SEXUALIDAD

El secreto catalán en el boom de los succionadores de clítoris

El portal Platanomelón es uno de los responsables del efecto viral del Satisfyer en España

El secreto catalán en el boom de los succionadores de clítoris
Paula Solanas
01/12/2019
5 min

"Chicas, 'habemus' Satisfyer". El mensaje de audio se alarga casi dos minutos y continúa con expresiones hiperbólicas como “brutal”, “muy fuerte” y “hay que probarlo”. La respuesta llega con una cadena de emoticonos: caras risueñas, aplausos y algún rostro de avergonzada. El Satisfyer es un succionador de clítoris que promete orgasmos en menos de dos minutos y toda una plaga viral en los grupos de WhatsApp de muchas milenniales catalanas. ¿De dónde ha salido este juguete sexual y por qué es la fábrica de mems de moda en las redes? El origen del Satisfyer puede encontrarse en Alemania, pero para entender las claves de su éxito más inmediato en España hay que ir al barrio de la Barceloneta.

En la sede del Pier01, el primer bastión emprendedor del Barcelona Tech City, están las oficinas de Platanomelón. Esta tienda erótica online fundada por Anna Boldú y Piero Brigneti se ha convertido en uno de los principales portales de entrada en España del boom del Satisfyer, donde el juguete se puede comprar rebajado a 33,99 euros, aunque habitualmente cuesta 59, 99. Pero antes de que se agoten las existencias en su almacén y tuvieran que enviar correos de disculpa a los ansiosos compradores pasaron cinco años de “picar piedra”. "La situación en sexualidad estaba muy retrasada", arranca Boldú. Si pensaba en uno sex shop, la imagen que le venía a la cabeza -con algunas excepciones- era una tienda oscura, luces rojas e imágenes muy explícitas ancladas en los tópicos de la pornografía. "Miraba las estadísticas y eran todas muy evidentes: hay un 50% de mujeres que han fingido orgasmos para satisfacer a la pareja", recuerda la emprendedora.

En un principio, Boldú estrenó la tienda online con productos de terceros, pero -“piano, piano ”, precisa- dieron un paso más. “A medida que validamos el modelo de negocio y que había una oportunidad de crecer, tenía lógica empezar a hacer nuestros propios diseños”, recuerda. Su objetivo era “democratizar el acceso a la sexualidad” y conseguir que hablar de ello fuera tan natural como “ir al cine o cenar”. Por eso también sondeó el mercado en busca de productos a precios asequibles. "Marcas más o menos conocidas estaban por encima de los 100 euros", dice la fundadora.

Antes de crear Platanomelón, Boldú trabajaba para el gigante de las bebidas alcohólicas Bacardi en el diseño de marcas como Martini. Precisamente, el branding es uno de los culpables de que su contenido sobre educación sexual haya arrastrado en los últimos años a una comunidad de un millón de personas. "Había un mercado muy de la vieja escuela y nosotros hemos querido presentarnos desde un punto de vista más festivo y con colores agradables", defiende. “Incluso podrías llamarlo cuquis ”, ríe Boldú. Esta imagen desenfadada también quieren conseguirla con un canal de YouTube que ya tiene más de 800.000 seguidores y en el que los tabúes sobre la sexualidad femenina han quedado totalmente erradicados. "Hemos ido construyendo un mensaje para conseguir que los juguetes sexuales fueran algo más público", explica. En Instagram, en medio año -coincidiendo con la eclosión mediática del Satisfyer-, más que duplicaron sus 100.000 seguidores, hasta los 260.000.

Con la misma estrategia, Platanomelón ha conseguido captar como pseudoembajadoras de marca influencers ligadas al movimiento feminista que han reforzado su manifiesto: que las mujeres se masturben es normal y sano. Ilustradoras como Moderna de Pueblo, Lola Vendetta, Lyona y Monstruo Espagueti han colaborado con la empresa para trasladar a sus viñetas las experiencias con el succionador de clítoris, lo que ha contribuido a su viralización. “Hay muchos factores que explican este auge, pero sobre todo existe el contexto actual de reivindicación del papel de las personas con vulva y que es una tecnología nueva con unas sensaciones muy diferentes”, expone Monica Branni, una de las sexólogas que integran la plantilla de 26 empleados de Platanomelón. En la web llevan años vendiendo este formato de juguete, pero no ha sido hasta ahora que el público ha enloquecido con el fenómeno Satisfyer.

