La historia de las pilas del conejo que nunca se cansa: ¿quién creó Duracell?
En 2016 el magnate Warren Buffett decidió quedarse con la compañía a través de su firma Berkshire Hathaway
Es 1979 y en las televisiones estadounidenses no para de emitirse un spot publicitario. Se ven un montón de conejitos de juguete, una especie de autómatas rosas. Cada uno tiene un tambor rojo, que golpea con decisión, como si quisiera demostrar que puede aguantar más que los demás. Sin embargo, poco a poco empiezan a detenerse. Todos caen exhaustos menos uno. Lo único que sigue tocando, imperturbable, es el que han alimentado con un montón Duracell. Era un concepto que la marca estadounidense repetía desde los primeros anuncios de 1973, cuando el conejo irrumpió en escena por primera vez.
Era una creación de la agencia de publicidad Dancer, Fitzgerald & Sample, que buscaba una manera simple e inolvidable de visualizar la duración de las pilas de Duracell. Hoy el conejo sigue siendo el emblema de una compañía que tiene más de 3.000 trabajadores, vende sus productos a más de 130 países y factura unos 2.000 millones de dólares al año. Crear el conejo fue un acierto, pero la historia de Duracell se remonta a más de medio siglo atrás del nacimiento del roedor. ¿Quién creó ese coloso empresarial?
Un encuentro fortuito
El origen de Duracell hay que ir a buscarlo en 1920. Ese año un joven científico llamado Samuel Ruben se presentó en la puerta de la compañía PR Mallory buscando una pieza de maquinaria para realizar uno de sus experimentos. Mallory, que se dedicaba sobre todo a fabricar filamentos de tungsteno para lámparas y componentes metálicos de precisión, le recibió personalmente. Muy pronto vio que ese chico tenía un talento especial: una mezcla de obsesión, curiosidad e ingenio poco habituales.
Lo que debía ser una visita rápida se convirtió en una larga conversación y, de la conversación, acabó saliendo una propuesta: aliarse y emprender juntos un negocio. Ruben pondría la inventiva; Mallory, la capacidad de fabricar cualquier cosa que él imaginara. Sin saberlo, acababan de poner la primera piedra de lo que, con los años, se convertiría en Duracell.
Durante los años cuarenta, el tándem Ruben-Mallory dio un salto enorme. En plena Segunda Guerra Mundial, Ruben desarrolló un montón de mercurio mucho más pequeño, estable y duradero. Era exactamente lo que necesitaba el ejército estadounidense para alimentar equipos de comunicación, detectores de minas y linternas en condiciones extremadamente duras. Mallory empezó a fabricar millones y, de repente, aquella pequeña empresa especializada en metales se convirtió en un actor clave del esfuerzo bélico estadounidense.
En los años 50 Ruben no dejó de experimentar. Las pilas de mercurio habían funcionado muy bien para usos militares, pero estaba obsesionado con encontrar una tecnología aún más estable, compacta y duradera. Aquella investigación le llevó a perfeccionar la pila alcalina de manganeso, una versión mucho más eficiente que todas las alternativas que existían en el mercado. Justo en ese momento el mundo de la fotografía vivía una pequeña gran revolución. Kodak había creado sus cámaras Instamatic con flash incorporado, pero necesitaban una batería nueva, lo suficientemente pequeña para meterse dentro de la cámara y lo suficientemente potente para alimentar el flash. La respuesta la encontraron en las pilas que estaba desarrollando Ruben.
De aquella necesidad nació el tamaño AAA. Mallory empezó a fabricarla para Kodak, pero la demanda creció tanto, que la compañía incluso cedió la tecnología para que otros fabricantes fueran capaces de producirla. Las nuevas cámaras, las grabadoras y los walkie-talkies convirtieron las pilas alcalinas en un objeto esencial de la vida cotidiana. A mediados de los años sesenta todas aquellas innovaciones pedían una identidad propia. Nació el nombre de Duracell.
Cuando Philip Mallory murió en 1975, la empresa pasó bajo la dirección de su hijo, pero pronto se vendió la empresa. En 1978 pasó a manos de Dart Industries, que dos años después se fusionaría con Kraft. Ya a finales de los ochenta el fondo Kohlberg Kravis Roberts (KKR) adquirió a Duracell y la sacó a bolsa. En 1996 se vendió de nuevo, esta vez a Gillette, que invirtió 7.000 millones de dólares. Cuando Procter & Gamble compró Gillette en el 2005, Duracell entró en su inmenso conglomerado, hasta que, en el 2016, el magnate Warren Buffett decidió quedársela a través de su firma Berkshire Hathaway.
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1920
Samuel Ruben conoce a Philip Rogers Mallory y nace la alianza que dará origen a Duracell.
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1940
Ruben desarrolla la pila de mercurio y Mallory fabrica millones para el ejército de EEUU.
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1950
Ruben perfecciona la pila alcalina de manganeso, más estable y duradera.
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1960
Kodak necesita una nueva batería para sus cámaras Instamatic: nace el tamaño AAA.
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1965
Se introduce oficialmente la marca Duracell.
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1973
Aparece el primer anuncio del conejo: el Drumming Bunny creado por la agencia DFS.
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1975
Muere Philip Mallory; la empresa inicia una etapa de cambios de manos.
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1978
Duracell pasa a ser propiedad de Dart Industries.
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1980
Dart se fusiona con Kraft y Duracell cambia de paraguas corporativo.
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1988
El fondo KKR compra Duracell y la lleva a bolsa.
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1996
Gillette adquiere a Duracell por 7.000 millones de dólares.
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2005
Procter & Gamble compra Gillette e integra a Duracell en su grupo.
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2016
Warren Buffett (Berkshire Hathaway) adquiere a Duracell mediante un intercambio de acciones con P&G.