Indra y el polémico boom de la defensa en España
El rápido crecimiento de la familia Escribano en una empresa que ha dado un giro de 180 grados con una gran apuesta por el negocio armamentista
MadridIndra era una empresa bastante desconocida que se asociaba a palabras como recuento electoral, transporte, tecnología o frontera –es contratista de Frontex–. Sin embargo, desde hace un tiempo no sólo ha acaparado los focos mediáticos, sino que en la lista se han incorporado los términos defensa y armamento. Y ha sido una incorporación a conciencia.
Hace unos cinco años Indra empezó a asumir un giro estratégico con una fuerte apuesta por estos dos negocios, hasta el punto de que hoy aspira a ser el buque insignia del sector de la defensa en el Estado. De hecho, hay quien incluso marca una fecha clave en el calendario: en septiembre del 2019, cuando España, ya bajo el mandato de Pedro Sánchez, designó a Indra como "coordinador nacional" del programa europeo para el avión de combate que debía sustituir al Eurofighter. Hoy, la decisión se lee como una declaración de intenciones.
Vamos a palmos. Indra no es una compañía cualquiera, y no sólo porque cotiza en el Ibex35. "Siempre ha sido una empresa de fuertes intereses", resume una fuente empresarial que conoce de cerca al sector. A través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), el brazo inversor del gobierno español, el Estado es el primer accionista, con un 28% del capital social –también es uno de sus principales clientes a través del ministerio de Defensa.
"La alineación con el gobierno de turno ha provocado mucho ruido y, en el fondo, es poco heterodoxo porque es una empresa cotizada", añade la misma fuente. Un ejemplo de este revuelo se vivió en el 2020, cuando el catalán Marc Murtra, actual presidente de Telefónica, desembarcó en Indra como presidente no ejecutivo. Entonces, a nadie le pasó por alto sus lazos con la órbita socialista y, por tanto, con el ejecutivo de Sánchez, que apadrinó el fichaje. Sin embargo, su antecesor también llevaba incorporada etiqueta política: Fernando Abril-Martorell fue designado por Mariano Rajoy (PP) en el 2015.
La entrada del catalán supuso el estallido de una trifulca política entre socialistas y populares, pero también desató el cese de cinco consejeros de la época de Abril-Martorell. La pipa de la paz llegó con el nombramiento del ingeniero y empresario José Vicente de los Mozos como consejero delegado.
"Su llegada [de Marc Murtra] fue una decisión estratégica", afirma una fuente. Con él dentro, el Estado empezó a hacerse fuerte en la compañía: en poco menos de cinco años ha pasado del 18% al 28% del capital social. El nuevo rumbo se fue definiendo mientras los tambores de guerra en Europa resonaban con fuerza y la presión internacional para invertir en defensa crecía. El mandato era centrar sus esfuerzos en conseguir ser un gigante español –pero también europeo– en el campo de la defensa, una estrategia que chocaba con la apuesta de la cúpula anterior por la consultoría y la tecnología. De esa época queda como símbolo la filial tecnológica Minsait, que hoy supone un 60% de los ingresos de Indra.
Todo ello se recogió en un nuevo plan estratégico ideado a lo largo de 2023 y presentado en 2024 bajo el nombre Leading the Future. En esta hoja de ruta afloran dos nuevas áreas: la del espacio y la de defensa, hoy palo de pajar de Indra. Pero la plasmación definitiva de esta nueva estrategia ha llegado este 2025, empezando por el relevo de Murtra por Ángel Escribano, actual presidente de Indra a propuesta de la SEPI, es decir, del gobierno español.
Escribano ya estaba familiarizado con la industria de la defensa. Formaba parte del consejo de administración de Indra en representación de la empresa Escribano Mechanical & Engineering (EM&E Group), de la que es cofundador con su hermano Javier Escribano. En 2023, el grupo Escribano compró un 3% de Indra y hoy ya controla el 14,3%. La presidencia en Indra le obligó a dejar sus cargos en la empresa familiar, pero mantiene parte de su propiedad. El resto de accionistas importantes de Indra son la compañía vasca de defensa SAPA (7,9%) y el fondo Amber (7,3%), principal propietario de Prisa.
