Pistas 'made in Catalonia' para aprovechar la fiebre del pádel

Entre las historias de empresarios que cierran reuniones en una pista de pádel y el grupo de amigos que cada verano organiza un torneo, es evidente que éste es uno de los deportes de moda en Cataluña y España y que no para de ganar adeptos. Más allá de los aficionados, en España hay registradas casi 60.000 licencias (personas inscritas en la Federación Española de Pádel). Esta cifra contrasta con la del año 1988, cuando sólo había 422 federados. Dicho de otro modo, el número de jugadores oficiales de pádel se ha multiplicado por más de 140 en menos de tres décadas.

Con la entrada del nuevo milenio, nacieron diferentes empresas en España con ganas de aprovechar este boom. Una es Padel10, un grupo con sede en Reus que nació en 2007. Su negocio cubre la fabricación, instalación y mantenimiento de pistas de pádel en todo el mundo. Esta empresa nació de la mano de Ferran Valls y Sergi Estupiña, dos aficionados al pádel de toda la vida que vieron “una oportunidad y al mismo tiempo una necesidad” para sacar adelante su negocio.

A pesar de tener sus oficinas en Reus, Padel10 tiene parte de sus instalaciones en la demarcación de Barcelona, ​​donde se encuentra la planta de fabricación de la empresa. Es allí donde se realizan las vallas metálicas que rodean la pista y las paredes de cristal que la sellan. “Nuestras pistas de pádel son casi al 100% de fabricación catalana”, explica Ferran Valls, fundador de Padel10 y actualmente jefe de marketing. El único elemento de la pista que no fabrican en Padel10 es el césped, que lo compran en la firma Mondo, con sede en Zaragoza.

A lo largo de diez años de existencia, Padel10 suma en su currículum la instalación de más de 200 pistas en todo el mundo. El principal mercado de la firma catalana es España, aunque Valls y su equipo han rodeado por todo el mundo. Dubai, Venezuela y Miami son sólo algunos de los más de 15 países por los que ha pasado esta empresa de Reus. Actualmente, más del 60% de la facturación de Padel10 proviene del mercado internacional. Sin embargo, Ferran Valls reconoce que "el pádel todavía es un gran desconocido a nivel internacional". Por eso Valls ve con optimismo el futuro, convencido como está de que “aún queda mucha demanda por cubrir”.

El principal cliente de Padel10 es el empresario privado que quiere crear un club de pádel, aunque en su cartera también se encuentran ayuntamientos, hoteles y campings. El cliente menos habitual es el particular, aunque también es el más exigente. "Hemos construido pistas espectaculares en la Costa Brava, por ejemplo, que cuentan con un sistema de luces led que van cambiando de colores", explica Valls. El precio medio de una pista de pádel se sitúa en los 14.000 euros. Para su construcción, Padel10 cuenta con un equipo profesional de diez personas que se van moviendo por todo el mundo en función de los encargos. Cada pista tarda en instalarse aproximadamente cinco días.

El crecimiento que está experimentando la empresa en estos momentos es muy positivo. Los últimos datos disponibles en el Registro Mercantil datan del año 2011, un ejercicio en el que facturó más de 200.000 euros. A falta de datos actuales, Valls confirma que "el crecimiento de estos últimos años ha sido exponencial". Fue sobre todo a partir de 2010 cuando la demanda de la empresa se disparó y la firma salió al mercado internacional. Ese año Padel10 ganó el concurso por ser el proveedor oficial de pistas del World Padel Tour, el campeonato de pádel profesional más importante del mundo. "Desde entonces, hemos construido diferentes pistas desmontables y muy transparentes, porque los palcos rodean toda la pista y la visibilidad debe ser buena desde cualquier asiento", explica Valls.

Ahora mismo la competencia en el sector es básicamente dentro del territorio español, pero eso no preocupa a Valls y su equipo. “El pádel es un deporte que nació como una moda pero ahora ya se ha establecido y se quedará”, asegura.