Barça

Un triunfo para creer en la Liga (1-0)

Un gol de Dembélé en el último minuto permite al Barça derrotar al Valladolid en un partido polémico y acercarse al liderato

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Messi, chutando una falta contra el Valladolid

BarcelonaPara ganar títulos hay que saber sufrir. Hay que saber ganar partidos también cuando las cosas no salen, cuando parece que no tienes ni puntería, ni energía, ni ánimo. Ese Barça eufórico que se zampaba rivales no hace tantos días volvía al trabajo después de una parada de selecciones muy poco oportuna a punto para situarse a un solo punto del Atlético de Madrid. Pero, en vez de jugar como los ángeles, el equipo de Koeman se atragantó contra un Valladolid que resistió hasta el último minuto, cuando Dembélé, hasta entonces errático y sin puntería, marcó el gol que permite al equipo de Koeman situarse a un solo punto del liderato (1-0). 

Después de ver cómo el Atlético se dejaba puntos en el campo del Sevilla, el Barça cayó en la trampa de pensar que todo sería coser y cantar contra un Valladolid que llegaba con nueve bajas. Si bien el equipo de Koeman no supo encontrar el camino del gol jugando bien, sí lo hizo con el corazón, negándose a aceptar un empate que habría hecho mucho daño. Las ligas se ganan así. Todo el mundo recordará el gol de Dembélé y nadie recordará el mal partido de todo el equipo antes. O que el propio Dembélé chutaba fuera todo el rato. La memoria es puñetera.

El fútbol, de hecho, siempre recuerda a los deportistas que si se quieren ganar títulos hay que picar piedra. Entre un arbitraje pérfido de Jaime Latre, que convertía la ley de la ventaja en una excusa para ignorar infracciones, y una versión magnífica del Valladolid de Sergio González, el Barça sufrió un corte de digestión, especialmente en la primera parte. El equipo azulgrana, con algunos jugadores que han jugado unos cuantos minutos con las selecciones, como Pedri, cansados, se encontró con un partido desagradable contra un rival que por instantes jugaba con más criterio. De hecho, a buena parte del barcelonismo le sobraba este partido en Lunes de Pascua contra un rival de la parte baja de la clasificación, pensando ya en el duelo contra el Real Madrid del sábado.

A pesar de saber que, en caso de ver una amarilla, tanto Messi como De Jong se habrían perdido el clásico contra el Real Madrid, Koeman hizo salir al equipo que en las últimas semanas ha puesto la directa. Ese equipo con Frenkie de Jong en el eje de la defensa y alegría en ataque, que cada semana se acercaba un poco más al Atlético de Madrid, no hace tanto tan lejano y ahora sintiendo la respiración del equipo azulgrana en la nuca. Pero los mismos hombres que habían hecho del triunfo una rutina antes de la parada de selecciones se marcharon al descanso nerviosos, luchando contra molinos de viento. Enfadado con Jaime Latre, sin juego, sin chispa ofensiva y sufriendo demasiado cada vez que el Valladolid salía corriendo hacia la portería de un Ter Stegen que vio cómo los castellanos habrían podido marcar en unos primeros 45 minutos que provocaron un corte de digestión a los barcelonistas que no se esperaban tener que sufrir. El duelo contra el Valladolid tenía que ser un trámite, el entremés del clásico. Y, en cambio, hizo falta masticar arena.

Roto en fase defensiva, el Barça sufría cada vez que Messi, enfadado, se tenía que morder la lengua cuando el cuerpo le pedía protestar las faltas que el colegiado no silbaba. Más de una vez el argentino rodó por el suelo y se levantó con esa mirada de pocos amigos de quien quiere quejarse al árbitro pero se lo piensa dos veces, no fuera que acabara perdiéndose el clásico. “Tiene ganas de sacarme la tarjeta”, dijo el argentino al delegado Carles Naval en el descanso, cuando Koeman cambió el dibujo táctico. En lugar de tres centrales, solo dos, y resituó a De Jong en medio del campo para hacer de las suyas. Había que jugar fuerte, claro. Empatar era desanimar al barcelonismo justo ahora que volvía a ver la luz. Y con el neerlandés jugando 15 metros más avanzado, se mejoró en ataque. Pero, sin él en defensa, el Valladolid también hizo más daño a la contra y convirtió el partido en una ruleta rusa en la que el equipo visitante protestó unas manos de Alba dentro del área. El Barça jugaba con fuego. Y Koeman fue valiente e hizo un triple cambio en el minuto 60: hizo entrar a Trincão, Araujo y Braithwaite por Griezmann, Mingueza y Busquets, para ordenar mejor el equipo.

Dembélé, salvador

Los cambios surtieron efecto y encerraron a un Valladolid que ya se olvidó de atacar y se defendió como pudo de los ataques de un Barça herido, consciente de que tenía que ganar como fuera el partido. Al final, el héroe del partido fue un Dembélé que había chutado al cielo de Barcelona hasta entonces, sin puntería, pero también había forzado la rigurosa roja a Plano que enfadó a un Valladolid que hasta entonces defendía sin sufrimientos. Pero cuando una jugada de De Jong lo encontró solo en el segundo palo, el francés se quitó de encima los miedos de las ocasiones falladas en París y marcó el gol que permite al equipo llegar el sábado al estadio Alfredo Di Stefano de Valdebebas por delante del Real Madrid. Y solo un punto por detrás de un Atlético que se ha ido quedando sin colchón. La Liga está más viva que nunca, en las manos de un Barça que ha resurgido de las cenizas, sin dejar de creer. También los días que no juega bien.

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