Más allá de Peret y El Pescaílla: ¿sigue viva la rumba catalana?
Esta semana se cumple el centenario del nacimiento de Antonio González y en marzo también se recuerda que Peret habría cumplido noventa años. Son los padres de uno de un género sin roces entre tradición y modernidad
BarcelonaCorría el verano de 1989 cuando Francisco Casavella, novelista mayúsculo y rumbero de pro, explicaba lo difícil que era que una música "que ha sido olvidada durante años, marginada por tópicos estúpidos y esnobismos aún más estúpidos, recoja en un instante los frutos deseados". Francis, como le decían sus amigos, hablaba de rumba catalana –"la rumba que tumba"–, y además de poseer la pluma mejor afinada de la ciudad parecía tener el don de predecir el futuro. El escritor no sospechaba que el mundo entero escucharía esa música sólo tres años después de esa afirmación. Se estima que unos 3.200 millones de personas conectaron en algún momento con la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992. Y como es sabido, lo mejor fue cuando en los altavoces del Estadio sonó la rumba y el escenario casi cae. De peso y de emoción.
Es la música popular catalana, nuestro folclore y uno de los mayores patrimonios culturales que tendremos. Al igual que Barça, Dalí, Gaudí, Románico y Xavier Cugat. En esa liga juega la rumba. Pero como profetizaba el malogrado Casavella, fue un instante.
Si existiera un mes oficial de la rumba sería marzo. En esta hoja del calendario celebraban el cumpleaños El Pescaílla y Peret. Ambos son el padre y el hijo del género, porque el espíritu santo sería el Gato Pérez. Eso sí, decidir quién es el padre y quién el hijo sería entrar en una fútil discusión. Además, coincide en que este 2025 existen efemérides comunes a celebrar: el centenario del nacimiento del primero y el noventa del segundo. Por tanto, fiesta grande.
Los grandes referentes
Eclipsado por la fama –y el carisma desbordante– de su esposa, Lola Flores, Antonio González, El Pescaílla, ha sido una figura menos popular que otras que desfilan por este reportaje, pero su importancia es absolutamente primordial para el desarrollo posterior de la rumba en los años sesenta. "Para nosotros fue el maestro", dice Jonathan Ximenis, músico natural, como González, de las inmediaciones de la plaza del Raspall. En Gracia El Pescaílla es tan importante como los tres lirios de la bandera de la Villa.
Nacido en 1925 en un piso del número 8 de la calle Fraternitat, renovó el flamenco y de paso creó un género nuevo. "Como no hay grabaciones no es reivindicable. Si hubiera grabado cuando estaba en activo todo el debate posterior sobre el creador de la rumba catalana nunca habría existido. El 17 de noviembre de 1956 Ángel Zúñiga en La Vanguardia ya compara El Pescaílla con Elvis Presley", cuenta Txarly Brown, sabio y referente de la historia de la rumba catalana.
Aunque se hiciera un nombre en los bares de la calle Escudellers, buena parte de la carrera la hizo en Madrid, en el Duende y con Manolo Caracol. Y después con Lola Flores, claro. La leyenda dice que podría ser el inventor del ventilador, ese modo de rascar la guitarra con denominación de origen. Bajada con los dedos, golpe con la palma y subida con el pulgar. Un movimiento que hacía a 200 por hora. Pero allá de saber si fue, o no, el primero en hacerlo, que no deja de ser una anécdota, su influencia es capital: "Queda constancia de que él sintetizó la forma de transformar la música afroantillana en rumba catalana con los elementos naturales del flamenco: voz, guitarra y percusión simple, es decir palmas y bongo", aclara Txarly Brown.
De Peret, en cambio, está todo dicho y sobran las presentaciones. La valía de su obra para la cultura catalana es incalculable, puesto que es uno de los cuatro o cinco músicos catalanes más importantes de siempre. Hijo del Medio Amigo y seductor irremediable, no sólo cantó un catálogo de canciones incuestionable sino que fue el culpable de que la rumba llegara a todos los rincones. Peret fue una estrella de primer orden y durante muchos años alguien que coleccionaba números 1, vendía miles de discos y viajaba por todo el mundo con la rumba catalana por bandera. "Como artista es irrepetible y en la distancia corta tenía una personalidad abrumadora, una de esas personas que cuando abrían la boca, fuera por cantar o por contar algo, todo el mundo callaba y se le escuchaba. Tenía el fervor de la gente de una manera incondicional por sus canciones, pero sobre todo por su manera de ser". Quien habla es Rogeli Herrero, biógrafo de Peret y fundador de otro mito del género, Los Manolos, una banda que compartió escenario con el maestro en esa recordada actuación en los Juegos.
Peret, que murió en el 2014 a consecuencia de un cáncer, sería el gran exportador de este estilo musical en el mundo y se convertiría en el gran exponente de la calle de la Cera, el polo sur de la rumba de Barcelona. Allí estaba el bar Salchichón, Can Lluís y algunos de los gitanos más talentosos de siempre: Peret Reyes, Petitet y Chacho, su gran amigo.
