Biden propone niveles de inversión inéditos desde la II Guerra Mundial

El presidente presenta al Congreso su plan de presupuestos para 2022 por valor de 6 billones de dólares

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Joe Biden este jueves en su atención a la prensa en la base de Andrews antes de embarcar en la Air Fuerzo One para viajar a Ohio.

WashingtonEs la carta anual a los Reyes Magos de los presidentes estadounidenses, la presentación al Congreso de su plan de presupuestos. Según adelantó ayer el New York Times, Joe Biden propondrá hoy al Capitolio que para el próximo año fiscal, que comienza el 1 de octubre, le aprueben uno por valor de 6 billones de dólares.

De recibir el beneplácito, los niveles de inversión del gobierno federal serían los mayores desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, con un déficit proyectado para la próxima década superior a los 1,3 billones de dólares, que alcanzaría un tope de 1,8 billones en 2022. La administración norteamericana defiende que, con una subida de impuestos a las grandes corporaciones y fortunas del país, comenzaría a disminuir en la próxima década. La economía estadounidense establecería un nuevo récord histórico de deuda en 2024, superando los registros de la Segunda Guerra Mundial. Para 2031, esta supondría un 117% del PIB.

El documento se hace público este viernes e incluye los dos planes principales que ha presentado Joe Biden desde que tomara posesión del cargo. Es decir, los más de 2 billones de dólares para un plan de renovación de las infraestructuras del país y 1,8 billones para el plan de Familias Americanas, con el que pretende fortalecer la escuálida red de protección social estadounidense.

El presidente insiste en buscar el consenso bipartidista, después de que al comienzo de su mandato consiguiera aprobar un plan de estímulo económico para combatir los efectos de la pandemia por valor de 1,9 billones de dólares sin un solo apoyo republicano en el Senado. Para aprobarlo, los demócratas tuvieron que hacer uso de una herramienta legal, conocida como “reconciliación presupuestaria”, que les permitió sacar adelante la ley con 51 votos y no con los 60 necesarios en la mayoría de los casos. La Casa Blanca trató de vender la idea de que el apoyo mayoritario de la población al plan que recogían las encuestas le daba la pátina bipartidista que le negó la política. Actualmente demócratas y republicanos tienen 50 senadores, con la vicepresidenta Kamala Harris como voto de calidad en caso de empate.

Joe Biden ha insistido en que Estados Unidos necesita hacer una gran inversión para recuperar y solidificar su clase media y para competir en el mundo en un momento de transformación económica marcada tanto por el crecimiento de China como por la lucha contra el cambio climático. Su plan de infraestructuras incluye no solo la renovación de las convencionales (carreteras, puentes, aeropuertos, acceso a internet, etcétera) sino también partidas para la lucha contra el cambio climático, como la financiación de estaciones de carga para vehículos eléctricos. Igualmente reserva una parte importante a la inversión en las “infraestructuras humanas” como, por ejemplo, la atención a los mayores o personas dependientes. La administración Biden argumenta que su país es el único del mundo industrializado sin bajas remuneradas para el cuidado de familiares.

Contraoferta republicana

Sin embargo, tanto en cuestión de monto como de contenido, la Casa Blanca se ha encontrado con la oposición republicana, que no acepta que se incluyan partidas para lo que no son infraestructuras tradicionales -lo que el senador republicano John Barraso calificó ayer de “socialismo camuflado como infraestructuras”-, ni tampoco que su financiación sea a costa de una subida de impuestos a las mayores fortunas y a las grandes empresas, tal y como propone Biden. Un grupo de senadores republicanos presentó ayer una nueva contraoferta a la Casa Blanca. Una inversión por valor de 980.000 millones de dólares que, argumentaron, se financiaría en gran medida con el uso de fondos del paquete de estímulo económico para combatir los efectos de la pandemia que todavía no se han gastado.

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