo hacían las lesiones y, sobre todo, algo muy normal, el mismo proceso de madurez futbolística de un jugador que acaba de cumplir sólo 22 años.
Pedri tiene un don buenísimo, fundamental en los centrocampistas: es muy difícil, casi imposible, quitarle el balón. No la pierde y, curiosamente, éste ha sido el problema del Barça en los dos últimos compromisos de Liga, en Vigo y también en San Sebastián. El conjunto azulgrana perdió masas y, sobre todo, las perdió demasiado rápido. Cuando esto ocurre, cuando no has podido ordenarte con ella ni alargar mínimamente la secuencia de pases en campo contrario, es imposible hacer una buena contrapresión o una presión alta que ahogue la salida del rival. Sencillamente te faltan efectivos. Como no has viajado de forma agrupada con el balón, después, cuando lo pierdes, no tienes suficientes jugadores para aplicar la presión que correspondería allá donde se ha producido la pérdida. El rival encuentra espacio para progresar, tú tienes una distancia de relación poco cuidada entre líneas y, en definitiva, corremos todos con la defensa alta… Cuando esto ocurre, Iñigo Martínez y Cubarsí están vendidos porque el pasador del equipo rival siempre podrá levantar la cabeza y, con comodidad, lanzar al espacio a sus compañeros.
El Barça necesita jugadores que no la pierdan y que se la queden, pero que se la queden con sentido. Tú te la quedas, atraes la presión del rival, liberas a compañeros y haces el pase al hombre libre en el momento indicado. Lamine Yamal, aunque parezca mentira a su edad, es un maestro en esto. Dani Olmo, por ejemplo, también lo interpreta bien. Por su parte, Pedri es el centrocampista más clásico del equipo que, una vez reunidas sus capacidades técnicas y argumentos tácticos, tiene más herramientas para poder hacer bien algo que parece fácil, pero que no lo es en absoluto. Una acción que, aún más si la puedes alternar con el talento para driblar o dejar atrás a algún rival, desencadena otras muchas, como por ejemplo superar su presión, hacer que recoja toda la estructura del otro equipo, la posibilidad de hacer progresar al tuyo con balón, ordenarte con él y, en última instancia, aplicar la buena presión que hemos visto del Barça de Flick en estos primeros meses.