Las comisiones ocultas que te cobra el banco cuando inviertes
Las entidades a menudo no informan de los costes que aplican a los clientes
Cada vez más gente invierte el dinero en los mercados financieros. El número de cuentas de inversión se ha duplicado los últimos cinco años en España y el importe invertido se ha disparado un 47%, hasta acercarse a los 610.000 millones. Si sois inexpertos en este campo, sin embargo, tenéis que tener una cosa presente: es muy probable que la entidad a través de la cual invertís os esté cobrando comisiones jugosas sin vuestro conocimiento.
La sociedad catalana y la española han estado tradicionalmente poco experimentadas en invertir en los mercados financieros, de forma que a menudo se pasa por alto cuánto paga el cliente para acceder a estos servicios.
La tradición de los pequeños inversores establecía que la práctica correcta era guardar el dinero en un depósito del banco y disfrutar de los intereses que generaran. Pero en la última década esto ha sido un mal negocio: el hecho de que los tipos de interés estuvieran en mínimos históricos ha comportado que los bancos dejaran de pagar a quienes tuvieran dinero en un depósito. Y esto ha empujado cada vez más gente a poner el dinero en fondos de inversión, a menudo animados por la insistencia de los comerciales de su entidad financiera. Si alguien conseguía ahorrar 30.000, 50.000 o 100.000 euros, parece razonable que no los quisiera dejar en un depósito: no ganaría nada.
¿Qué interés tenían los comerciales de la banca para que los clientes pusieran el dinero en un fondo de inversión? Es muy sencillo: miles de euros en comisiones, a menudo ocultas.
Explicado rápidamente: imaginamos que una persona invierte 10.000 euros en un fondo y, por ejemplo, al cabo de un mes tiene la suerte de que aquella cifra ha aumentado hasta los 10.100 euros. Ha obtenido una rentabilidad de un 1%. Pero en realidad aquellos 10.100 euros son los que le quedan al cliente después de la comisión que le ha aplicado la entidad, que no aparece reflejada en ninguna parte. Son lo que se conoce con el eufemismo de “comisiones implícitas” y que pueden sumar fácilmente cantidades muy superiores a lo que gana el ahorrativo con la inversión.
Obligación de información
Para impedir los abusos, una directiva europea estableció en 2017 que todas las empresas que presten servicios de inversión tienen que informar a los clientes de las comisiones implícitas que le han cobrado, así como los incentivos que el banco ha cobrado de un tercero para colocar determinados productos en el cliente. En España la normativa entró en vigor en 2019.
Posteriormente, la CNMV (el regulador de los mercados financieros español) aclaró que esta información se tiene que entregar cuando se acabe cada año natural y, a lo sumo, el 31 de marzo siguiente. Es decir, que cuando se acaba el año los bancos tienen tres meses para informar los clientes. Pero a menudo no lo hacen o, si lo hacen, muchas veces entregan la información en medio de un informe de posiciones aparentemente rutinario, de forma que el cliente no es consciente. A pesar de que la CNMV considera que esto es merecedor de una sanción grave o muy grave (dependiente de si es un incumplimiento ocasional o reiterado), el caso es que hay pocas sanciones por esta cuestión. Consultada por el ARA, la CNMV solo le hizo llegar dos sanciones en los últimos cuatro años: una a Ahorro Corporación (año 2018) y otra a ATL12 Capital (2021) de 100.000 y 85.000 euros, respectivamente.
Un problema para los bancos
En el sector explican que realizar estos informes es “una carga brutal” para los bancos desde un punto de vista tecnológico. “Es difícil de hacer: ¡es como si a un supermercado le hicieras decir cuánto dinero ha ganado con cada cliente! –explica un veterano del sector– Se tiene que mirar cliente por cliente: qué productos tiene, qué coste tiene cada producto...”
Normalmente, admite esta voz, el cliente no se da cuenta de nada. Ni de si le han enviado la información ni de cómo interpretarla en caso de que tenga la fortuna de haberla recibido. En parte –añade–, porque la gente no valora el precio que tienen los servicios de asesoramiento financiero. Y sus comerciales no saben explicarse, tampoco. “En los bancos ya les cuesta mucho producir esta información, pero, si además tuvieran que entrenar a sus comerciales para explicarse, se morirían”, resume metafóricamente.
Sea como sea, si usted tiene el dinero invertido, sepa que su entidad le tiene que entregar el informe de costes. Y que, como ya estamos en mayo, hace dos meses que le tendría que haber entregado el de 2021.
Protagonistas
Sorprendentemente, uno de los temas que más ajetreo ha levantado en el Círculo de Economía los últimos tres años ha sido en qué ciudad se tiene que celebrar la reunión anual de la entidad. Tradicionalmente se había hecho en Sitges, pero el aún presidente, Javier Faus, la llevó a Barcelona. La candidata Rosa Cañadas, que intenta recibir el apoyo de los defensores de la opción de Sitges, ha optado por proponer que el Círculo haga dos reuniones anuales: una en Sitges y la otra en Barcelona. Una decisión salomónica.
Una medida estrella de Isabel Díaz Ayuso en Madrid es deflactar el IRPF. Es un tema delicado porque consiste en bajar el IRPF para impedir que la subida de la inflación (y, por lo tanto, de los sueldos) haga que muchos contribuyentes salten de tramo y, por lo tanto, paguen más impuestos. Pero ¿cómo se hace la deflactación? ¿Con el IPC medio del año, con el de un mes concreto? ¿Y se tendría que hacer por igual en todos los tramos? “Estamos viendo si lo hacemos a través de la inflación o del IPC”, dijo en Onda Cero la semana pasada Ayuso, que demostró que esta no es bien bien su especialidad.
La secretaría de Hacienda de la Generalitat ha fichado a Jaume Menéndez, directivo del área fiscal de Naturgy durante décadas, para que dirija el área de política fiscal corporativa. ¿En qué consiste este trabajo? El objetivo, explican en el Govern, es estandarizar las prácticas fiscales y de gobernanza. Casi nada.