El catalán que atormentaba a los catalanes
Pere Milla atiende al ARA antes del Elche-Barça y repasa su particular trayectoria en los campos de fútbol
Torelló"Yo al final me considero un jugador normal. Ara estoy en la élite del fútbol, están saliendo bien las cosas y habré mejorado un poco, pero soy la misma persona. Me siento el mismo de siempre. Mis amigos me dicen: «Pere, que estás en Primera, no sé qué». Y yo: «Sí, si está bien, de puta madre, pero yo soy el mismo Pere, Pere de Alcarràs»", dice al poco de descolgar el teléfono. Pere Milla (Alcarràs, 1992) es el 10 del Elche, que este domingo (16.15 h, M. LaLiga) recibe la visita del Barça, y uno de los delanteros con más puntería del fútbol europeo: esta temporada ha marcado siete goles en diecisiete chutes. "Mis amigos me dicen que chute más. «Si con estos tiros marcas tantos goles, chuta más». Ojalá fuera tan fácil", ríe. Ríe casi siempre, disfrutando de la cumbre de un camino difícil.
El camino empezó en el Lleida, haciendo de jugador y de recogepelotas. "Es una pena que el Lleida esté como está, pero no me extraña nada. La última vez que el Elche estuvo en Segunda B se enfrentó al Lleida y hoy con el Elche estamos viviendo algo que ojalá hubiera podido vivir el Lleida", lamenta. Saliendo del Lleida llegó al Getafe B. Y, saliendo del filial del club madrileño (2015), cogió un vuelo, solo, hacia Suráfrica. "El representante me dijo que no tenía ninguna oferta. «Bueno, alguna cosita de Segunda B debe de haber». «No, nada». A través de un intermediario fui a Suráfrica. Y allí me dijeron que era muy malo, que no me querían", recuerda. Estuvo a prueba en tres equipos de primera: "En el Platinum Stars, una semana. En el Moroka Swallows, o como se diga, un día. Y en el Ajax, seis días".
Y sigue: "Un día, yendo de Rustenburg a Johannesburgo con el representante de allí, que se llamaba Ryan, pasó un coche de policía en sentido contrario, con las sirenas puestas. Dio la vuelta y nos empezó a perseguir. Ryan se puso supernervioso. E intentó escaparse. Yo flipaba, cagado. Me iba diciendo a mí mismo: «¿Con quién estoy en el coche? ¿Qué está pasando aquí?». De repente paramos en una gasolinera. Y el coche de policía continuó. Me miró y me dijo: «Not police». «¿Cómo que no, Ryan?» «Son amigos de expolicías. Les dejan el coche para robar a turistas». «No jodas, Ryan». Se había parado en la gasolinera porque había gente y allí no nos seguirían", evoca Milla.
Pere tiene aquel momento grabado como recordatorio eterno de lo que ha tenido que llorar. "Es diferente llegar a Primera con 21 años o con 27. Cuando has tenido que picar piedra lo valoras mucho más todo. Cuesta mucho llegar hasta aquí. Me tengo que aferrar aquí como sea, luchando contra viento y marea, como el Elche", reconoce. "Nunca pensé en dejar el fútbol, pero llegué a decirme: «Quizás se ha acabado el sueño del fútbol profesional. Hasta aquí hemos llegado»", dice. Al final, se impuso la paciencia. Su lema, de hecho, es "La paciencia es la virtud de los ganadores". "Las cosas de inicio no salen como uno quiere, pero quizás con paciencia acaban saliendo. Quizás no como tú quieres, pero un poco como tú quieres. Se tiene que tener paciencia. Y mucha constancia. Y suerte", añade. "Siempre me había tocado la otra acera, la de la derrota. Esto es el fútbol y esto es la vida muchas veces. No es que te de la espalda, pero aquí unos ganan y otros pierden. Pero siempre se tiene que seguir intentando. Y al final he recogido buenos frutos", concluye.
El 23 de agosto de 2020, marcado por siempre jamás
Ahora sonríe en Elche, donde llegó en 2019. Y sonríe en Primera. "Siempre pensaba: «Ojalá tocar algún día la Segunda División»". Este curso suma siete goles, empatado con Lucas Boyé como pichichi del Martínez Valero. En Primera ya ha celebrado 11. "De pequeño sueñas con hacer 50 o 100 y de mayor te das cuenta que cada gol es un tesoro", admite. Marcó un gol en el Camp Nou en la primera vuelta (3-2) y dos en Cornellà-El Prat en la segunda vuelta (1-2). Contra el Madrid, uno en Elche (1-2) y uno en el Bernabéu (2-2). "Mi padrino no me dijo nada en toda la semana", explica Milla, de familia madridista. "De pequeño siempre dices: «Buah, un día meteré un gol aquí. Y allí». Y cuando tienes 20 años miras dónde estás y dices: «Bueno, quizás no meto el gol ni aquí ni allí»", añade.
Milla, como bien recuerda Montilivi, también es el autor del gol que devolvió al Elche a Primera y llenó Girona de lágrimas (2020): un golpe de cabeza en el minuto 96 del partido de vuelta de la final del play-off. "El fútbol es esto: unos lloran, otros ríen. Lo siento por la gente de Girona, que me perdonen". "Sentí una felicidad enorme aquel día. Antes del partido hicimos una reunión toda la plantilla y dije que aquel día no se me escapaba, que ya llevaba muchos años jugando play-off. Y los había perdido todos. «Este año me toca a mí, nos toca». Y salió bien. Nunca olvidaré aquel 23 de agosto", recuerda emocionado. Ahora comparte vida con Gerard Gumbau y Francisco Rodríguez, exjugadores del Girona. "El día que llegó Francisco hicimos una reunión en el vestuario y ante todos me dijo: «El hijo de puta ese me jodió un ascenso». Nos llevamos muy bien", apunta.
Milla es el catalán que atormenta a catalanes. "No tengo nada contra los catalanes, pero siempre marco. Al Nàstic también le he metido gol. Me queda el Lleida", dice riendo. "Si meto un gol contra un ex lo celebraré. ¿Por qué pedir perdón? No pidas perdón. Para pedir perdón no metas el gol. Con lo que cuesta meter un gol, como para pedir perdón. Un gol es un gol y se tiene que celebrar siempre", concluye, antes de despedirse: "Firmo ahora mismo meterle un gol al Girona el año que viene, en Primera. Ojalá".