El futbolista que derrotó al cáncer y al alcoholismo antes de triunfar
Francesco Acerbi, el temperamental defensa del Inter, busca ganar la Champions para poner la guinda a una carrera muy complicada
BarcelonaEl verdugo del Barça en las semifinales de la Champions, Francesco Acerbi, no es un tipo normal. "¿Yo? Yo he vivido mil vidas", ha llegado a decir el veterano defensa del Inter de 37 años. El autor del gol del empate en el último minuto de partido –y que forzó la prórroga– es uno de esos jugadores cabreadores que suele atravesar ciertas líneas cuando juega. En cuartos de final, en lugar de celebrar la clasificación fue a reírse a la cara de Thomas Müller en un gesto poco deportivo. Contra el Barça se pasó las semifinales intentando sacar de quicio a Lamine Yamal con tácticas sucias. Los rivales no pueden ni verlo y la afición del Inter le adora. Las críticas no le hacen ni cosquillas, ya que él ha estado en el infierno, como suele decir.
Acerbi quiere ganar como sea la Champions, el gran título que le falta. Y así ha logrado llegar a la final del sábado contra el PSG, siendo una pieza clave de un equipo en la que los de la dirección deportiva le querían fuera hace unos meses, porque creían que ya era demasiado veterano. El defensa lombardo les demostró que no tenían razón jugando a un nivel suficientemente alto junto a Bastoni. Cuando juega intenta ganar el tiempo perdido, ya que durante buena parte de su carrera, Acerbi se equivocó mucho. Y lo cuenta él mismo. "Fui bastante idiota, en lugar de amar el fútbol me hice daño saliendo demasiado de noche. Tenía un problema", recuerda. Este problema tiene un nombre: alcoholismo.
La carrera de Acerbi es asombrosa. Hasta que tenía 22 años jugaba en categorías modestas. Formado en Brescia, pasó por equipos como Pavía o Renate, hasta que recibió una oferta para jugar en la Segunda División con la Reggina, el club de Reggio de Calabria. Tenía 22 años. Jugó un buen año que le permitió saltar a Primera con el modesto Chievo de Verona, un club sin apenas aficionados que fichaba barato y venía caro. Acerbi se consolidó como un defensa que podía jugar de central o lateral muy físico y agresivo, a veces violento. Jugar bien le daba energía y tiempo más tarde, en el 2012, ficharía por el Milan. Tenía 24 años y en dos temporadas había pasado de la cuarta categoría del fútbol italiano a jugar la Champions.
Parecía que todo podía ir bien, ya que de pequeño Acerbi era aficionado del Milan, precisamente. Pero esos meses murió de enfermedad su padre, que siempre le había ayudado. No reaccionó bien a la pérdida. Tampoco a la fama de estar en el Milan. Se perdió por la noche milanesa y, tal y como admitió, "muchas veces llegaba al entrenamiento todavía bebido". "No había dormido. Pero como era fuerte y joven, el cuerpo aguantaba", decía. Sin embargo, su rendimiento no era suficientemente bueno para jugar en el Milan, así que acabó en el Sassuolo, donde en el examen médico previo le detectaron un tumor en el testículo izquierdo. Al ser benigno, fue operado y en tres semanas ya entrenaba de nuevo. "No me afectó nada. No le di importancia y seguía saliendo demasiado de noche. Tenía un problema con la bebida", recordaba en la revista el Ultimo Uomo. Pero unos meses más tarde le encontraron un tumor en el testículo derecho después de que diera positivo por dopaje al final de un Cagliari-Sassuolo. Las pruebas demostraron tener alterados muchos indicativos y cuando se hizo una exploración, se vio que no era dopaje: era un cáncer maligno.
"El cáncer fue mi suerte"
Ahora sí que hacía falta quimioterapia. "Estaba tan descentrado que ni así reaccioné, inicialmente. Seguía saliendo de noche cuando me estaban haciendo el tratamiento. No conseguía dejar el alcohol, sólo pensaba en salir", dice. mi suerte, si no lo hubiera tenido no habría cambiado", defiende. "Un año después de mi enfermedad, me desperté con un ataque de pánico. Empecé a pensar en todas las preocupaciones que di a mis padres, las oportunidades que tenía desperdiciadas, las noches de mi miedo a mi miedo. contado Acerbi, que cambió mucho durante el largo tratamiento para superar la enfermedad. se le tatuaba, ya fuera una frase de Paulo Coelho, un dicho popular, una frase de Albert Einstein o un león gigante. nivel sería tan alto que se hizo lugar en la selección italiana, con la que ganaría la Eurocopa Y finalmente llegó la llamada del Inter, el club que no le gustaba de pequeño, ya que era del Milan. que, ya veterano, es necesario valorar cada momento de la vida.