Lo mejor que le ha pasado al Barça


El Barça de Hansi Flick anda con paso firme hacia el sueño del triplete: una ilusión justificada a partir del fútbol que exhibe. La lección de madurez del Metropolitano explica la evolución del equipo azulgrana hacia un nivel que parecía utópico hace unos meses. Los partidos nos dejan un regusto que no teníamos desde que Leo Messi se reía feliz en el césped. El Barça se había quedado congelado en el célebre"No nos alcanza" fins que va arribar ell: un entrenador d'una altra galàxia, amb un discurs natural dins i fora del vestidor, intel·ligent i amb les idees molt clares. L'equip és un coet propulsat a l'infinit: no recorda el que és perdre i, fins i tot quan les coses es tornen complicades, l'alemany sap traslladar la serenor de qui té un manual d'instruccions secret. Tots volen ser partícips del fenomen, demostrar el seu talent i rebre les abraçades del pare ós. Flick és el millor que li ha passat al Barça.
És impagable veure les espurnes als ulls de la gent comentant les jugades que lideren Pedri i Lamine Yamal –sisplau, resem a tots els déus perquè no es constipin mai–. S'aconsegueixin més o menys títols, només per viure el que vivim, el Barça ja ha guanyat amb l'aposta de Flick. Aquesta decisió és, sens dubte i de llarg, la millor del segon mandat del president Joan Laporta. Enmig d'una gestió erràtica y llena de lagunas, saber acertar en lo que más interesa en un club de fútbol provoca que se desdibujan todos los errores cometidos, sepultados por la magia seductora del balón. No hay un día tranquilo en los despachos, pero el culé lo tiene muy fácil para disociar y decir: "No me cabree con follón que no entiendo y dejadme disfrutar tranquilo". La figura rutilante de Flick lo eclipsa todo: el club comienza y termina en su mirada azul, limpia, intensa y decidida.
Da igual que el regreso al Camp Nou sea una promesa intangible; da igual que los problemas del fair play financiero se eternicen; da igual que la economía del club sea como una partida mala del Monopoly. Imagínense lo triste que sería hoy la vida sin Flick: el mayor triunfo del club sería celebrar como un éxito la bendición del CSD por no poner (más) en riesgo las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor. Todo ello después de descubrir que han desaparecido de las cuentas los 100 millones de ingresos anunciados en invierno por la dudosa operación de los asientos vip. "¿Dónde está la bolita?" Intentar colarle goles a Javier Tebas es divertido, pero hacerlo a los socios es reprobable. Flick también es lo mejor que le ha pasado a Laporta.