A diferencia de otros vibradores tradicionales, el succionador estimula el clítoris sin contacto, a través de las ondas expansivas que se forman cuando mueve el aire de su alrededor a toda velocidad. Esta tecnología hace que la sangre fluya más deprisa hacia el clítoris y, por tanto, el orgasmo llegue mucho antes. Sin embargo, este clímax en formato fast food también ha abierto algunos debates entre las mismas sexólogas, que ven el reflejo de una sociedad en la que se premia la inmediatez. “Esto no debe ser negativo, pero también debemos transmitir que no existe una única manera de llegar al orgasmo y en ningún caso la responsabilidad debe ser sólo del juguete, sino que debe complementarse con otros cosas que produzcan placer”, dice Branni. Por eso no recomienda el Satisfyer como primer juguete sexual y anima a probar otros modelos antes de sumarse a la moda. De hecho, el bestseller de la plataforma siempre ha sido Lucas, un conejito vibrador con efecto calor que estimula a la vez el clítoris y el punto G, también sumergible como el Satisfyer. "Hay vida más allá del succionador", reivindica Branni. El catálogo de productos de Platanomelón tampoco se olvida de los hombres y en la web se han agotado productos como el Satisfyer Men, que intenta reproducir las sensaciones del sexo oral. “Hay mucha desinformación en el caso de las parejas, pero un juguete sexual nunca puede entenderse como una amenaza”, insiste la sexóloga.

La marca Satisfyer se creó en 2016 bajo el paraguas de distribución del e-commerce erótico alemán EIS. La web -que ya está en top 100 de comercios online del país por volumen de ventas-facturaba 130 millones en el 2018. Pero por mucho que su nombre haya eclipsado la categoría de los succionadores de clítoris, no son los pioneros. Unos años antes se registraba el Womanizer: el responsable de esa revolución del placer femenino no tiene vulva, es alemán y se llama Michael Lenke. Este inventor selló con una patente, la Pleasure Air Technology, el diseño que abría sus puertas al orgasmo casi instantáneo. “Esta versión era más cara y enseguida salieron réplicas”, apunta Kimi Yamada, jefe de producto de Platanomelón. La rivalidad ha llevado a las dos empresas a los tribunales porque los propietarios del Womanizer denuncian que su heredero infringe la propiedad intelectual. Aparte de los implicados en el litigio, la categoría de los succionadores de clítoris ha crecido en el segmento premium con marcas como la sueca Lelo, que ofrece modelos por encima de 100 euros. Platanomelón también tiene uno propio en forma de pulpo y por menos de 30 euros.

En la compañía admiten que han notado el pico del Satisfyer, pero se han negado reiteradamente a poner cifras. En comparación con el 2018, en lo que va de año ya han multiplicado por cuatro el volumen de ventas. La única pista que dan llega en forma de comparativa: “Si apiláramos todos los juguetes que hemos vendido en cinco años podríamos llegar hasta el espacio”. Con los últimos datos disponibles en el Registro Mercantil -2017- también es complicado hacerse una idea del volumen de negocio de Platanomelón. Entonces, más al arranque del proyecto, ingresaron cerca de 460.000 euros y todavía registraban unas pérdidas de cerca de 230.000 euros.

Mientras tanto, la empresa quiere reforzar la posición de líder digital en el mercado español e intentar crecer en América Latina, donde ya ha llegado gracias a los contenidos en redes. "Sabemos que nuestros accionistas buscan un negocio sólido y contamos con una comunidad muy grande que ayuda a hacerse una idea", remarca Boldú. Los juguetes sexuales han llegado a algunos grupos de WhatsApp, pero la ola del placer aún no ha estallado por completo.

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