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Memphis evita el naufragio del Barça en San Mamés (1-1)

El equipo de Koeman recibe una bofetada de realidad, pero un gran gol del neerlandés permite salvar un punto

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Memphis, en acción a San Mamara

BarcelonaLa realidad era esto, tener que sufrir para sacar un punto después de quedarse sin uñas, de tanto morderlas. El debut contra la Real Sociedad no dejó de ser el sueño de una noche de verano, mientras que el viaje a Bilbao sirvió para despertar. Si alguien pensaba que vivir sin Messi sería coser y cantar, se engañaba. El argentino, durante los últimos años, ya había sacado las castañas del fuego en partidos como este. Ahora la responsabilidad parece asumirla Memphis, que con un gol precioso evitó el naufragio. Un empate para maquillar un poco una actuación desafortunada de un Barça que, por instantes, en Bilbao se limitó a sobrevivir. No sirve ni de consuelo protestar por un gol injustamente anulado a Araujo justo antes del descanso. Hacerlo sería esconder una realidad fea, la de un equipo que no consigue imponer su discurso.

Si hace unos días volver a sentir el calor de la afición llenó las velas del Barça, en Bilbao tocaba taparse para aguantar un chubasco de aquellos norteños que te dejan bien mojado. 11.000 aficionados del Athletic volvían a la Catedral, pero entre la txalaparta que tocan antes de los partidos y que los de Bilbao ya sabemos como son, parecía que la Catedral estaba atestada. El inicio del equipo de Marcelino fue eléctrico, con una presión angustiosa que no dejaba jugar a un Barça en que solo Memphis no se escondía. 

Si el Barça añoró aquellos toques de genio de Messi que servían para cambiar los partidos cuando pintaban bastos, a la portería volverá pronto Ter Stegen. Por suerte, puesto que por momentos las piernas de Neto temblaron. El portero brasileño se hartó de poner en problemas a sus compañeros con pases complicados que facilitaban el trabajo a un muy buen Athletic. Y recuperando la pelota cerca de la portería catalana, los leones se quedaron a un palmo de marcar con un chute al larguero de Sancet y la velocidad de un Iñaki Williams que sacó de quicio a Eric Garcia. Es cierto que tener que sufrir los primeros minutos en Bilbao suele ser un guion previsible, que normalmente hay que esperar que las aguas se calmen y dejar que la pelota fluya. El problema es que el diluvio, en esta ocasión, se alargó más de 70 minutos.

Iñigo Martínez, autor del gol del Athletic contra el Barça.

Después de una ocasión desaprovechada por Braithwaite, que no supo aprovechar un gran slalom de Memphis, el Barça parecía que se ordenaría alrededor de la pelota. Un espejismo. A la espera del regreso de lisiados y de ver cómo aguantan las piernas de los jugadores, Koeman repitió la fórmula que le funcionó contra la Real Sociedad. Exactamente el mismo equipo para un escenario diferente. Y más allá del carácter rebelde de Memphis, muy poca cosa. Además, Piqué no pudo ni acabar la primera parte, lesionado. Nada le salía a un Barça que, a pesar de todo, habría podido irse al vestuario por delante, cuando en la última acción del primer tiempo Martínez Munuera vio una falta de Braithwaite inexistente anterior a un error del joven portero Agirrezabala. Araujo, de manera espectacular, se fue de chilena. Pero el árbitro ya tenía decidido que había visto una falta en el salto del delantero danés. Falta que ni el defensa del Athletic había protestado. Una injusticia de aquellas en las que todo depende de cómo lo miras. Para los culés, que este gol fuera anulado es un robo. Para los athleticzale no habría sido justo recibir un gol después de un primer tiempo en el que habían sido mejores. Todos, de hecho, tenían su parte de razón. 

De la alegría de la primera jornada, el Barça pasaba a un ejercicio de supervivencia. De cuidar la pelota hace una semana se pasaba a perderla fácilmente, con una salida de pelota complicada, entre la baja de Piqué y los problemas de Nieto. Solo Pedri, cuando aparecía, ponía cordura. De Griezmann, pocas noticias. Y si la primera parte había empezado con Araujo reclamando un gol, la segunda lo hizo con el uruguayo evitando el gol vasco sobre la línea después de una acción al cabo de 30 segundos en la que Eric Garcia, de nuevo, perdió la partida contra Iñaki Williams. No dejaba de ser una manera de alargar la agonía, puesto que poco después Eric Garcia volvería a llegar tarde, en este caso defendiendo un córner, y vería cómo Iñigo Martínez marcaba el gol que los vascos llevaban un buen rato mereciéndose. No fue el día del central de Martorell, expulsado en el último minuto por una falta sobre el otro Williams, Nico, el hermano joven.

Los neerlandeses, al rescate

Koeman reaccionó con un doble cambio. Pedri, fundido, dio paso a Sergi Roberto y al joven austríaco Demir, que se estrenaba en la Liga dejando detalles de calidad. El doble cambio coincidía con un paso hacia delante de Frenkie de Jong y el cansancio de un Athletic que se había dejado el alma con su presión. Después de 70 minutos de juego, por fin el Barça cerraba los locales alrededor de su portería. De Jong, con una vaselina en el larguero, se encargó de anunciar que por fin el Barça había llegado. Pero fue Memphis quien salvó los muebles con un chute violento, seco, como si con él el neerlandés quisiera sacarse de encima la rabia por el mal partido del Barça. El ex jugador del PSV incluso habría podido marcar el segundo poco después, cuando el partido ya se había roto, y también Nico Williams se quedó cerca del gol en la jugada de la roja a Eric Garcia. Al final, lo mejor fue el resultado y el gol de Memphis. Un instante de luz en un partido convertido en un baño de realidad. Tocará remar contra corriente.

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