El 'pali-pali' y la innovación insaciable: lecciones coreanas para la empresa catalana
FemCAT y universidades catalanas visitan Corea del Sur para conocer el impulso tecnológico que ha hecho posible el milagro económico del país
Seúl/BusanHace menos de una década, todavía se asimilaba Corea del Sur en Tailandia u otros países del sudeste asiático en términos empresariales. Lo cierto es que la República de Corea ha vivido lo que ellos llaman un "milagro económico", logrando en el 2021 el título del séptimo país más exportador del mundo. Con una industria tecnológica puntera y una administración que se caracteriza por la rapidez (pali-pali) y la colaboración con la empresa privada, Corea del Sur se ha posicionado en los últimos años como una de las grandes potencias industriales, con empresas como Samsung, LG, SK Telecom o Hyundai en su cartera. Tiene un PIB per cápita superior al español, de 33.491 euros según datos oficiales de 2024, y la tasa de paro no alcanza el 3%. Las lecciones que Corea del Sur puede dar a la empresa catalana son múltiples y pasan por una apuesta ferviente por la industria como principal motor económico, infraestructuras de primera, una educación enfocada en la investigación y la innovación y un fuerte orgullo por su país y el hallyu, concepto que engloba todo lo relacionado con la cultura coreana y que los ha situado en el mapa global.
FemCAT, la fundación privada de empresarios catalanes, ha elegido este año este país para hacer su tradicional viaje de benchmarking con una treintena de empresarios, representantes del mundo universitario (incluidos los cuatro rectores de las principales universidades públicas catalanas: UAB, UB, UPF y UPC) y periodistas, con visitas a empresas como Naver, Puerto Busan, Pangyo Techno Valley, Poongsan Ulsan Plant –una planta de tratamiento de cobre–, y la universidad de tratamiento de cobre–. Representantes de compañías catalanas como la Farga, BonÀrea, RACC, Hablemos Telecom, TADE, Fredvic, Mullor o Grupo Gepork participaron en esta misión.
Esto, sumado a varios encuentros con catalanes que viven allí, como el director de estrategia de Samsung Ignasi Torguet, el emprendedor Carlos Kik, el bailarín profesional Alessandro Navarro o el presidente de la Cámara de Comercio de España en Corea, Roger Royo, sientan las bases de cómo Corea ha resurgido de las cen. Entre las conclusiones, apuntaba el presidente de FemCAT, Oriol Guixà, queda su política industrial y la innovación: "El contexto es muy distinto al de Catalunya, de entrada porque Corea es un país soberano y Catalunya, no. Además, son una economía que han creído en la industria como motor de país", sostenía.
El milagro coreano
Durante la guerra de Corea (1950-1953), la devastación en el país arrasó su economía: el 50% de las manufacturas y el 40% de las casas fueron destruidas, y el destrozo global fue equivalente al 83% del PIB nacional de Corea de 1953, según datos del Eco de Taekyu Lee. Tras la posguerra, en 1961 entró un nuevo gobierno con un plan de desarrollo económico muy ambicioso, lo que permitió a Corea tener cuatro décadas doradas, en las que el PIB per cápita crecía, de media, entre un 9% y un 10%, muy por encima del resto del Pacífico, la Unión Europea e incluso.
Las claves de este gran crecimiento, según explicaba el doctor Lee durante una cena organizada por la corporación Poongsan, se basan en una economía liderada por la empresa privada: "Corea no dependía de corporaciones propiedad del gobierno, sino que puso a las empresas privadas en el centro de la política industrial". El equilibrio era el siguiente: "El gobierno pone las infraestructuras y las empresas ponen la velocidad y la innovación", detallaba Lee. "Es el mercado, y no el gobierno, quien lidera la economía", sentenciaba también el profesor del KDI, Wook Sohn, durante su introducción en el país. Ahora bien, esta máxima deja cifras que, según se mire, pueden suscitar controversia: el peso de la empresa privada en Corea es tal que solo el propio Samsung supone más del 20% del PIB de Corea de Sur.
Otra de las características de este país es su adaptabilidad: década tras década han ido conduciendo su industria hacia las demandas del mercado. En los años 60, Corea se centraba más en las industrias light, como la comida, el textil o la construcción; entre los 70 y los 80 se centró en industrias más pesadas y químicas; en la entrada a los 2000 priorizó los semiconductores y la industria de la telefonía móvil, y actualmente se centra en baterías, IA y transformación digital. "La inversión en I+D, la localización tecnológica y la expansión global han sido el combustible del fuerte crecimiento de la productividad del país", apuntaba Lee. La exportación, pues, es uno de sus motores: el Puerto de Busan, también visitado por FemCAT durante la estancia, es el segundo más importante del mundo en el transbordo de contenedores, y ahora prepara una ambiciosa ampliación con la que aspira a pasar de los 13,5 millones de TEU (cada TEU equivale a un contenedor de 38 metros cúbicos 2030.
