Dani Alves o la punta del iceberg

2 min
Las manos de Dani Alves ayer durante el juicio.

Hace un año que Dani Alves entró en prisión preventiva acusado de violación. Un tiempo durante el cual el concepto de consentimiento ha sido recurrentemente a debate en el mundo del deporte, especialmente, con el estallido y las consecuencias del caso Rubiales, pero también con otros episodios que forman parte de la amalgama de la cultura de la violación, tan arraigada en el ámbito del fútbol. Pese al amplio análisis existente, es alarmante ver hasta qué punto el ex jugador del Barça sigue gozando de su privilegio de hombre heterosexual —rico y famoso— en el trato mediático que recibe de forma mayoritaria. Para muchos, sigue siendo el excampeón azulgrana al que, por una tontería, le habrán tullido la vida. Para que quede claro, ha habido multitud de portadas con Alves lloroso y sus frases exculpatorias con tipografía de grandes dimensiones.

Cuesta derribar las estructuras que avalan y protegen al hombre por sistema. Consentir o no consentir: ésta debería ser la única cuestión. Los posibles atenuantes o excusas que buscan a los que ahora se ven peligrosamente frente al espejo demuestran hasta qué punto se han normalizado vejaciones y agresiones de todo tipo. Cuando se conocieron los hechos de la noche de Sutton, nos preguntamos cuántas chicas antes de que ésta habrían estado en un reservado de una discoteca sufriendo abusos de un futbolista y habrían callado por miedo a que no las creyeran. Nos planteamos cuántas chicas podrían haber asumido que su consentimiento no tenía ningún valor sólo por atravesar voluntariamente una puerta que no sabían que era irreversible. Es escalofriante preguntarse cuántos Alves lo habrán hecho y cuántas mujeres soportan la herida. Nunca lo sabremos porque está todo enterrado en un iceberg bañado de impunidad.

Mucho debemos cambiar socialmente si se ha vuelto a poner el foco en la supuesta culpa de la víctima por haber bailado más o menos provocativamente con un hombre que, confundido por el alcohol, creía que no estaba haciendo nada mal —por mucho que haya cambiado 40 veces su versión del relato—. Pero no sufráis: para evitar estos líos, se ve que hay quien aconseja a los jóvenes futbolistas que paguen prostitutas y así tendrán el consentimiento garantizado a cambio de dinero, estén o no borrachos. Quizá les puedan ayudar los señoritos con mucho peso que, en almuerzos de trabajo con periodistas, hacen gala de sus conocimientos sobre clubes de luces rojas. ¿Es esto lo que vale la vida de una mujer? La sombra de Dani Alves es alargada demasiado.

stats