La "debilidad" europea frente a los aranceles de Trump
Un acto en el Círculo de Economía analiza las relaciones comerciales entre la UE y EEUU a raíz de la guerra comercial iniciada por Washington
Barcelona"A nivel económico, desde luego no es un buen acuerdo, pero es más o menos tolerable. Otra cosa es el coste político". Con estas palabras ha descrito el acuerdo comercial entre Bruselas y Washington Ignacio García Bercero, analista en el think tank Bruegel y durante 35 años negociador comercial de la UE. En un acto este jueves en el Círculo de Economía sobre el impacto de los aranceles, García Bercero ha lamentado la estrategia de la Comisión Europea ante la agresiva ofensiva comercial del gobierno estadounidense de Donald Trump: "Se ha dado una cierta imagen de debilidad de la UE", opinó, ya que la UE ha terminado firmando un acuerdo que es "un acuerdo que es".
En el mismo acto, Joan Tristany, presidente de la Asociación de Empresas Industriales Internacionalizadas (Amec), que agrupa a algunas de las principales empresas industriales exportadoras de España, ha recordado que, para las empresas catalanas y españolas, Estados Unidos no es el principal mercado exportador, pero sí tiene gran importancia. "Es un mercado de margen", ha explicado, en el sentido de que las empresas que operan suelen obtener unos beneficios más amplios que en otros países. Esto lo hace también un mercado que pide "una gran inversión de tiempo y dinero", añadió. Además, los aranceles tienen un efecto secundario porque sí impactan sobre la industria alemana y francesa que exporta mucho a EEUU y tienen como proveedores a empresas catalanas.
Es por eso que, a juicio de García Bercero, la UE habría tenido que mirar más a largo plazo. "El momento clave fue al día siguiente del Liberation Day", cuando Trump anunció una enorme tanda de aranceles que sacudió a los mercados financieros. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, convenció a Trump de suavizar la posición y abrir negociaciones con los gobiernos de todo el mundo.
"La Comisión suspendió todas las medidas de retorsión", ha asegurado García Bercero -en derecho internacional, la retorsión es la respuesta equivalente a una medida tomada por un estado contra otro- y optó sólo por "la negociación", aunque Washington nunca eliminó por completo los aranceles. El diálogo iniciado por Bruselas con la Casa Blanca dio como resultado el acuerdo alcanzado en julio por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y Trump en Escocia.
Según García Bercero, con este acuerdo, la UE obtuvo "el trato más favorable" entre todos los acuerdos firmados recientemente entre Washington y otros países, con la excepción de algún país con los que EEUU ya tenía superávit comercial, como Australia. El acuerdo alcanzado por Von der Leyen es "comparable a lo obtenido por Japón, Corea del Sur y, tras muchos esfuerzos, Suiza", y similar al del Reino Unido. Tiene "problemas en los sectores del acero y el aluminio" pero, a diferencia de los tratados con ambos países asiáticos, incluye unos compromisos de inversión europea en territorio estadounidense que "claramente no son vinculantes", sino "algo de papel", señaló.
Debilidad y falta de unidad
Sin embargo, el exnegociador cree que la UE podría haber sacado más de Trump, porque se sentó a negociar "sin tener prevista una estrategia de retorsión" para utilizar como bastón en caso de que la zanahoria del diálogo no funcionara. Ahora bien, también hay que tener en cuenta que, a diferencia de las tensiones comerciales durante el primer mandato de Trump, los países europeos se encuentran ahora menos unidos y con el problema añadido de Ucrania: "Tenemos una guerra en nuestra frontera y que EEUU pueda decir que dejará de apoyar [en defensa] ha complicado más la negociación", ha remarcado Tristán.
Otra opción para la UE habría sido crear una coalición con Canadá, Japón y Corea del Sur –añadir el Reino Unido es "imposible", dijo García Bercero– para denunciar los aranceles a la Organización Mundial del Comercio (OMC) para que abriera un arbitraje que les acabara declarando que castigaran a EEUU hasta hacerles retroceder. Esta estrategia era arriesgada y, además, significaba aguantar durante aproximadamente un año unas tarifas comerciales para sectores como la siderurgia o automoción significativamente más elevadas que las que han acabado imponiéndose con los acuerdos bilaterales. "A escala económica habría sido algo más costoso, pero políticamente habría sido mejor", porque habría enviado un mensaje de unidad y fuerza a nivel internacional para hacer frente a Trump.