MODA

La diseñadora catalana que ha enamorado a Kim Kardashian

En sólo siete años Little Creative Factory se ha hecho un hueco en la pasarela de Nueva York y prevé facturar 1,8 millones de euros este 2018

La diseñadora catalana que ha enamorado a Kim Kardashian
Natàlia Vila
06/05/2018
3 min

“Caminante, no hay camino, se hace camino al caminar. La diseñadora Cristina Fernández resume con este verso deAntonio Machado su llegada al sector de la moda. “Todo surgió de forma muy naíf y del todo inesperada; seguramente si hubiera hecho un plan de negocio no habría ni empezado!”, asegura Fernández, que en el 2009, con la crisis, se vio obligada a cerrar el despacho de arquitectos donde trabajaba. “Un mes después daba a luz a mi primera hija, Ona”. Entonces, esta arquitecta se volcó en la maternidad. "El despacho de arquitectura nos había ido muy bien, pero la crisis era imparable en nuestro sector", admite Fernández.

Después de esto, su entrada en el mundo de la moda fue, como dice ella, “por necesidad”. “Mi hija sufría mucha otitis y no encontraba ningún sombrero que le cubriera las orejas y que a la vez me gustara lo suficiente, así que decidí confeccionar un yo misma”, recuerda Fernández. “Yo no sé coser ni un botón, así que hice un dibujo, compré las telas y las tiras y pedí a una modista del barrio, de las de toda la vida, si ella podía coser lo que había dibujado”.

Este fue el primero de los tres hits que impulsaron la carrera de Fernández con Little Creative Factory, que inicialmente nació con sólo ropa infantil. “De forma totalmente inesperada el sombrero tuvo un éxito brutal; me paraban por la calle para preguntarme dónde la había comprado y cuando entraba en las tiendas de ropa de niños me hacían la misma pregunta. Querían saber la marca, interesados ​​en poder venderlo”, recuerda Fernández seis años después, aún sorprendida.

Su reacción fue rápida. “Hice 400 gorros en un taller, los cogí todos y fui a dejarlos a las mejores tiendas de ropa de niños que conocía, entre las que hay algunas que son un referente en moda infantil, como 248 Barcelona y Suit Beibi. Fueron las dos primeras tiendas que creyeron en mí”, explica Fernández. Esta emprendedora no se quedó ahí. “Después de hacer esto cogí a mi hija, a la que todavía le daba el pecho, y fui por toda España con el AVE para hacer lo mismo: dejar los gorros en las mejores tiendas que pude”.

Así empezó su negocio de ropa infantil, que se vendía por internet y en tiendas multimarca. El siguiente paso fue dar una apuesta fuerte por estar presente en las ferias internacionales y encontrar compradores. "Siempre he tenido claro que quería proyectar una imagen internacional y por eso, pese a que diseñamos y producimos en Barcelona, ​​el nombre de la marca es en inglés y todas nuestras comunicaciones están en este idioma", explica Fernández.

El segundo hit no tardó en llegar. “Un día recibimos por internet un pedido de 2.000 euros, que en ese momento era mucho”, explica la diseñadora. “La clienta era Kim Kardashian, que compró para su hija todos los modelos de bañadores que teníamos, unos 10 o 15, todos de la talla 2”, recuerda. Poco después, una revista publicó una fotografía de la modelo, durante su segundo embarazo y acompañada de su hija, que lucía, precisamente, un bañador de Little Creative Factory. "Esto nos emocionó muchísimo, pero además nos dio mucha repercusión, sobre todo en las redes sociales", explica la diseñadora y fundadora de la marca.

Después de eso, Fernández decidió ir a Nueva York y allí también enamoró al fotógrafo Lee Clower (tercero hit ), que, entre otras cosas, ha sido el fotógrafo de Michelle Obama. “Fue otra gran suerte; Clower nos dijo que quería ayudarnos y en dos semanas nos ayudó a debutar en la pasarela de Nueva York. Creo que éste fue el momento más pletórico de mi vida”, confiesa Fernández.

Hoy esta pyme de una decena de trabajadores ya vende a más de 30 países de todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos, que representan un 40% de su facturación. Hace un año abrieron su tienda emblema en el barrio de Ribera de Barcelona y, según los datos del Registro Mercantil, en el 2015 dejaron de perder dinero. En 2016 (último año con resultados publicados) rozaron los 700.000 euros de facturación y, según avanza la compañía, en 2017 las ventas superaron el millón de euros.

El objetivo ahora es alcanzar los 1,8 millones este año y mejorar el beneficio neto, que en el 2016 se quedó en los 10.000 euros. "Me caí y me he levantado varias veces", asegura esta diseñadora, que mantiene que lo más importante es "confiar en uno mismo". "Me decían que no era el momento, que no me hacía falta, pero mi inquietud creativa salió en forma de sombrero y se ha convertido en un negocio".

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