BarcelonaDe las últimas cosas que me hubiera imaginado es ver a gente interpretando la final de la NBA entre los Boston Celtics y los Dallas Mavericks en clave Barça-Madrid. Resulta que la gran estrella del equipo de Texas, Luka Doncic, es aficionado de los blancos. Lo más normal del mundo, ya que fue fichado por los madridistas en el 2012 cuando tenía 13 años, y jugó hasta el 2018. A su vez, Pep Guardiola vio en directo el primer partido, donde se le vio charlando con el técnico de los Celtics, Joe Mazzulla. Éste sigue el fútbol y admira el trabajo del técnico catalán, así que han hecho amistad y compartiendo conocimientos se hacen mejores.
Si tomas algo de distancia, es profundamente ridículo ver a gente diciendo que Doncic no es un pedazo de jugador sólo porque no les gusta que sea del Madrid. Como lo son aquellos que criticaban a Guardiola por estar en la final. Cuando resulta que el entrenador de los Celtics admite públicamente que le encanta hablar con el técnico de Santpedor y que ha mejorado algunos aspectos de su juego después de hablarlo con Guardiola.
Detrás de las críticas, básicamente, está el fanatismo. Ser un fanático te ciega. Si Guardiola no fuera azulgrana, catalán y con sus opiniones políticas, aquellos que le critican lo tendrían en el mismo altar de Navidad y Alcaraz. Pero en Catalunya, a Guardiola tampoco le dejan en paz. Cada dos por tres le preguntan si volverá al Barça. Él ya ha contestado que no lo va a hacer, pero su nombre sigue sobrevolando el ambiente. Se preguntaba estos días el excandidato Toni Freixa: "¿El Milan le pide a Sacchi oa Capello que vuelvan? ¿El Madrid le pide a Zidane que vuelva? ¿El Manchester United le pide a Ferguson que vuelva? ¿Un club que sólo sabe mirar al pasado con nostalgia enfermiza es un club muerto". Piulada poco acertada, ya que en los casos que cita, se produjo el regreso de Sacchi, Capello o Zidane. No podemos negar que hay muchos nostálgicos, pero no es esa "nostalgia enfermiza" la que lleva a hablar de Guardiola. Si ocurre es por ausencia de seguridad que hay proyecto en el Barça, en estos momentos. Si Flick es un acierto, se hablará menos de Guardiola. El técnico de Santpedor, le guste o no, es un termómetro.
Si muchos en Madrid no le dejan en paz, es por miedo y rabia. En Barcelona, algunos también le tienen miedo y rabia, a Guardiola, y dicen que no hace falta hablar de él ignorando que no es una locura, aspirar a que uno de los nombres más importantes del deporte mundial trabaje en tu club. Si el mejor entrenador de la década en Inglaterra es del Barça, ¿por qué no vas a querer que vuelva? Parece que quieran jubilarlo. Otros le añoran por nostalgia y otros, porque lo que ven ahora no les acaba de agradar.