Víctor Font: la historia de un sueño

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Retrat de Víctor Font.

El compromiso con el Barça de Víctor Font es su máximo valor. No le falta barcelonismo. Voluntad e intención de ser presidente, tampoco. Ha puesto horas y dinero, equipo y contactos para conseguirlo. Explica que tiene el mejor diagnóstico, sabe lo que se encontrará, qué se tiene que hacer y cómo. Se reconoce a sí mismo como el futuro, a pesar de que no sabemos si es un futuro simple o perfecto. Ha sido omnipresente en los últimos años intentando aportar pequeños proyectos para actualizar un modelo obsoleto de gestión, mejorar la relación del club hacia el socio, buscar la transparencia y promover la digitalización. Después de triunfar en el mundo de los negocios, lejos de casa, ha vuelto por el Barça.

Para Font, llegar a la presidencia del club que quiere seria, seguro, un sueño personal y a la vez un reconocimiento en Catalunya. En términos anglosajones, en cuanto a su value proposition (el proyecto) de qué hay que hacer con la entidad seguramente no tiene rival. Pero su engagement (la capacidad para atraer la audiencia) con el socio del Barça sigue siendo mejorable. ¿Dubai está demasiado lejos del barcelonismo? ¿El socio entiende que esto del fútbol, por encima de todo, se ha convertido en un negocio y que hace falta el mejor gestor? La negación de ambas preguntas parece la constante que puede afectar las aspiraciones del candidato. Es más estratégico que próximo en las relaciones, como todos aquellos gurús de la nueva economía a los que representa y de los que mayoritariamente se ha rodeado en este viaje a Itaca. Esta aparente distancia emocional le resta empatía para conseguir la proximidad del votante culé que todavía prefiere tomarse un carajillo en el bar de la esquina antes de que pedir un Big Mac vía Glovo.

Font se define a si mismo como camaleónico. El mejor en los estudios o el trabajo y el más gamberro cuando es la hora de divertirse. Y todo, luciendo perfil de yerno perfecto, cabello canoso, traje impecable y camisa blanca. Es todo un businessman de Granollers. "Work hard, play hard", en sus propias palabras, explican la vida del consultor, "médico de negocios", como él explica, y es el que hace que se autoconsidere como el mejor para ocupar el palco del Camp Nou. Planificó la campaña perfecta de un candidato, teniendo detrás los mejores profesionales y asesores con tiempos, planificación y recursos cerca suyo. Incluso ha tenido de fiel escudero a Antoni Bassas, un número dos que le ha acompañado en todo el trayecto, aunque ha sorprendido su falta de protagonismo en el tramo final. Bassas podría haber sido un potencial presidenciable con más notoriedad de salida. Más de uno debe de haber pensado que invertir el ticket electoral habría sido una opción más resultadista.

Más buen presidente que candidato

Es aquí donde aparece el muro de la realidad: las elecciones son presidencialistas por naturaleza. Y Font ha jugado en equipo (Bassas, López, Nadal, Font, Uriach, Pierre, etc.). Un equipo directivo solvente a su alrededor, seguramente el más convincente de su proyecto, que se fue comunicando milimétricamente para generar un efecto in crescendo que quizás resulta insuficiente. Su proximidad personal y profesional con Ferran Soriano parecía un salvoconducto hacia la demostración de lo que puede ser la gestión al estilo Font.

La perfección intelectual en la categorización de los problemas que tiene el Barça se ha presentado como un elemento de rigidez en los discursos. Font ha intentado romper esta inercia con pequeñas diabluras para demostrar un barcelonismo incondicional. La gestión comunicativa ha resultado ineficaz con Xavi Hernández o Jordi Cruyff, sus grandes apuestas deportivas, que se han acabado diluyendo. De los futbolistas, técnicos y representantes dicen que nunca te puedes fiar.

Història d'un somni, el documental lanzado dos semanas antes de las elecciones, puede transformarse en un mal presagio, puesto que hay sueños que nunca dejan de serlo. Font ha basado demasiado su relato en un futuro contrapuesto con el pasado que personifica Laporta, en la gestión seria que encarna él versus el populismo de Jan. Pero el fútbol es fútbol y Font ha sido demasiado rígido y encorsetado en sus apariciones públicas. Se lo ha jugado todo a una carta y el rival ha sabido contraatacar con demasiada facilidad. Solvencia y trabajo son sus armas para reconstruir el Barça, lo tiene todo preparado y planificado (hace dos años que hace juntas directivas). Veremos si los culés le dan la posibilidad de aplicar todo aquello en lo que ha trabajado. Su carrera electoral ha sido un maratón donde ha faltado un esprint final mejor. Los que le conocen bien dicen que no es el mejor candidato, pero sí que sería el mejor presidente para el próximo mandato. El socio tiene la palabra.

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