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Adrián Embarba: “Cuando era pequeño era impensable ver carteles prohibiendo jugar a la pelota”

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Embarba, siempre enganchado a una pelota, reivindica el fútbol de calle

A Adrián Embarba (Madrid, 1992) no le gusta despegarse de la pelota. El extremo del Espanyol reivindica el fútbol de calle, donde aprendió a regatear y a ser un futbolista atrevido y descarado. En una conversación con el ARA, recuerda cómo definió el estilo que lo caracteriza desde pequeño y que querrá exhibir en el Camp Nou, un gran escenario donde nunca ha ganado y que visitará este sábado en un derbi barcelonés marcado por el buen momento del Espanyol y por la llegada de Xavi Hernández al banquillo del Barça.

Es uno de los jugadores que más regates acertados acumula en la Liga. ¿De dónde le viene este estilo de fútbol descarado?

— Mi fútbol es de calle. Es donde me he criado, el que he vivido de pequeño. Cuando era pequeño no hacía otra cosa que coger una pelota, ir a la calle y jugar a fútbol hasta que se hacía de noche o hasta que mis padres me venían a buscar. No me cansaba. Incluso cuando empecé en algún equipo, llegaba de entrenar y seguía jugando a fútbol en casa. Quizás de ahí me viene esta manera de jugar más atrevida. Siempre he vivido así. Es mi forma de ser y la que más me gusta. 

Hoy en día hay muchas plazas y espacios públicos donde prohíben jugar a fútbol. ¿Cree que esto puede provocar que se esté perdiendo este estilo de jugador?

— Sí, se ha perdido porque no dejan jugar en muchos espacios. Cuando yo era pequeño, era impensable ver un cartel de "aquí no se puede jugar a la pelota”. He jugado en todos los parques y plazas, y el problema más grave que podías tener era dar un pelotazo en algún lado, nada más. Mi calle la cortábamos, y cuando pasaba un coche parábamos un momento, nos apartábamos y lo dejábamos pasar. Hoy en día esto es más difícil porque no está permitido. Además, los niños de ahora, con las nuevas tecnologías, prefieren otras cosas. Se ha perdido bastante este tipo de fútbol, porque si vas a un parque ya no ves a niños pendientes solo de una pelota. Es una pena que no sigan jugando de este modo. Entre las nuevas tecnologías y que ahora los niños se crían de otro modo, esto se está perdiendo. 

¿Cree que esto puede provocar que cada vez se vean menos jugadores que intenten basar su juego en los regates y en el atrevimiento, que son dos partes indispensables del espectáculo?

— Sí, es así. Las estadísticas lo confirman: cada vez hay menos regates y se busca más el pase y menos el uno contra uno. En los planteles de los clubes este perfil de jugador no se trabaja tanto, se busca más el juego en equipo y el fútbol cada vez es más físico. Para el espectador es menos vistoso. A mí me gusta más buscar este tipo de juego de encarar, del uno contra uno, de jugártela con un regate. Es el estilo de juego que me gusta, que intento hacer y el que he aprendido desde pequeño en la calle.

El Rayo Vallecano, su ex equipo, era de los pocos que intentaban salir al ataque contra el Barça. Por su experiencia, ¿es mejor ir a buscarlos o esperarlos atrás?

— Nunca sabes qué puede ser mejor. El Rayo es un equipo que se caracteriza por ser valiente e ir a encontrar a los rivales, a jugar de tú a tú. Yo no veo el fútbol de otro modo que no sea este. He crecido con este estilo, es el que me gusta y el que siempre defenderé. Cerrándote atrás también puedes perder. Yo prefiero ser ofensivo. El Espanyol ha demostrado que es capaz de ganar a un equipo de este nivel jugando de tú a tú. Lo haremos porque queremos los tres puntos: por nosotros, por el club y por la afición. Sabemos que el derbi significa mucho. Aunque la clasificación sea ahora anecdótica, la posibilidad de acabar la jornada por encima del Barça es una cosa muy bonita. Lucharemos por eso, sabemos que es más que posible acabar la jornada con más puntos que ellos. Tenemos muchas ganas de conseguirlo. Yo todavía no los he ganado, a ver si llega la primera victoria. 

El Espanyol todavía no ha ganado fuera de casa. ¿Os puede estar pasando factura la vuelta del público, un factor que juega a favor de los equipos locales?

