Mundial de Catar 2022

El jugador que nunca llevaría el brazalete a favor de los homosexuales

El croata Dejan Lovren, crítico contra los derechos LGTBI, calla ante los ataques de Rusia sobre Ucrania

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Dejan Lovren, en acción al Mundial

BarcelonaRespetar los derechos de los homosexuales se ha convertido en un asunto incómodo para la FIFA, tan amiga de encontrarse en el palco con presidentes y emires, pero poco valiente cuando toca hablar de valores. La presión sobre un buen número de selecciones europeas que querían salir a jugar con su capitán llevando un brazalete reivindicativo les ha funcionado, como ha pasado con Alemania. Dado que la FIFA estaba decidida a multar económicamente a la federación y mostrar una amarilla al capitán si llevaba el brazalete con el lema "One Love", los alemanes se han hecho la fotografía de equipo con todos los jugadores tapándose la boca. Como quien quiere decir que hay censura y no les dejan decir lo que piensan en el Mundial. No obstante, en otros casos no hacía falta presionar, puesto que algunas selecciones nunca se han planteado hacerlo, también en Europa. Como el caso de los polacos, un estado donde decenas de localidades han instalado en la puerta de su término municipal carteles diciendo que los homosexuales no son bienvenidos. O Croacia, donde algunos futbolistas han hecho comentarios homófobos en los últimos años. Uno de ellos, el defensa Dejan Lovren, titular hoy en el partido contra Marruecos.

Aunque muchos jugadores europeos, especialmente en Inglaterra y Alemania, poco a poco levantan la voz contra la homofobia, en el este de Europa es muy diferente. Lovren, que vive su tercer Mundial después de ser subcampeón en 2018 en Rusia, provocó un buen revuelo hace pocos meses cuando descubrió que el grupo Disney haría un esfuerzo por introducir en sus series y películas personajes del mismo sexo que se quieren. El defensa del Zenit de San Petersburgo escribió en las redes sociales que se daría de baja de forma inmediata, puesto que no quería que sus hijos crecieran con esos valores.

Lovren, que se declara católico practicante, fue más allá, pidiendo a la gente que hiciera boicot a Disney. Y en el pasado también se ha mostrado contrario al hecho de que los homosexuales se puedan casar afirmando que va en contra de lo que tendría que ser una "familia tradicional". Cuando la Constitución croata, que condena la discriminación a los homosexuales pero prohíbe su matrimonio, adoptó una medida para permitir que dos personas del mismo sexo puedan adoptar, él se manifestó en contra.

No es el único debate en el que Lovren ha escandalizado a más de uno. En una selección, la croata, donde muchos jugadores han jugado en Ucrania y han destacado por sus mensajes de apoyo a este país después de ser atacado por Rusia, él lleva la contraria. Mientras jugadores como Domagoj Vida, que jugó muchos años en el Dinamo de Kiev, tuvo que pedir disculpas por ir demasiado lejos en sus mensajes contra los rusos, Lovren calló. Después de muchos años en el Liverpool, en 2010 había fichado por el Zenit de San Petersburgo ruso. Y cuando Rusia atacó a Ucrania, en lugar de pedir irse de la liga rusa como hicieron otros jugadores extranjeros, él decidió callar, no dijo nada contra la guerra y empezó a seguir a Vladímir Putin en las redes. Un hecho que sorprendió en un país, Croacia, donde las relaciones con Rusia siempre han sido complicadas, puesto que el tradicional aliado en los Balcanes de Moscú siempre ha sido Serbia. Lovren fue el único jugador croata que no se posicionó contra esta guerra, a pesar de que él, de hecho, es hijo de otra guerra, la de los Balcanes.

Un refugiado en el corazón de Europa

Lovren nació en Zenica, una ciudad del centro de Bosnia donde hasta los años 90 vivían mezclados bosnios musulmanes, serbios y croatas. Los Lovren, sin embargo, vivían en un pueblecito de mayoría croata muy próximo, Kraljeva Sutjeska, que quedó demasiado cerca de las tropas serbias cuando estalló la guerra de los Balcanes. Dejan tenía tres años cuando sus padres, preocupados por las bombas y las noticias de crímenes de guerra, huyeron a Alemania, donde vivía un tío suyo, pese a que no consiguieron los papeles para quedarse y acabaron en Zagreb. Fue una infancia dura para un niño que no se acababa de adaptar a esa vida nómada. El fútbol, al que ya había jugado en Alemania en un club de barrio de Múnich, lo salvó. Y poco a poco, ser hijo de una guerra lo fue radicalizando. Lovren fue tomando partido político en el nacionalismo croata más radical, mirando los partidos del Dinamo de Zagreb, donde jugaba en las categorías inferiores, con sus ultras, de tendencia neonazi.

Como tantos jugadores croatas, una vez destacó en Primera, fue descubierto por un club de una liga más grande, en este caso el Lyon francés, al que se marchó en 2010. Convertido en uno de los mejores defensas del continente, Lovren nunca ha escondido lo que piensa y hace cuatro años, cuando los croatas golearon por 3-0 a los argentinos en el Mundial de Rusia, colgó un vídeo en las redes cantando la canción Bojna Cavoglave, del grupo croata Thompson, una canción que habla de la guerra de los años 90 con frases como “Vosotros, serbios, chetniks, nuestra mano llegará a donde estéis, incluso a Serbia”, en referencia a los grupos armados nacionalistas serbios que actuaron durante la Segunda Guerra Mundial. La canción usa eslóganes de los ustachas, el partido político nacionalista croata fundado en 1929, de carácter fascista, que cometió tantos crímenes durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fueron aliados de los nazis. Unos ustachas que son reivindicados hoy en día por la extrema derecha croata. De hecho, en 2014 la FIFA ya había sancionado al capitán de la selección Josip Simunic por haber gritado “Za Dom, spremi ”, un lema ustacha que quiere decir algo así como que estamos preparados para defender la tierra como sea. La canción cantada por Lovren en el vestuario hace cuatro años empieza, precisamente, con esta expresión.

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