El Espanyol y la inteligencia artificial

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Luis Miguel Ramis dirigirá al Espanyol hasta final de temporada.

BarcelonaNo me da miedo la inteligencia artificial: todo lo contrario. Necesita regulación –ya se está trabajando– y es más parte de las soluciones que de los problemas que como sociedad tenemos planteados. El fútbol no debería ser una excepción aunque demasiado a menudo y en demasiados temas lo es. Y si hablamos del Espanyol, aún más. Hace unas semanas leíamos que el club había llegado a un acuerdo con la empresa de Esteban Granero (por cierto, uno de los futbolistas más inteligentes que hemos tenido) para aplicar la IA en la dirección deportiva. La tentación de hacer un chiste fácil sobre la necesidad de buscar en las máquinas lo que no encontramos en las personas es tan fácil que me abstendré de hacerla.

Esta misma semana la IA y el Espanyol se han vuelto a encontrar. Desde este mecanismo se ha hecho un pronóstico de cómo quedará la clasificación de Segunda división y, con los datos actuales, el resultado es que el Espanyol subirá directo con bastantes puntos de margen. Ojalá. Pero no me lo creo. Porque la IA trabaja con datos del pasado y con algoritmos que no tienen en cuenta las absurdas decisiones que se están tomando. La más clara y fácil: cesar al entrenador. No creo que quede ningún perico que confíe en Ramis. Todo el club es un desastre. Pero todavía estamos a tiempo de resolver el problema más acuciante e importante (el ascenso). Con Ramis no subiremos. Porque no hay evolución en el juego. Porque ni los datos ni las sensaciones son buenos. Porque incluso cuando dice cosas coherentes nos enoja. Es muy posible que ganemos el Mirandés, pero eso sólo alargará la agonía. Porque después iremos a Eibar y volveremos a hacer un papelón. Y así, sin tomar decisiones y sin cambiar de dinámica, acabará la temporada y seguiremos en Segunda. Esto es lo que pensamos todos los pericos. Y a menudo, la inteligencia colectiva acierta más que la artificial.

Mientras, un ruego. El sábado animamos al equipo. Aunque no lo merezcan. Nuestra felicidad está en sus pies. Debemos ser exigentes (porque no somos un simple ex equipo de Primera como el Racing). Pero una exigencia positiva. Pitando el palco cuando sea necesario. Pero animando a los que están en el campo. Porque un día, ellos (todos: los jugadores, Ramis, Garagarza, Mao, Chen) se marcharán. Y nosotros nos quedaremos solos, tristes y con el juguete roto.

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