La economía mundial se adentra en la era de los aranceles de Trump sin saber la letra pequeña
No se ha publicado ningún papel de los acuerdos alcanzados entre EE.UU. y los diferentes países
WashingtonUn salto de fe en el que el mercado se ha señalado antes de lanzarse sin más alternativa. La economía mundial navega a tientas dentro de la nueva era de los aranceles de Donald Trump, en los que todo lo que se sabe, de momento, son compromisos de boca y no de letra. Más allá de la orden ejecutiva que la Casa Blanca emitió la semana pasada para hacer efectivos los impuestos a las importaciones que deben aplicarse en las próximas horas, no se ha publicado ninguno de los acuerdos alcanzados con los países con los que negoció. La ausencia de los detalles negro sobre blanco no hace más que aumentar los interrogantes sobre cómo deben ejecutarse los compromisos (o si son viables) y, en medio de la incertidumbre, Trump se hace fuerte.
La amenaza de este martes con imponer un arancel del 35% en la Unión Europea si no cumple con la promesa de invertir 600.000 millones de dólares en la economía estadounidense es un claro síntoma del elefante de la habitación. Trump parece que regresó de Escocia con la idea de que el dinero que le prometió la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, fluiría sin obstáculos hacia Estados Unidos. El rumor sobre la incapacidad de Bruselas para dictar dónde empresas y accionistas privados deben gastar el dinero parece que finalmente ha llegado a las orejas del presidente estadounidense. De ahí el mordisco del posible 35%. El comentario de Trump en el que considera el acuerdo un cheque en blanco –"Puedo hacer lo que quiera con ese dinero"– ya deja entrever la profundidad con la que el presidente ve la cuestión.
Otra muestra de cómo el pacto entre Bruselas y Washington no deja de ser un marco referencial es el hecho de que los europeos todavía están negociando a contrarreloj qué productos quedarán exentos del 15% general. La UE está presionando para conseguir que los vinos, licores y cervezas europeas no tengan que pagar el impuesto, lo que mantiene a la industria con el corazón en un puño hasta el último minuto.
En Japón, la inconcreción de un pacto impreso está haciendo que la historia que Trump y los nipones cuentan en su población sea bastante divergente, aunque se está hablando del mismo acuerdo. El estadounidense ha estado afirmando que Japón ha aceptado un nuevo mecanismo de financiación de 550.000 millones de dólares que "reconstruirá y expandirá las industrias clave de Estados Unidos" y que él mismo decidirá dónde se ponen. Trump volvía a hablar de la cifra como si los japoneses tuvieran que hacerle una transferencia. En Tokio, la cantinela es otra: el negociador comercial nipón, Ryosei Akazawa, ya ha remarcado que sólo contribuirán con "entre el 1% y el 2%" de esa cantidad en efectivo, y que el resto provendrá de préstamos o garantías financieras de bancos vinculados a Japón.
La nueva amenaza a la UE de subir aranceles también constata que sentarse a negociar con Trump no garantiza protección alguna ante futuros giros de guión. Al igual que ha seguido apretando a los europeos, que han hecho manos y mangas para contentarle, también ha amenazado a la India, que se niega a plegarse a sus presiones. Este mismo martes el magnate dijo a Narendra Modi que el arancel del 25% a sus importaciones será "más alto" si sigue empeñado en comprar crudo en Rusia.
China y México, pendientes
Fuera de los países que han pactado nuevos aranceles y los que no, también está el grupo de los que siguen jugando con tiempo añadido: China y México. Haber conseguido más tiempo para seguir negociando mantiene la incertidumbre de cómo concluirán las conversaciones o si habrá que seguir viviendo las prórrogas arancelarias mes a mes. Con Pekín se supone que la fecha para que llegue un acuerdo definitivo es "inminente" y mientras tanto se le aplicarán gravámenes del 30%. México también respira aliviado mientras continúan los aranceles sólo para aquellos productos que están fuera del T-MEC. Justamente, el consumidor estadounidense es el primero que notaría la subida de precio en los supermercados en los productos frescos que se importan de ese país. El otro vecino de EEUU, Canadá, afronta resignado el arancel unilateral del 35%.
Más allá del impacto económico, los puertos y aduanas de Estados Unidos también se preparan logísticamente para un aumento del volumen de trabajo. Los 60.000 trabajadores de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza no solo tendrán que hacer cumplir la política migratoria del presidente, sino que también se les da trabajo con el control de bienes. La Big Beautiful Bill aprobada en el Congreso prevé mayor presupuesto para ampliar la plantilla y dar más recursos a la oficina. Pero de ahí que esto se haga efectivo pueden pasar meses. Los aranceles entrarán en vigor mañana.
La revista Wired reportó que desde la aprobación de los primeros aranceles en abril, las denuncias por prácticas dudosas de importadores que intentan esquivar las tarifas ya se han disparado cerca de un 160%. Y muy probablemente seguirán creciendo. Una de las prácticas más comunes es etiquetar erróneamente el contenido del paquete o el origen del país, con la intención de sortear el impuesto.
Irónicamente, los aranceles también impactarán en la maquinaria que se utiliza en los puertos marítimos para descargar los contenedores. Cary Davis, presidente y director ejecutivo de la Asociación Americana de Autoridades Portuarias, explicaba a la cadena de radio pública NPR que Estados Unidos todavía depende de China a la hora de conseguir las grúas gigantes que descargan los barcos. "China tiene aproximadamente un 80% de cuota de mercado en estas grúas gigantes que van del barco al suelo. [...] La semana pasada se presentó un proyecto de ley, el llamado puerto crane tax credit act, para ayudar a incentivar la fabricación de estas grúas grandes en Estados Unidos. Pero hace falta tiempo. Es necesario un período de preparación y de escalada. Por tanto, mientras tanto, debemos seguir adquiriendo estas grúas de China, Austria, Irlanda o Corea, hasta que podamos fabricarlas aquí en Estados Unidos", explicaba Davis este lunes.