Escribano, ¿la gran compra pendiente?
Los pasos que ha dado Ángel Escribano como presidente han acelerado la estrategia que empezó a pilotar Murtra. "Queremos ser la compañía tractora", afirmaba el directivo en una entrevista al poco de ser nombrado presidente. También dejaba claro que esto significaba crecer en tamaño, es decir, a través de adquisiciones.
Indra cerrará el año sumando casi una decena de operaciones. Destaca la compra del fabricante de vehículos militares Tess Defence; la de la planta asturiana El Tallerón en Duro Felguera; la adquisición esta semana a Grupo CPS de su tecnología de drones, o la compra definitiva de Hispasat, el operador de satélites español, y su filial Hisdesat, vinculada al negocio militar.
La incógnita que se mantiene viva de cara al 2026 es la posible compra de la empresa familiar cofundada por Ángel Escribano (EM&E Group), un movimiento que ha despertado el fantasma del conflicto de intereses. Fuentes de Indra han declinado comentar sobre esta posible operación. En cualquier caso, el consejo de administración de la empresa ha expresado que ve "coherente" el movimiento. Ahora bien, no se resolvería hasta que los números del ejercicio actual de ambas compañías estén auditados. La operación supondría un desembolso importante de dinero para Indra y, por tanto, para el Estado, que es su primer accionista. Se especula con cifras que van de 1.000 a 2.000 millones de euros.
Los hermanos Escribano apostaron por el sector armamentístico en el 2010, cuando tomaron las riendas del taller de reparación de frenos de disco que levantó su padre en el municipio madrileño de Coslada en los años 80. Desde entonces, no han dejado de firmar contratos, sobre todo en el exterior. Hoy, el grupo tiene presencia en 25 países, desde Perú hasta Emiratos Árabes, y ha escalado posiciones como fabricante de componentes para la industria de la defensa. En 2024 registró un beneficio neto de 112,5 millones de euros, 13 veces más que los 8,8 millones del año anterior, según datos del Registro Mercantil recogidos por Europa Press. Sin embargo, algunas voces advierten que hacer la valoración con los últimos datos supone mirar sólo pedidos "excepcionales" fruto "del contexto actual".
Con Ángel Escribano al frente, Indra se ha lanzado de lleno a esta lógica armamentista: se ha puesto en marcha una nueva área de negocio dedicada al armamento denominada Indra Weapon & Ammunition. Para ello, se han tenido que cambiar los estatutos de la empresa. Asimismo, se ha creado el área de negocio IndraMind, con la ciberseguridad y la ciberdefensa en el centro. Sin embargo, en este caso la intención no sólo es proveer ejércitos, sino también cuerpos de emergencias o la policía en un contexto de manifestación o control de fronteras, como explicaba el AHORA.
En cambio, en el camino ha quedado en papel mojado la posible compra de Santa Bárbara, la filial española de la empresa estadounidense General Dynamics. Las intenciones de Escribano supusieron un fuego cruzado de declaraciones entre ambas compañías que, al mismo tiempo, rivalizan por muchos de los futuros contratos públicos, sobre todo los vinculados a los vehículos blindados. Fuentes del sector hoy rebajan ese choque: "No siempre hay que pensar en una adquisición, también puede colaborarse. Indra lo necesita porque hay productos que no tiene", indican.
De hecho, a lo largo de este año la empresa ha sellado alianzas con hasta 13 empresas diferentes. Se trata de un tejido industrial con el que Indra explora sinergias de negocio y al que llega, indirectamente, parte de la lluvia de millones que recibe. La cúpula de la empresa ha defendido en más de una ocasión que les ayuda a crecer.
Un ejemplo de estas alianzas lo encontramos con la compañía catalana Ficosa, con la que Indra firmó un acuerdo para desarrollar sistemas de visión para blindados militares. En Catalunya, Indra tiene hasta 12 sedes repartidas por el territorio y 3.500 empleados, y su intención es seguir creciendo en torno a proyectos "de alto valor en defensa, ciberseguridad y ciberdefensa, espacio, movilidad, industria y servicios públicos", indican fuentes de la empresa.
