Estos días se ha viralizado en la red X la etiqueta #TerStegenOut. Miles de usuarios lo utilizan para pedir lo obvio: que el portero alemán del Barça, primer capitán de la plantilla de Hansi Flick, se vaya del club. No importa que tenga contrato blindado hasta el 2028 o que haya estado lesionado gran parte de esta temporada. Las redes sociales, donde los grises no existen y abundan el odio, el anonimato y, lo que es peor, la impunidad, han dictado sentencia con el único superviviente de la última Champions azulgrana (2015). De la noche a la mañana, y mientras crece el ruido en torno al posible fichaje de Joan Garcia, se acumulan los vídeos con las peores calamidades de Ter Stegen en 11 temporadas. Muy masivo como para no ser organizado. Y demasiado similar a las campañas que sufrieron en su día Ernesto Valverde o Sergio Busquets.
Más allá de esta lamentable tendencia, algo pasa con el portero de Mönchengladbach. En el Barça, los finales de temporada son momentos de esprints en los despachos para cuadrar los números y pagar los salarios de los jugadores -una necesidad, esta última, que normalmente requiere la firma de pólizas de crédito-. Sin partidos oficiales en el horizonte, también es momento de planificar el futuro y atender los mensajes que se filtran desde algunos despachos. En este momento del año, más escaso en lo que a actualidad se refiere, hay que reparar más que nunca en la agenda que marcan tanto la propia institución como los representantes de determinados jugadores a través de sus canales de confianza. Y, en este sentido, no se detecta precisamente que los responsables azulgranas estén muy contentos con Ter Stegen.
Desde hace unos días, el Barça bendice implícitamente las informaciones que apuntan al fichaje deseado de Joan Garcia. Mientras el guardameta de Sallent deshoja la margarita entre dejar al Espanyol como un héroe o romper el corazón de una generación de pericos, el mensaje asociado a ese interés, que llega desde Aristides Maillol, es que Ter Stegen, que hace dos veranos aceptó diferir su salario para ayudar a la economía azulgrana, ha pasado a ser una pieza prescindible. Sin que este ejercicio haya sido responsable directo de ninguna decepción deportiva (básicamente porque ha estado lesionado), da la sensación de que el alemán ha perdido crédito de cara al proyecto que tienen que liderar Hansi Flick en el banquillo y Lamine Yamal en el césped. Ninguna filtración es casual.
Decida lo que decida Joan Garcia, y con Wojciech Szczęsny dispuesto a quedarse un año más, parece claro que el Barça de Laporta se ha alineado con la red X. Más sibilinamente, pero con la misma intención. Ha empezado el mercado de fichajes y la silla de Ter Stegen ya huele a chamuscado.