— En casa nos sentimos muy fuertes gracias a nuestra afición, y me imagino que a los rivales les pasa lo mismo. Sería la repera conseguir el primer triunfo lejos de casa en el Camp Nou. Esperamos que no nos afecte el factor campo, uno de los muchos aspectos que ellos tienen a su favor. 

La última vez que el Espanyol visitó el Camp Nou certificó su descenso a Segunda. ¿Tenéis en la cabeza ese recuerdo?

— No, es agua pasada. Pensamos en el presente y en el futuro, que es este partido que viene ahora. Es un partido que será complicado, en un campo muy difícil, pero que con la dinámica que llevamos y con las ganas que tenemos, será un gran partido y lucharemos para ganarlo. Sabemos qué supone el derbi para el club y la afición. 

Os enfrentáis a un Barça que estrena entrenador. ¿Prevéis un rival muy cambiado respecto al de las últimas semanas?

— Independientemente del entrenador que tengan, son un gran equipo. La llegada de Xavi al banquillo puede ser un punto a su favor, porque nosotros no sabemos exactamente qué planteamiento tendrán. Pero nuestro míster sabe preparar los partidos muy bien. Nosotros nos tenemos que centrar en nosotros mismos. Si estamos a nuestro nivel, somos capaces de competir y de ganar a cualquiera. Lo hemos demostrado esta temporada ganando a equipos como el Real Madrid y haciendo frente a rivales de gran nivel. 

El Espanyol, en cambio, afronta su segundo curso con Vicente Moreno. ¿Ayuda mucho a los jugadores la estabilidad en el banquillo?

— Sí. El es quien manda y quien decide la forma de jugar, y esto se refleja en los jugadores sobre el césped, en la confianza que tenemos y en el buen ambiente que hay entre el cuerpo técnico y la plantilla. Y también en el club en general. Desde que he llegado al Espanyol siento que este club es una familia, y esto lo queremos trasladar al campo para que la afición se sienta identificada con nosotros. Al final, todos buscamos que esta temporada haya estabilidad en el club. Esto ayuda a que tengamos confianza y se nota a la hora de entrenar, de estar juntos, en el ambiente del grupo. Lo estamos consiguiendo a base de victorias, resultados y juego. 

¿Físicamente agradecéis estas paradas de selecciones para descansar un poco?

— Más que físico, el descanso es mental. Menos el fin de semana, el resto de días seguimos entrenando. Mentalmente te libera y puedes hacer algún viaje. Los que estamos fuera de casa podemos volver. De vez en cuando también va bien un poco de aire fresco, descanso y desconexión para poder preparar el siguiente partido. 

Quien no habrá desconectado mucho es su amigo, Raúl de Tomás, que ha podido cumplir un sueño personal, debutar con la selección. 

— Nos alegramos mucho por él cuando salió la convocatoria. Se lo merece, lleva unos cuantos años haciendo un trabajo y un juego muy buenos, como reflejan los números. Es una gran alegría que un compañero nuestro y un amigo mío vaya a la selección. Es el resultado del trabajo que está haciendo el equipo. Ojalá podamos ir muchos más. No es fácil que un equipo como el Espanyol aporte jugadores a la selección. 

Un jugador del Athletic Club, Iñigo Martínez, decidió no ir a la Eurocopa del verano pasado por depresión. ¿Cree que la mayoría de aficionados al fútbol no son conscientes de la presión que sufren los futbolistas?

— Pasa un poco, sí. Los jugadores somos personas y cada uno tiene sus circunstancias, entorno y problemas, como cualquiera. Es un trabajo como otro y te afectan muchas cosas que la gente no ve ni valora. Hay muchas circunstancias que nos rodean que pueden hacer que rindas más o menos en función del ámbito personal. También hay jugadores que juegan con lesiones o con molestias que a veces no se hacen públicas. Aunque físicamente nos dedicamos a esto y somos profesionales, nos pueden afectar muchas cosas. 

Darder, en una entrevista al ARA, reconoció que había ido al psicólogo. Una cuestión que habría que normalizar. 

— Si, hoy en día es cierto que más de un compañero se encuentra en estas circunstancias y hay que normalizarlo porque es una cosa normal. Somos personas y tenemos nuestros problemas. Algunos necesitan ayuda y otros salen adelante de otro modo. Yo intento evadirme de las críticas y de los elogios. El ruido que nos rodea es muy fuerte y siempre nos llega algo, pero intentamos aislarnos un poco de todo, apoyarnos los unos a los otros y rodearnos de nuestra familia y nuestra gente. 

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