Directivos

El empresariado independentista, a Junts: "Tenemos una oportunidad de oro"

Los directivos soberanistas instan a "hacer un PNV" y obtener contrapartidas económicas en la negociación

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El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont en Bruselas.

Barcelona¿Investir o no investir? ¿Qué debe pedir Junts a cambio? La gran pregunta de las últimas semanas en la política catalana se oye en todos los ámbitos de la sociedad catalana y todo el mundo tiene una respuesta. El ARA ha querido saber cómo ve el empresariado independentista el trascendental momento político y la decisión que debe afrontar el partido de Carles Puigdemont, que, tal y como ha avanzado este diario, liderará la negociación. Y pese a las diferencias, entre las siete voces consultadas (todos influyentes directivos y empresarios) predomina un ruego: el de apostar por el pragmatismo.

Solo una de las voces que han participado en este reportaje, la de la presidenta de la Cambra de Comerç, Mónica Roca, ha accedido a figurar con nombre y apellidos; el resto han pedido el anonimato. Los consultados tienen claro que Catalunya vive una rara eventualidad que le va de cara y debe aprovecharla. "Creo que es una oportunidad única", dice un directivo. "Tenemos una oportunidad de oro", refrenda una ejecutiva, "tenemos una posición negociadora de fuerza, y eso no siempre ocurre", añade.

Si el momentum está claro, también existe cierta unanimidad en los objetivos de la negociación: beneficios económicos tangibles que en algunos casos han sido largamente esperados. "Es hora de que Catalunya sea decisiva y de que sus votos generen prosperidad en un plazo de tiempo corto", dice una de las fuentes consultadas. "La política debe mejorar la vida de los ciudadanos", apunta. Un directivo de marcado perfil independentista se suma: “Creo que lo que espera la gente son avances en infraestructuras, en financiación: es el momento de hacer un PNV, porque el país no está ni para la autodeterminación ni para nada”. No es el único que se acuerda del Partido Nacionalista Vasco, conocido por su pragmatismo y capacidad negociadora: “Que llamen al PNV y pregunten cómo se hace, que en cada investidura y en cada presupuesto, pasa por caja”. El fundador de una importante empresa catalana se suma a esta visión pragmática: "Yo era votante de CiU, está todo dicho".

¿Qué piden estas voces? Hay diversidad de opiniones: "Hay que apostar por las infraestructuras, esto nos permitiría mejorar la competitividad", dice uno. "El acuerdo debe tener tres ámbitos: inversiones, infraestructuras y fiscalidad", agrega otro. "Debemos poner el foco en infraestructuras como el corredor mediterráneo y el aeropuerto, y la financiación", dice la empresaria consultada.

El riesgo de "pasarse de frenada"

Estos empresarios insisten en otra idea: “Igual de importante que el cumplimiento de pactos es un mecanismo de corrección cuando no se cumplan”, explica una directiva. "Hay que atar lo que te prometen", dice otro de los entrevistados. Y en su carta a los reyes, esta mayoría de empresarios pragmáticos insisten en una idea: “Hay que negociar fuerte, pero dejando claro que el objetivo es formar gobierno, porque en unas nuevas elecciones es imposible que mejore el contexto actual”. “Hay que apretar con las peticiones, pero sin pasarse de frenada, sin romper: el voto tiene que ser caro, pero unas nuevas elecciones no nos traerán nada bueno”.

Si de las siete fuentes que han atendido al ARA cuatro apuestan abiertamente por una vía pragmática, hay dos que también lo hacen, pero desde una posición mucho más de máximos. Es el caso de Mònica Roca, presidenta de la Cambra: “Estamos hartos de una represión económica que hace demasiado tiempo que dura; los datos de inversión en infraestructuras y de inversión en Catalunya por lo general hablan por sí solos y te puedes remontar cinco, diez o cien años”, explica. Roca, que apunta que no es la función de la Cambra decir a los partidos lo que deben hacer, constata que "si se juegan bien las cartas, se puede acabar con la represión económica". Y añade un último punto: “La economía catalana está muy bien, ya la querrían muchos países, y ha aguantado el covid, la guerra, la inflación, y por eso no debería darnos miedo ir a unas elecciones: las aguantaría sin problemas”. Otro directivo coincide en que "no sería ningún drama" ir a unas nuevas elecciones.

Una minoría de posiciones maximalistas

Un presidente de empresa se suma a las peticiones maximalistas: “Puede haber la tentación de negociar cosas puntuales, como el déficit de financiación; si esto sirviera para tener la situación que tienen los vascos, pues ya lo veríamos bien, pero todo lo demás, Rodalies y compañía, me parece de segundo orden”. Esta voz centraría sus esfuerzos en afrontar lo que denomina “el problema estructural de fondo de forma definitiva”. Lo fija así: "Que los ciudadanos de Catalunya puedan decidir su futuro y tener garantías de que lo que decidan se llevará a la práctica".

Hay una séptima voz que se centra sobre todo en conquistas políticas en el ámbito de la autodeterminación y que no oculta su pesimismo: “Hay que hablar de objetivos políticos, no de servicios, y dudo que en tres o cuatro meses esto sea posible”. Este empresario añade que "no hay nada que el gobierno español esté en disposición de ofrecer que valga el voto de Junts". Quizá por eso lanza un mensaje a Junts: "Lo primero que tienes que hacer es no hacer frente común con ERC, que ya ha dicho que quiere investir a Sánchez".

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