Auge y caída
Harían falta tres artículos como éste para trazar una línea cronológica entre la aparición de estas dos leyendas –que celebrarán números redondos este marzo– y la salud de la rumba hoy en día. En medio no paran de pasar cosas, como con todas las músicas vivas. Si estableciéramos una lista con algunas de las más destacables sería similar a esto: Los Amaya y uno de los mejores discos de debut de siempre; Chango y la salsa gitana; Rumba Tres y el Ya no te puedo querer; la caída de popularidad del género y el resurgimiento con Gato Pérez, y, ya los hemos citado, Los Manolos.
Y entonces, después de que la rumba catalana volviera a las listas de éxito en 1992, la caída de nuevo, como había vaticinado Casavella. "Vino la crisis económica después de los Juegos Olímpicos y todo se fue al garete", dice Rogeli Herrero.
Pero la rumba, la música que David Bryne, de los Talking Heads, definió como "el escalón perdido", nunca se va del todo, sino que muta y se moderniza. Si no que les pregunten a tres nombres más o menos coetáneos y que son clave en esta historia: Manu Chao, Ojos de Brujo y Dusminguet, escritos en este orden de forma nada casual. "La rumba lleva a la UCI desde los años noventa, pero no acaba de morir. Y uno de los grandes motivos de su supervivencia fue la llegada de Manu Chao y el mestizaje a finales de los noventa", rememora Rogeli Herrero. El llamado sonido Barcelona añadió nuevas capas y tonalidades, con una generación de músicos jóvenes interesados por la rumba, aunque también por otras músicas como las jamaicanas, la cumbia y la salsa, todo desde cierta esencia contestataria y punk.
En los últimos años hay muchos proyectos que hacen ventiladores. Vale que no a todas canciones, pero lo tienen como un recurso habitual y han llenado espacios y escenarios realmente grandes, como La Pegatina, Txarango y Gertrudis. Un caso aparte son los Estopa, que directamente son una de las bandas más populares en todo el Estado de lo que llevamos del siglo XXI. Hoy en día nadie duda de la denominación de origen rumbera de los hermanos Muñoz, fans desde que eran chiquillos de las canciones de Los Amaya y Rumba Tres. Más aún, en el documental El ventilador, de RTVE, aseguraban que, para ellos, "Peret y El Pescaílla son como Zeus y Horus", además de recordar que su padre imitaba a Peret en todo lo que podía.
Un producto antiguo
Es sabido que los grupos que más han triunfado a nivel popular no han tenido la rumba catalana como eje único, o central, aunque en la última década han seguido activos un buen puñado de proyectos de tradición más clásica. Para los oyentes de toda la vida ha sido relativamente fácil encontrarse con nombres como los propios Los Manolos, pero también los 4 de la Cera, Raíces de Gracia, The Family Hipster, Míliu Calabuch, Málaga, Sabor de Gracia, Pep Lladó y Muchacho & Los Sobrinos, todas propuestas de altísimo nivel. ¿Su problema? No salir del nicho.
"Hay poco reconocimiento, y si no haces nada más moderno no llegas al público joven", comenta Jonatan Eiximenis. La inmensa mayoría de conciertos de su grupo, Arrels de Gràcia, son privados, para bodas, cumpleaños o celebraciones de empresa. "No hay interés de los programadores, aunque donde toquemos funciona de escándalo", dice. Además, denuncia la falta de un circuito donde se toque rumba de forma regular desde la desaparición del histórico Rumba Club, que dirigía Txarly Brown. Hay varios motivos para entender esta situación, aunque sus protagonistas apuntan sobre todo a un repertorio demasiado clásico y al hecho de ofrecer un producto antiguo en un momento de explosión urbana.
Toda esta problemática la ha recogido la nueva generación, y en este sentido son reveladoras las palabras de Eli Fàbregas, percusionista en Maruja Limón: "La rumba tiene gancho, pero ha sido algo estancada, no sólo en el ámbito sonoro, también le ha faltado evolución de género". Maruja Limón son un sexteto femenino con cada día más afición por la rumba catalana, especialmente en su último elepé, Tiene como la cara, aparecido hace pocas semanas. A les seves cançons hi ha flamenc, pop i ritmes llatins, entre els quals la rumba: "La música s'ha fusionat tant que només cal buscar noves sonoritats a la base clàssica, tot fet des d'una base de conèixer bé el que toques, també la tradició", assegura Fàbregas, que amb la seva banda mariden rumba amb sonoritats més properes a la música urbana d'avui dia, com el dancehall o el dembow. "La clave es encontrar las cosas que funcionan y que mezclan tecnología y calle".
La convivencia entre la rumba clásica y la moderna parece asegurar, de momento, la supervivencia del género. El ventilador sigue encendido para grandes audiencias y esto parece lo más importante más allá de la pureza. "No es tradicional, pero sí tiene la esencia. En cualquier caso, se han sabido adaptar mejor que nosotros a los tiempos que corren", dice Eiximenis sobre los grupos de mestizaje. "Al igual que el country convive con éxito con la música urbana en Estados Unidos, la rumba también debería hacerlo aquí", explica Rogeli Herrero. Cierra Txarly Brown, que defiende la relevancia actual de la rumba: "Es muy relevante en el ámbito artístico. El disco El madrileño de C.Tangana ganó 3 Grammys Latinos. Sencillo: es un disco de rumba catalana actualizado, con un productor y un sonido modernos y una buena inversión de dinero en marketing”.