Bruselas deja para 2023 la armonización europea del impuesto sobre sociedades
La UE espera un acuerdo global este verano, cuando también presentará su propuesta para la tasa digital
BruselasAnalistas y políticos hablan de una inercia de cara a abordar a nivel mundial el debate sobre las prácticas fiscales de las grandes multinacionales, sobre todo después de la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, y de la necesidad de impulsar unas economías muy tocadas por el coronavirus. Pero Bruselas no se atreve a dar el primer paso y continúa esperando a que se desencalle la cuestión en el seno de la OCDE, donde la expectativa de un acuerdo político de mínimos está fijada para este verano. La Comisión Europea está al quite, pero no será hasta el 2023 que presentará su propuesta particular para armonizar el cálculo del impuesto sobre sociedades a nivel europeo. Antes, convertirá el acuerdo de mínimos de la OCDE en directiva europea para que se aplique sin fisuras en toda la Unión.
El comisario de Economía, Paolo Gentiloni, ha reconocido que "todavía queda mucho trabajo por hacer para llegar a un consenso global en unas conversaciones tan complejas". Un pacto que, según el italiano, "impulsará" la propuesta europea, que lo tomará como base pero irá más allá. Si Bruselas necesita tiempo hasta el 2023 no es solo para hacer trabajo técnico, sino también para conseguir un consenso interno que no se da por sentado teniendo en cuenta que dentro de la Unión hay países considerados paraísos fiscales como Irlanda, Luxemburgo o los Países Bajos, tradicionalmente opuestos a cualquiera de estas medidas. Estos gobiernos argumentan que fijar tasas mínimas a nivel global vulnera la soberanía fiscal estatal, y para aprobar cualquiera de estas medidas hace falta unanimidad, pero Gentiloni ya ha avanzado este martes que están dispuestos a hacer uso del artículo 116 del tratado de funcionamiento de la UE si es necesario para superar el obstáculo.
Por eso la propuesta para el 2023 tiene más forma de manual de instrucciones que de cifra concreta para el impuesto mínimo europeo de sociedades. De entrada, se cambiará su nombre. Se llamará BEFIT (Negocios en Europa: Marco para el Impuesto sobre la Renta, las siglas en inglés) y desaparece el acrónimo CCCTB (Base Consolidada del Impuesto sobre Sociedades). En la práctica será una guía de normas vinculantes para el impuesto sobre sociedades único para la UE, que fijará las características de una base imponible común y la asignación de beneficios entre estados miembros en función de una fórmula que tendrá en cuenta la reasignación de beneficios en toda la UE y se abrirá la puerta a una declaración única del impuesto sobre sociedades en la UE para evitar 27 declaraciones diferentes. Según fuentes comunitarias, se tendrán especialmente en cuenta los activos "intangibles", como por ejemplo derechos de marca o actividades publicitarias, una de las técnicas que empresas como Starbucks han usado para eludir impuestos, según han denunciado organizaciones como Tax Justice.
"La falta de un sistema de impuestos corporativos común al mercado único actúa como un freno a la competitividad", dice la Comisión Europea, consciente de la dificultad de la tarea. "Sabemos el reto que supone progresar en este sentido, pero si una cosa ha demostrado la pandemia es que nuestra Unión todavía es capaz de tomar acciones necesarias cuando las circunstancias lo piden, y ahora es el momento", ha dicho Gentiloni. De hecho, parte de la recuperación económica pospandemia pasa por la creación de nuevas vías de ingresos a nivel europeo, que tienen que permitir devolver la deuda (con intereses) emitida para captar los 800.000 millones de euros que constituyen el fondo de recuperación europeo.
Otra de las vías de estos ingresos que prevé Bruselas es, por ejemplo, la llamada tasa Google, que la Comisión presentará también este verano, alrededor de mediados de julio. Pero Bruselas irá paso a paso para adaptar la fiscalidad europea al siglo XXI, según el título que la Comisión ha dado a la agenda fiscal presentada este martes. Así, antes que nada dará facilidades fiscales a las empresas tocadas por la crisis del coronavirus, con tratamiento preferencial para aquellas pequeñas empresas que hayan tenido pérdidas, por ejemplo. Después se propone aumentar la transparencia fiscal a través de la obligación de publicar el porcentaje efectivo de tributación del impuesto sobre sociedades en toda la UE, pero también más vigilancia sobre las llamadas "empresas pantalla". Finalmente, abordará las cuestiones que dependen de la OCDE como la reubicación de beneficios de las grandes multinacionales y el impuesto mínimo de sociedades.