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Pau Ribes, el hombre que rompió barreras en la natación sincronizada

El deportista pone punto final a una carrera en la que se ha convertido en el primer nadador estatal en esta disciplina

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Pau Ribes, nadador sincronizado, fotografiado al Centre  d Alto Rendimiento de Sant Cugat del valles.

Sant Cugat del Vallès"Siempre era el único chico", recuerda Pau Ribes. "Al principio sorprendía. Ibas a ver una competición y pensabas... ¿qué hace este chico en la piscina", admite el presidente de la Federació Catalana de Natación, Ramon Bosch. A sus 27 años, Pau ha decidido poner punto final a una carrera en la que ha hecho historia, porque se ha convertido en el primer hombre español que ha competido en un mundo hasta ahora 100% femenino, la natación sincronizada. "Ha sido perseverante, persiguiendo un sueño. Es admirable", explica Bosch sobre Ribes, que el día de su despedida reunió a todo el mundo de la sincronizada a su alrededor: compañeras de equipo, entrenadoras, familiares, autoridades... "Es una persona que se ha hecho querer mucho por todo el mundo", dice Gemma Mengual.

A veces, la vida de una persona puede cambiar cuando menos se lo espera. Cuando Pau era un niño sus padres decidieron comprar entradas para un espectáculo de natación sincronizada. "Nadie en casa practicaba natación en el ámbito competitivo; fuimos a este espectáculo en las piscinas de saltos de Montjuïc como cuando vas al teatro, para disfrutar. El espectáculo se llamaba Un sueño de agua. Pero yo me enamoré de lo que vi y tuve claro que quería ser nadador artístico", explica. El problema, por supuesto, era que ningún chico practicaba este deporte. Era un terreno reservado solo para las mujeres. "Hay demasiada ignorancia y tópicos negativos", añade Pau, que no lo ha tenido fácil para poder "hacer lo que quería", soportando burlas y comentarios despectivos. "[Cuando era pequeño tenía] hiperactividad, un déficit de atención. Lo pasaba mal, llegaba a tirarme el pelo literalmente, me hacía daño. Mis padres decidieron que no querían ir por la vía fácil como hacían otras familias, es decir, medicarme. Me apoyaron y entendieron que el deporte era una vía. Nada de medicamentos. Y un deporte que empezó como una terapia ha acabado por ser mi vida. Yo no quería ir a la escuela, donde lo pasaba mal y no me sentía comprendido, quería estar en el agua. Gracias a mi familia pude sacar adelante los estudios y mi carrera como nadador", explica. "Dentro del agua he sido feliz. Además, la música también me liberaba. La sincro, pues, tenía las dos cosas, agua y música. Yo hacía lo que fuera para no ir a la escuela, quería nadar todo el día. La natación me sacó de la oscuridad, ofreciéndome un mundo de luz y agua".

"Mi padre siempre me ha cuidado. Él siempre recuerda que en los campeonatos había 200 niñas y un solo niño. Había que tener valor, no era fácil, mi padre también recibía preguntas, el inicio no fue fácil", recuerda, a pesar de que recibió el apoyo del CN Granollers, el club donde empezó. Después pasaría por el CN Sabadell y, finalmente, su último club, el de Les Franqueses. Poco a poco fue encontrando a gente que lo ayudaba. "Tanto quien me ha apoyado como quien no creía en mí me han hecho más fuerte. Pero sufrí especialmente en el momento en el que mis compañeras de generación pudieron seguir compitiendo y yo ya no. En categorías formativas podía estar en la piscina, pero cuando tocó dar el paso a categoría absoluta tuve que retirarme", recuerda. Esas niñas que habían empezado siendo sus compañeras de equipo y después sus amigas se hicieron mujeres y siguieron compitiendo. Él no podía. Durante más de un año, nadó solo. La puerta estaba cerrada, pero se abrió en 2014 cuando la Federación Internacional de Natación permitió a los hombres competir dentro de la sincronizada, a diferencia del Comité Olímpico, que todavía no los incluye en los Juegos. "Cuando dejé de competir fue duro, estaba en una situación complicada. Las compañeras habían dado el salto y yo no podía. Y entonces, en 2014, me llamaron para decirme que con la nueva normativa podía competir. La responsable del equipo español del momento, Esther Jaumà, me ofreció la posibilidad. La verdad es que me acojoné un poco, hacía tiempo que no entrenaba como tocaba. Estaba cagado. Pero después de tantos años de lucha tenía que intentarlo". Además, su pareja sería una de las mejores especialistas de todos los tiempos, Gemma Mengual, ganadora de dos medallas olímpicas y 24 en Mundiales. "Cuando lo vi por primera vez pensé: ¿qué haremos con él? Y mira cómo fue; cómo trabajó, cómo mejoró, es una persona admirable". En su debut en el Mundial en 2015 en Kazán acabaron quintos. Después, compitiendo con Berta Ferreras y Emma Garcia, ha ganado dos medallas de plata y cuatro de bronce en Europeos.

"Ahora han modificado la normativa. Será más exigente, puesto que el nivel sube. Entre esta nueva normativa y la pandemia, todo eran señales de que tocaba dejarlo. Los deportistas de élite siempre intentamos rendir por encima de nuestras posibilidades. Y yo ya no podía ofrecer mi mejor versión. Después de 20 años toca irse. A mis 27 años tengo que iniciar una nueva vida. No se puede vivir del deporte, desgraciadamente", razona. Seguirá vinculado a la sincronizada en Les Franqueses o ayudando a la asociación Panteres Grogues, que utiliza el deporte dentro de la comunidad LGTBI, donde él ha hecho de entrenador. Su nuevo trabajo, sin embargo, será abrir una academia de barbería. "Mi bisabuelo lo era y tenía una abuela artista, pintora. Crearemos de una forma diferente", explicaba el día de su retirada, rodeado de sus familiares, amigos y su pareja sentimental, Marta. "Cada coreografía, cada pareja en la piscina, cada día ha valido la pena. Hay que dejarlo para ceder paso a los jóvenes que abren camino", declara Ribes, que desde la temporada 2016/17 recibió una beca del CAR para perseguir sus sueños. Por eso quiso despedirse en el CAR, rodeado de su gente, que se emocionó con la última actuación de Pau, en los Europeos de Roma de este año, acompañado de Emma Garcia al ritmo del musical Cats, donde consiguió dos platas.

"No es fácil ser un pionero", dice la secretaria general del Deporte y la Actividad Física, Anna Caula. "El reto de romper estereotipos, el reto de romper miradas, el reto de que tanto hombres como mujeres, que sabemos que no somos iguales, sí tenemos que garantizar que tengamos igualdad de oportunidades, y que tengamos abierto un horizonte para escoger", añade. De hecho, cuando empezó era el único hombre y ahora la Federación Catalana tiene 29 licencias, 12 de las cuales de jóvenes que llegan pisando fuerte, inspirados por el trabajo de Pau Ribes.

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