El incombustible Lewandowski sigue dando alegrías al Barça

BarcelonaLa semana en la que un jovencito de 18 años como Lamine quedaba al borde de ganar el Balón de Oro, dos veteranos hacían de las suyas al Carlos Tartiere. El Barça acabó con la resistencia de un buen Oviedo en el que brillaba con 40 años Cazorla gracias a un cabezazo precioso de Robert Lewandowski, de 36. El veterano delantero polaco, suplente por detrás de Ferran, domina el juego dentro del área como pocos jugadores. Siente bien, rodeado de defensas que lo cogen y le persiguen. Da la sensación de que cuando sea abuelo y lleve bastón, todavía sabrá rematar centros laterales. Su cabezazo es de los que deberían ver los jóvenes para aprender, con un vuelo puntual y un giro de cabeza redonda.

Un gol importante, porque pinchar significaba perder de vista al Madrid. Había que ganar en un partido incómodo. El Barça vive una realidad distinta a la de sus rivales. La rutina azulgrana contrasta con la excepcionalidad de que viven adversarios cuando reciben al equipo de Flick. Rivales que marcan en rojo la fecha en la que les visitará el equipo azulgrana. Como había ocurrido en Newcastle, en Oviedo llevaban más de veinte años esperando volver a ver al Barça en su casa. Años y años esperando que explicaban la sobreexcitación de sus jugadores locales, con el apoyo de un estadio del que todo el mundo vuelve a casa con afonía.

Y en algunos momentos parecía que al Barça le costaba enchufarse al partido. En Oviedo sí se añoró un poco a Lamine Yamal. Tocaba de nuevo enfrentarse a un rival que se agarra como una garrapata, sudando de lo lindo, mordiendo tobillos y celebrando los saques de esquina como si fueran goles. Como en Newcastle, costó controlar el encuentro. Flick, para ir cuidando a todos los jugadores, había apostado por varios cambios, con Marc Casadó en medio del campo de titular acompañando a Pedri y un Dani Olmo desdibujado. No fue un buen partido de Casadó, que acabó sustituido ya en el descanso por un Flick con cara de enfado. Oviedo había salido con el veterano Santi Cazorla, de 40 años, en el equipo titular. Uno de los mejores centrocampistas de las últimas décadas, jugando junto a Pedri, a quien casi dobla la edad. Dos jugadores excelentes de generaciones diferentes luchando por la pelota. La tenía más el Barça, pero el Oviedo sabía atacar por las bandas con el travieso Hasan. Y supo penalizar el primer error esta temporada de Joan Garcia.

Un portero despistado

Un portero tan fiable que debajo de los palos no falla. Ahora, en esta ocasión no entendió qué hacer en una de esas acciones en las que Flick le pide que salga del área para ganar un balón enviado a la espalda de los centrales. Lo de Sallent lo hizo, pero en vez de chutarla lejos la controló. Confía tanto en sus pies, que no quiso enviarla a la gradería e intentó hacerla llegar a Pedri con una mala pasada que fue directa a los pies de Reina. Y el andaluz no desaprovechó la ocasión para marcar un gol que nunca olvidará, casi desde el centro del campo, con un disparo bombeado hacia una portería en la que carecía la figura del portero.

El gol llegaba justo después de dos ocasiones muy claras en las que el Barça había perdonado. Marcus Rashford lo intentaba con jugadas individuales en un ataque sin Lewandowski. Flick sigue apostando más por Ferran Torres, que no deja de crecer, con mayor confianza. Sin el valenciano no se habría empatado, porque a los 56 minutos cazó un centro de Araujo en una acción personal preciosa. Escandell, cada vez con más trabajo, le negó el gol, pero Eric Garcia estaba en el sitio para empatar. El defensa de Martorell marca poco, pero tiene la virtud de marcar goles importantes, como en la final de Copa o en San Siro. Y marcar el gol del empate era vital, para los discípulos de Flick. Con media hora por jugar, el Oviedo ya sabía que el partido se le haría más largo y frustrante que esperar un tren de Cercanías a Catalunya.

Con De Jong en medio del campo, el partido se convirtió en un monólogo azulgrana. Como en Newcastle, la ilusión local había hecho sufrir en la primera parte al Barça, pero después se impuso la calidad. Faltaba hacer el segundo. Y le marcó Lewandowski, que aprovecha los pocos minutos que juega. Flick lo hizo entrar para que jugara cerca de Ferran y funcionó. Su cabezazo puso fin a los sueños de un Oviedo que buscó el empate sin suerte y acabó recibiendo el tercero en un buen cabezazo de Araujo, que seguía el camino abierto por Lewandowski. Un jugador que desea crear un problema en Flick: quiere ser titular. Aquellos problemas que, en el fondo, gustan a los entrenadores.