Tecnología

Barcelona y Madrid, los obstáculos del 'Málaga Valley'

El municipio andaluz se quiere convertir en la referencia europea del mundo tecnológico

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Vista panorámica de la ciudad de Málaga.

BarcelonaMayo de 2007. La televisión malagueña abre los informativos explicando el hito: el congreso Mundo Internet se está celebrando en esta capital andaluza, y no en Madrid, como había hecho durante años. “Es la primera iniciativa que nace del proyecto Málaga Valley E27”, explica el presentador. El selecto grupo de empresarios al que se refiere es un club con pocos meses de vida que, dicen, pretende convertir el municipio en el Silicon Valley europeo. Catorce años después todavía no lo ha conseguido, pero la idea ya no parece del todo imposible.

Sobre todo desde que en febrero Google anunció que abriría un centro de excelencia para la ciberseguridad en Málaga. Después, Vodafone ha dicho que colocará ahí un centro de desarrollo de nuevas tecnologías. Y, todo esto, sumado al laboratorio dedicado al 5G que ya tienen Telefónica, Ericsson y Seat, el futuro primer centro de inteligencia artificial de la japonesa TDK y a las más de 600 empresas que hay en el parque tecnológico de Málaga. 

No es extraño, pues, que esta tendencia haya puesto en alerta a determinados sectores de Barcelona. “Cuidado, porque puede empezar a comerle terreno”, alerta una voz. 

El profesor colaborador de estudios de derecho de la UOC y abogado especializado en el sector digital Sergio de Juan-Creix no lo descarta, aunque con muchos matices: lo más importante es que Barcelona le lleva mucha ventaja. Además, como en tantos otros sectores, el rival habitual es Madrid.

Aún así, este docente admite que Málaga tiene ingredientes para ganarse un lugar en el azulejo de juego de la industria digital. Dice que la inestabilidad política y los llamativos disturbios de los últimos años pueden haber restado atractivo internacional a Barcelona. “No es que haya un éxodo [de empresas] hacia Málaga, pero es una alternativa”, razona De Juan-Creix. Sobre todo porque en esta capital andaluza hay dinero: “No predomina el perfil business angel, pero hay inversión”.

El poder de las grandes capitales

El último informe de Acció sostiene que Barcelona continúa siendo el cuarto punto europeo más estratégico en términos de start-ups y el segundo destino preferido entre estas empresas para instalarse. Es también, según datos de esta agencia pública, la tercera ciudad europea donde más rondas de financiación se cierran.

Para Albert Torruella, profesor en la UB y responsable de emprendimiento corporativo de Acció, además de esto hay toda una serie de indicadores que demuestran que Málaga todavía está lejos de rivalizar con Barcelona o Madrid. Por ejemplo, que la mayoría de ofertas de trabajo tecnológicas que aparecen en Infojobs sean de estas dos capitales, igual que en LinkedIn, donde la diferencia es de 400 y 450, respectivamente, a 40. 

“Pocas veces un territorio que no ha tenido tradición tecnológica de repente ha sobrepasado territorios que hace décadas o siglos que son epicentros de desarrollo de innovación”, argumenta Paloma Fernández, catedrática de historia económica y de negocios también en la UB. “El mismo Silicon Valley nació en un entorno de gran desarrollo tecnológico”, recuerda.

Según esta especialista, un entorno así no se crea a través de pactos entre gobiernos y empresas, por mucho que sean Google o Facebook. De hecho, más que intención de hacer industria, lo que ella ve en estos movimientos es voluntad de hacer mercado en un lugar de clima privilegiado y sueldos cómodos de pagar.

“Es cierto que la independencia, el covid y la crisis económica presionan para desincentivar la inversión de grandes tecnológicas [en Barcelona]”, admite Fernández. Pero una vez se vaya poniendo todo en su lugar, dice, pesará la competitividad de la capital catalana: estar cerca de Francia, un sistema universitario más sofisticado, un sistema institucional más atractivo e inversores más educados en el mundo tech.

“Es más posible que una start-up se sostenga en Barcelona que en Málaga”, concluye: “Por lo tanto, ¿Málaga hará sombra a Barcelona? Rotundamente no”.

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