BarcelonaEl fútbol femenino no interesa a los gestores del fútbol masculino. Así es. Hay gente que se echa las manos a la cabeza al ver cómo se han programado partidos ligueros masculinos a la misma hora que la final de la Champions femenina del Barça contra el Arsenal en Lisboa. Muy sencillo: a quien manda no le importa. El fútbol femenino no deja de crecer cada año, pero, eso sí, superando obstáculos. Facilidades, ninguna.
España tiene la selección campeona del mundo. Y las mejores jugadoras, así como un fútbol formativo que gana un montón de títulos. Y tiene al Barça, el mejor equipo ahora mismo. Pero el crecimiento ha llegado por debajo, como suele ocurrir con las revoluciones. Tal y como ocurrió con el derecho a voto, a divorcio, a estudiar. Tal y como ocurrió con las mejoras salariales, con el derecho a ser madre sin que te perjudique la vida profesional, lucha en la que todavía vamos tarde. El fútbol jugado por mujeres tiene una larga tradición, aunque muchos lo ignoren. En 1914 en Barcelona ya se jugaba. Los años de la República, crecía. El franquismo lo detuvo todo, pero incluso en dictadura muchas valientes desafiaron las normas ya en los años sesenta.
No es una seta, no es algo nuevo. No. Miles de mujeres han trabajado fuerte, superando obstáculos. España fue campeona del mundo con una Federación que ayudaba menos que otras, mérito de las jugadoras. A veces cuesta verlo, ya que tenemos la suerte de tener un Barça que lleva veinte años creyendo en ello firmemente, pero el Barça es una burbuja. Basta con ver la realidad de otros clubs de Primera, con estadios indignos, con malos horarios, con viajes que parecen excursiones del Imserso por carretera.
Para seguir creciendo también es necesario cambiar las cosas desde arriba. Tenemos cada vez a más niñas que quieren ser como Aitana o Alèxia. Los clubes vascos también creen en ello. Pero es necesario que las autoridades pongan manos a la obra: sería tan sencillo como que la UEFA presionara para que en horario de la final de Champions femenina no haya partidos de liga por decreto, por ejemplo. Es necesario poner normas claras, para ir abriendo camino. Hay que creer. Pero ahora mismo creen en ello únicamente millones de mujeres, niños, aficionados y varios clubs.