El condecorado empresario y político catalán que ya pidió el concierto económico en 1899
Albert Rusiñol Prats se dedicó al negocio algodonero de hilaturas familiar y presidió organizaciones como el Círculo Ecuestre
- 1862-1928
Nadie puede dudar del talento como pintor y como escritor de Santiago Rusiñol, pero lo que es seguro es que la vida bohemia, los constantes viajes, la vida en Sitges y en París y, en general, todas las aventuras, no hubieran sido posibles sin la fortuna de su familia. Su abuelo había hecho crecer una industria algodonera en Manlleu (Osona) que, con el paso de los años, heredaron los hermanos Santiago y Albert. Pero Santiago, el mayor, decidió que la vida fabril no le interesaba nada y cedió la gestión de los negocios familiares a Albert, el hermano pequeño, que acabaría siendo un gran hombre de negocios y un político muy activo.
Con sólo veinticuatro años, por la muerte del abuelo y también por la renuncia de su hermano mayor, Albert Rusiñol tuvo que hacerse cargo del negocio algodonero de hilaturas, que en aquellos momentos se llamaba Fábrica de Hilados y Tejidos de Jaime Rusiñol. Dos años más tarde, la empresa familiar pasaría a llamarse Hermanos Rusiñol.
Convertirse de repente en uno de los principales algodoneros del país no fue suficiente para Rusiñol, que de joven empezó una carrera política fulgurante. En 1893 fue elegido diputado en las cortes de Madrid por el distrito electoral de Vic, un cargo que repitió en 1905 y 1923, mientras que por el distrito de Barcelona lo fue en los años 1901, 1903, 1914, 1916, 1918, 12 y 1919. senador por Tarragona. Durante el mitin proteccionista que se organizó en Terrassa en 1894 intervino y recordó que era el más joven de todos (en aquellos momentos tenía treinta y un años). Dentro del ámbito de la vida social, durante el período 1894-1896 ejerció como presidente del Círculo del Liceo.
Un año especialmente intenso para Rusiñol fue en 1899, no sólo porque se implicó en la creación de la Asociación de Fabricantes del Ter y porque fue elegido presidente de Foment del Treball, sino que también por las convulsiones políticas del momento. Durante el otoño de ese año se organizó el célebre cierre de cajas de los negocios catalanes, como protesta contra las políticas fiscales del Estado, una acción masiva que vino seguida de una fuerte represión desde Madrid. Pocos días después del cierre de cajas, Rusiñol -como presidente de Fomento- y los presidentes de la Sociedad Económica de Amigos del País, del Ateneo Barcelonés, del Instituto Agrícola Catalán de San Isidro y de la Liga de Defensa Industrial y Comercial visitaron a la reina regente y al presidente del consejo de ministros para pedir el concierto. De hecho, se trataba de una reedición de la visita que habían realizado un año antes los mismos personajes y en esta ocasión también el resultado fue el rechazo total por parte de las instituciones españolas. En ese mismo otoño, Rusiñol publicó una carta en un diario de Madrid donde afirmaba que "la campaña insensata de la prensa de Madrid [...] ha producido más regionalistas que toda la prensa de Cataluña junta", una manifestación que parece terriblemente actual.
Y aún habría más peticiones ese año, porque nuestro protagonista, en calidad de presidente de Fomento, pidió al consejo de ministros la creación de un puerto franco en Barcelona, pero no salió adelante. La reivindicación no era nueva, porque ya en 1711 se había intentado por primera vez y todavía se harían más tentativas en la época franquista, todas ellas sin éxito. Con tanta agitación no es de extrañar que pocos meses después, en la primavera de 1900, Rusiñol tuviera problemas graves de salud que, afortunadamente, superó. Volviendo al ámbito político, fue clave en la creación de la Liga Regionalista (1901), el partido de Francisco Cambó. Sólo un año después, Rusiñol fue nombrado presidente.
En los últimos años de su vida presidió el Círculo Ecuestre y la aseguradora Banco Vitalicio de España. También le tocó vivir, como miembro del consejo de administración, la quiebra del Banc de Barcelona (1920). En marzo de 1928 fue sometido a una intervención quirúrgica que se esperaba que le solucionara un grave problema de salud, pero no fue así y pocas horas después murió. La lista de títulos y menciones que acumulaba en el momento de traspasar era muy larga: Caballero de la Legión de Honor, de la Corona de Italia, de la Orden de Cristo de Portugal (supuesta continuadora de la Orden del Temple), Comendador de la Orden de Carlos III, titular de la Cruz de Isabel la Católica y de la medalla de oro de Alfonso XII, entre otros.