'Pali-pali' y la antiburocracia
La eficiencia coreana se basa en un predominio de la cultura pali-pali, que en coreano significa rápido, rápido. Todo en este país va a una velocidad supersónica: la burocracia, la creación de empresas, las ayudas y las nuevas iniciativas. "Creé mi empresa en tan sólo 30 minutos", explicaba Carlos Kik, un emprendedor catalán afincado en Seúl que, de la mano del Pangyo Tech Valley (Silicon Valley coreano), creó su sexta start-up y fue el primer receptor del Korea Startup Visa, un visado especial para emprendedores. "Cuando aterricé por primera vez en Corea en el 2019, la primera palabra que aprendí fue justamente pali-pali; aquí todo va así", explicaba Kik. "Cuatro de las seis start-ups que he creado las fundé en Barcelona, pero allí todo es muy lento".
"Hay muchas ayudas en Corea, nada que ver con Catalunya", asevera. "Si los catalanes queremos ser referentes, tenemos que poner los medios, ser más rápido, ser más rápido, ser más rápido nadie se lo imagina", sentencia Kik. "La coreana es una sociedad supertecnológica, todo va con apps, todo está hiperconectado e interconectado –dice Kik–. Esto hace que en términos de mercado sea muy rápido evaluar el recibimiento, porque todo el mundo está muy abierto a probar cosas nuevas", asegura el emprendedor.
Con todo, para alcanzar estos niveles de innovación, la formación es clave. Una de las caras más oscuras de esta sociedad es la competitividad constante del talento, ya desde pequeños: "Desde los pequeños: compiten entre ellos por ser los mejores", explicaban algunos de los residentes en Seúl. Con todo, el resultado es que aproximadamente un 90% de la gente va a la universidad. La formación, además, está muy centrada en la industria. El KAIST, la universidad de ciencia y tecnología de Corea, es un ejemplo; se le equipara a menudo como el MIT coreano. liderar "la industria del futuro", con pilares como la creatividad, investigación avanzada post-IA, globalización, creación de valor y visión compartida basada en la confianza
hallyu y el k-pop
Si algo tienen los coreanos es un sentimiento de orgullo por su nación y su cultura. El hallyu, como se refieren a todo lo que engloba sus costumbres y producciones culturales nacionales, sea comida, contenido audiovisual o la música k-pop, se ha convertido en los últimos años en otro de los atractivos del país y se ha situado como un fenómeno global. "La canción del Gangnam Style fecha del 2012 y fue el primer gran fenómeno mundial de origen coreano, al que le han seguido después los grupos BTS, Black Pink y otros muchos", explicaba la investigadora del KOFICE Hyunji Lee. "El juego del calamar también puso a Corea en la órbita en el sector audiovisual, y las Demon Hunter K-Pop (la película producida por Netflix inspirada en hallyu que ha sido la más reproducida de la historia de la plataforma) lo ha acabado de rematar", apuntaba la investigadora. Sin ir más lejos, la exportación de contenido hallyu se ha incrementado un 313% entre 2010 y 2023.
¿El motivo? La innovación llevada a las producciones culturales. "Durante la pandemia de cóvido las compañías aprovecharon para implementar nuevas tecnologías y hacer producciones más innovadoras, y también se ha conseguido una fuerte conexión entre el hallyu y lo que se exporta", apuntaba Hyunji Lee. El sector de la belleza y principalmente el cuidado de la piel, elskincare coreano, es también una gran revolución a nivel mundial, que ha crecido gracias a la exportación cultural e industrial. Además, en Corea del Sur tienen un gran respeto por su lengua: "Nos hemos encontrado que en muchas visitas nos ponían un guía coreano y un traductor en inglés al lado, en vez de que la guía lo hiciera directamente en inglés; esto lo hacen por no dejar de lado su lengua y evidencia el sentido identitario del país", reflexionaba David Marín, empresario y expresidente de Fem. "Hemos visto una estrategia de país basada en la innovación, pero también en la comunicación: le saben vender muy bien y tienen un sentimiento de orgullo", reflexionaba el director general de Mullor y miembro de FemCAT, Roger Polls.
Con todo, Corea del Sur también todavía algunos retos, principalmente por su posición geográfica que les deja en medio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. "Actualmente, la economía coreana pasa por un momento de estancamiento y tiene la menor tasa de fertilidad del mundo, lo que supone una amenaza para la sociedad coreana", apuntaba el profesor del KERI. Por este motivo, el país está siguiendo una nueva política industrial basada en tecnologías estratégicas con mayor impacto en la economía nacional, como la cuántica, la IA, el hidrógeno o la robótica, y empieza a basar también parte de su economía en la exportación cultural. "Tienen un problema con China y EEUU, pero han decidido combatirlo con innovación", destacaba la consejera delegada de Mullor SA, Mercè Mullor.
Josep Mateu, presidente del RACC, lo resumía así: "Han sido capaces de construir una economía muy fuerte desde los años 60 sobre la base de una buena planificación y con una gran capacidad de adaptación desde la empresa. Han sabido definir las prioridades colectivas, hacer un diagnóstico de la situación y compartirlo; ahora quieren volver a hacerlo". A su vez, el presidente de Parlem, Ernest Pérez-Mas, remataba: "Debemos ser capaces, desde Catalunya, de hacer un plan de país como han hecho los coreanos, y determinar cómo deberían hacerse las políticas clave como la industria o la fiscal", concluía. A pesar de que Corea no es perfecta y sus dinámicas sociales distan mucho de las nuestras, a la empresa catalana ya la administración se le ha girado trabajo. Y, sobre todo, pali-pali.