El rearme, un balón de oxígeno
"El sector [de la defensa] vive el mejor momento de la historia", resume una fuente empresarial, e Indra –tampoco el grupo Escribano– escapa, como demuestran las cifras. La guerra en Ucrania supuso un cambio de paradigma militar en el continente europeo marcado por la aspiración de querer recuperar la autonomía militar. Un objetivo que con el estallido del conflicto en Oriente Próximo y las tensiones geopolíticas con Estados Unidos no ha parado de crecer. Coincidiendo con este rearme, Indra ganó en 2024 un 35% más, 278 millones de euros.
El resumen de todo ello: un plan europeo de 80.000 millones de euros y el acuerdo de la OTAN, bajo la atenta mirada de Donald Trump, para que los países destinen el 5% de su producto interior bruto (PIB) a gasto militar en 2035. Solo España pactó la excepción de permanecer en un gasto de un 2,1% del PIB. Este año, debía alcanzar el 2% del PIB.
En el caso español, sólo este 2025 esto se ha traducido en un desembolso de 10.471 millones de euros. De éstos, en un solo día el gobierno español aprobó 6.900 millones, tal y como explicó el ARA. Indra, sola y en colaboración con otras compañías -desde Escribano hasta Telefónica- ha tenido acceso a casi la totalidad: 6.327 millones de euros. El resultado es que la acción de Indra ha multiplicado por más de 2,5 veces su valor en bolsa este año. Si abrió en el 2025 a un precio de 17,5 euros la acción, al cierre de este viernes la cotización había subido a 48,36 euros el título.
Ante esta lluvia de millones, desde el centro de investigación Stockholm Internacional Peace Research Institute (SIPRI) han advertido que "el incremento de gasto militar conduce a períodos de mayor inestabilidad", y algunas de sus investigaciones cuestionan el concepto de seguridad militarizada que se impone como único modelo de seguridad posible.
Al mismo tiempo, no todo el mundo ve con buenos ojos que el dinero se concentre en Indra. Fuentes empresariales del sector temen que se cree una especie de "monopolio" en el que los proveedores de la empresa tengan poco margen de maniobra a la hora de negociar las condiciones. De hecho, en 2019 la decisión del gobierno de Pedro Sánchez de adjudicar a Indra el rol de "coordinador nacional" para el programa para sustituir al Eurofighter ya generó malestar en el sector. En concreto dentro de Airbus, que también competía por formar parte, recuerdan fuentes empresariales al ARA. Las mismas fuentes creen que el encargado de disipar estos temores es el ministerio de Industria, del que dependen un grueso de los nuevos programas aprobados.
Fuentes de este ministerio remarcan que el incremento de inversión en defensa busca "favorecer" a empresas como Indra, pero también a Navantia, ITP Aero, Oesía, Escribano o Airbus. "Se quiere promover un ecosistema en el que las pymes tengan un papel importante a través de las empresas tractoras", explican.
Nuevo plan estratégico
Pero Indra es todavía una empresa pequeña si se compara con gigantes europeos del sector de la defensa como Leonardo o Thales Group. Mientras la compañía española prevé superar los 5.000 millones de euros en facturación en 2025, en el resto la facturación es el doble. Desde Indra han quitado hierro a este factor señalando que España ha empezado más tarde en esta carrera por tener una industria militar fuerte. La ambición de la compañía es seguir creciendo y aprovechar el desembolso público previsto.
Se calcula que de cara a este 2026 revise el plan estratégico presentado en 2024, cuando preveía facturar 6.000 millones de euros el próximo año y alcanzar un volumen de negocio de hasta 10.000 millones en 2030. Pero siempre hay empresas que sacan provecho de la crisis, pero las empresas sacan provecho de una crisis, Indra ha anunciado que adelanta un año el cumplimiento de su hoja de ruta. Pero los avances tecnológicos que haga la compañía, y no sólo el presupuesto público que engorde, también serán claves a la hora de determinar su modelo. "Si no desarrollas tecnología propia para competir te conviertes en un ensamblador", resume una fuente.