El problema del Espanyol es la bandera de España
El domingo debutaba Ramis y el Espanyol hizo el peor partido de la temporada con un triste (y valioso por inmerecido) empate ante el Huesca, uno de los últimos clasificados. Durante la semana hemos sabido que las pérdidas económicas del club no paran de crecer. El ascenso se aleja y nuestro mejor jugador –y máximo goleador– se lesiona y tiene por semanas. Para completar el penoso panorama, las imágenes dominantes de los aficionados desplazados a Huesca eran las mismas que las que se han visto estos días en las calles de Madrid: muchas banderas españolas. De hecho, no había muchas (ocho o diez) pero estaban concentradas en las que la cámara enfocaba más a menudo. Y esto es un problema para el Espanyol. Quizás no lo más urgente, pero sí uno de los importantes.
Podría explicar el sentimiento que me genera esa bandera por razones más relacionadas con el franquismo que con el nacionalismo. Pero no tiene demasiada importancia. También podría referirse a algunas de las banderas fascistas que las acompañaban. Pero sería demasiado fácil. O a la presencia ruidosa de algún dirigente de Vox en el desplazamiento perico. Pero no quiero quedarme en la anécdota. O bien en la violencia que algunos de quienes llevan estas banderas han mostrado hacia quienes, en Cornellà, llevan la estelada. Pero parece que en Huesca nadie se atrevió a ir con la independentista.
No quiero caer un exceso de subjetividad ni sesgo ideológico. Sin ser apolítico como ellos (y como Francisco Franco) quiero dar argumentos objetivos y pensando en el bien del Espanyol para hacer entender que la bandera española en el campo perjudica a nuestro club.
El contexto. En Cataluña, la bandera española es un símbolo muy marcado ideológicamente. Como la estelada. Podría ser distinto. Pero no es función de un club de fútbol cambiarlo. Son banderas que despiertan pasiones (favorables y desfavorables) y, por tanto, conflictos. Libertad de expresión. Toda. Tanta como la mía de opinión para decir que eso perjudica al Espanyol. Porque, y esa es la parte sustantiva del argumento, no hay ningún riesgo de que nadie identifique al Espanyol con la estelada. No existe posibilidad objetiva de apropiación del Espanyol por parte del independentismo. En cambio, sí existen por parte del españolismo político. Y el Espanyol es (sentimentalmente hablando) de todos los pericos: de los independentistas, de los unionistas, de los federalistas y de los mediopensionistas. Y que sea de todos, no quiere decir que cada uno pueda hacer lo que quiera con sus símbolos. Quiere decir que nadie tiene derecho a identificar sus símbolos políticos con los del club. Y si esto sigue así, muchos deberemos dimitir del fútbol. Y el Espanyol se volverá definitivamente pequeño e insignificante.