Un Espanyol majestuoso da un puñetazo sobre la mesa en Vallecas

BarcelonaEl Espanyol empieza a ver rayos de luz el día que se disfraza de tormenta. Los blanquiazules sumaron una valiosísima victoria en Vallecas (0-4), donde firmaron el mejor partido de la temporada y, seguramente, también el más inspirado en años. Un puñetazo sobre la mesa ante un Rayo Vallecano que, pese a reavivar tímidamente en la segunda mitad, se vio claramente superado. Un triunfo capital que podría haber sido aún mayor y que aleja provisionalmente a los espanyolistas del descenso.

El chaparrón previo al partido sirvió de inspiración para los hombres de Manolo González, que convirtieron la primera mitad en una lluvia de ocasiones. Generaron diez, la mayor parte de ellas bastante claras. El Espanyol, de hecho, ya ganaba 0-2 en el minuto 16 después de que Cabrera enviara al fondo de la red un córner servido por Expósito y Roberto Fernández resolviera con acierto una gran transición en la que dos jugadores locales resbalaron en el peor momento.

Los blanquiazules sobresalieron en defensa, siempre bien ordenados, a partir de un medio del campo renovado con Expósito y Roca y que tiene en Urko un auténtico baluarte. A diferencia de partidos anteriores, en los que la producción ofensiva fue más bien escasa, esta vez el Espanyol fue un vendaval y sacó los colmillos cuando el Rayo, roto en el centro del campo, cometía cualquier pérdida. La consigna estaba clara: castigar a la defensa del Rayo con velocidad y verticalidad. Y el plan funcionó en grande.

El resultado al descanso, de hecho, era seguramente la peor noticia de una sensacional primera mitad de los espanyolistas, que atropellaron a su rival a base de contragolpes. Puado y Romero tuvieron dos oportunidades, y Lozano y Roberto Fernández gozaron de ocasiones lo suficientemente claras como para dejar visto para sentencia el partido en la primera mitad. Batalla y la falta de acierto impidieron que el Espanyol se marchara al descanso con una mayor ventaja.

El temporal visitante amainó tras el descanso, coincidiendo con un doble cambio del Rayo. Iñigo Pérez retiró a dos de los jugadores más imprecisos, Aridane y Nteka, y los madrileños dieron un paso adelante. Cuando tocaba resistir, apareció el santo de siempre, Joan Garcia, que recordó a todos por qué es el portero que para más goles en la Liga. El de Sallent amplió su repertorio con dos intervenciones colosales, primero en De Frutos y después en Álvaro García. Puado firmó la sentencia desde los once metros y Pere Milla cerró la noche con la cereza de la tarta. El Espanyol no marcaba cuatro goles a domicilio desde el 2016. RDT, que debutó en esta Liga, fue un espectador más del vendaval blanquiazul.