De Paco Martínez Soria en el Corazón de la ciudad: todas las vidas de una actriz desconocida
Recordemos a Josefina Güell, artista, versátil y emprendedora, mujer inquieta, con una importante trayectoria poco reconocida, que este año habría celebrado 100 años
Barcelona¿Quién era Josefina Güell? Quizá sea buena idea que ella misma se presente: "Hola, me llamo Josefina Güell Saumell. Nací en Barcelona el 9 de abril de 1925. Mi padre era ebanista y no le iba mal, pero en 1936, cuando estalló la Guerra Civil, tuvo que dejarlo todo para ir a la frente. Enric y yo. La pobre lo pasó muy mal y, a causa de eso, nos puso internos en una escuela en Tiana. Allí lo pasamos bien, teníamos una maestra que por las noches nos recitaba poemas. Lo dejó por escrito ella misma, mujer inquieta, actriz versátil y emprendedora; tenía claros sus recuerdos, su memoria le dictaba sin equivocarse el nacimiento de su precoz vocación artística. Este año habría cumplido cien años. Le faltó muy poco para llegar. Murió en Barcelona el 17 de enero del pasado año, unos meses antes de cumplir 99 años. Su hija Silvia recuerda que mantuvo la cabeza clara hasta el final, también la vitalidad, las ganas de ir al teatro, la pasión devoradora por ese mal benigno que la poseyó durante toda su larga vida. El pasado 26 de mayo, el Teatre Romea acogió el merecido homenaje que la profesión teatral catalana le brindó. Los honores también los recibió otra actriz histórica y muy querida, Mercè Bruquetas, también centenaria este 2025 pero desaparecida hace ya años, en el 2007.
He contactado con Silvia porque me da la sensación de que el centenario de su madre no ha tenido la repercusión que merece. Quiero que me explique quién era y cómo era. Se lo merece. Hizo cine, teatro y televisión. Se marchó a trabajar al extranjero. Montó compañía teatral propia. Trabajó, de tú a tú, con algunos de los mayores del arte de la interpretación: Adolfo Marsillach, Joan Capri y Alady, por ejemplo. Llevaba la interpretación en las venas. Quiero enseñarle a Silvia un insólito hallazgo que he hecho. Un gran amigo, tendero de viejo, alquimista de todos los resortes del coleccionismo y conocedor de mi falera cosechadora de historias perdidas en el tiempo, me avisa de que le han traído una caja llena de fotos de una actriz catalana. Sospecha que me gustará. Y sí, me encanta. Son decenas de fotografías de Josefina Güell, retratos, escenas de películas, obras de teatro, reuniones con compañeros de profesión y fotografías familiares. ¿De dónde ha salido esto? Pronto saldré de dudas. Silvia se queda helada cuando se la enseño. Una maldita maleta perdida en la última mudanza de casa su madre, cuando ella ya no estaba. Y he aquí que lo que parecía perdido, ya no lo está. Un feliz reencuentro.
–Llegarás a los cien, ¿sabes?
–¿Y dónde los cumpliré?
–¡Al Romea, claro!
–¿Pero quién vendrá, si todos los amigos ya no están?
Josefina y Silvia fantaseaban con la posibilidad bastante plausible de celebrar el centenario en vida. La actriz no estuvo a tiempo, pero el día del homenaje, amigos había muchos. Bajo la dirección de Enric Llort, intervinieron Àngels Gonyalons, el director y compositor Raúl Patiño y las cantantes Celeste Elias y Gracia Fernández. Fue un éxito. "Mamá sentía un gran amor por la cultura en general y era muy optimista, siempre estaba convencida de que todo iría bien". Estaba al día de la cartelera de teatro y Silvia recuerda muy bien cuál fue el último montaje que fueron a ver juntas. Fue Instrucciones para hacerse fascista, con una gran Mercè Arànega en Villarroel en el verano del 2023.
Con Silvia miramos las fotos y me va contando cosas de mamá, detalles de su vida, momentos decisivos y conocimientos fundamentales. "Estas fotos son de Venezuela". Es el momento, a principios de los años sesenta, cuando Josefina se marchó a Caracas, donde su hermano hacía de fotógrafo para la radio de la capital. No había trabajo suficiente en Barcelona y allí pudo disfrutar de un interesante contrato para protagonizar unas cuantas telenovelas. Fueron dos o tres años desarrollando un oficio que de pequeña llevaba bien adentro, desde que su abuela, gran aficionada al teatro, le inoculó el mismo virus. Como tantísima gente de aquella época, fue el teatro de aficionados el que la formó. Así recordaba ella misma esta etapa inicial de nacimiento de la vocación: "Iba a una escuela llamada Santa Florentina. Allí formé parte del cuadro escénico de la escuela y hacíamos Els Pastorets, Cenicienta y otras funciones infantiles. Yo era muy feliz cada vez que nos decían que fuéramos a ensayar".
"Más adelante, a los 16 años, me afilí al Foment Excursionista, donde hacíamos una obra cada mes. A los 20 años me casé y fui madre. Me dediqué dos años a criar a mi hija".
Hasta que un día, casi de casualidad y contradiciendo los deseos de sus padres –no veían con buenos ojos su pasión por la interpretación–, Josefina se enteró de que el director y productor Ignasi F. Iquino, toda una institución del cine en Catalunya en los años cuarenta y cincuenta. Se presentó en el rodaje y pudo hacer de figurante. A partir de ahí, los conocimientos de Paco Martínez Soria y Pepita Serrador van consolidando una incipiente carrera teatral. Y llega el cine. El productor y director Josep Maria Argemí confía en ella y le ofrece un contrato. Tres filmes esenciales, Cristina (1959) –haciendo tándem con Enric Guitart–, Gaudí (1960) y, sobre todo, La presó de cristal (1956), su papel más celebrado y recordado, protagonista total junto a Adolfo Marsillach, que casi le sube a ganar el premio de la crítica de Madrid. Lo hubiera hecho si no llega a ser por la casi imbatible Sara Montiel deEl último cuplé. "Era la mujer más feliz del mundo, ya podía decir que trabajaba profesionalmente como actriz", rememoraba la actriz.
El regreso de Venezuela encaminó a Josefina Güell a quienes quizás fueron los años más intensos y satisfactorios de su trayectoria. Los años de la compañía de teatro propia. Los años de montajes tanto en catalán como en español. Mucha comedia y vodevil, mucho teatro popular, del que llenaba las plateas y hacía pasar muy buenos ratos. Títulos como Una casa de enredos, Mi chaval, Tu marido tiene pan en el ojo, Sorpresa en noche de bodas, La rival, Trampa para una mujer, La ratonera y un buen puñado más. Son los años esplendorosos sobre el escenario del Teatre Barcelona, en la Rambla de Catalunya esquina con Plaça Catalunya. Los años inolvidables del musical El diluvio que viene, que representó durante ocho años!
Las últimas obras de teatro las hizo en los años ochenta, codo con codo con el gran Paco Morán: La balada de los tres inocentes y Sin chapa y sin collar. ¿Y el cine? Pues papel interesante en las tres partes de ¡Victoria! de Antoni Ribas, también La telaraña, El crimen del cine Oriente y un último y divertido papel en Chuecatown (2007). ¡Ah! Y papeles en series de TV3 como Mujeres de agua y El corazón de la ciudad.
Pero, a ver, Silvia, ¿cómo se lo hizo tu madre para llegar como quien dice a los cien años? "No lo sé! Piensa que fumó hasta los sesenta, ¡eh!". Una mezcla colosal de fuerza de voluntad, energía y ganas de vivir. ¡Felices cien años, Josefina Güell!