TURISMO

Gaudí: una mina de oro incalculable para Barcelona

Los edificios del arquitecto modernista recibieron en 2019 unos 10,3 millones de visitantes y obtuvieron un impacto económico aproximado de 195 M€

Gaudí: una mina de oro incalculable para Barcelona
Anna Reig
21/11/2021
3 min

Todo el mundo sabe que el legado de Gaudí en la ciudad de Barcelona es multimillonario, pero nadie ha sido capaz de cuantificarlo. La Sagrada Familia, el Park Güell, la Pedrera o la Casa Batlló son emblemas que hacen única la capital catalana y atraen cada año millones de turistas de todo el mundo. Aún así, nunca se han hecho las cuentas de qué impacto económico generan. De todos modos, el ARA Emprenem ha calculado una cifra aproximada. En 2019 fueron 10,3 millones los turistas que visitaron los edificios principales de Gaudí, según el informe del Observatorio del Turismo de Barcelona. Si suponemos que cada uno de ellos compró una entrada general, que va de los 10 euros del Park Güell a los 35 euros de la Casa Batlló, esto equivaldría a unos 195 millones de euros.

Pero al margen del legado arquitectónico de Gaudí, la riqueza que aportan los turistas en Barcelona ha sido objeto de muchos debates. Con datos prepandèmicos, Barcelona había llegado a recibir en 2019 hasta 12 millones de turistas en un año. Si la estancia media es de cuatro días y el gasto de un solo día bordea los 200 euros, la cifra mágica es que la capital catalana ingresó 9.600 millones de euros de los turistas. ¿Qué porcentaje de esta cifra se puede atribuir a Gaudí? Es incierto: si uno de cada diez turistas viene atraído por el genial arquitecto, hablaríamos de cerca de 1.000 millones. Si elevamos la proporción y creemos que uno de cada tres visitantes viene a Barcelona por Gaudí, la cifra se dispara hasta los 3.000 millones.

“Es curioso, porque no hay ánimo de lucro en la explotación de muchos de los monumentos de Gaudí, como la Sagrada Familia o la Pedrera”, explica Albert de Gregorio Prieto, economista experto en gestión y política cultural. La Sagrada Familia pertenece a la Junta Constructora del Templo Expiatorio y los recursos que se obtienen se destinan a acabar las obras, que teóricamente se terminarán en 2026. El Park Güell es gestionado por Barcelona de Serveis Municipals y hace unos años la entrada era gratuita, pero ahora cobran 10 euros para preservarlo como zona de interés cultural y turístico. Sí que pueden tener ánimo de lucro la Casa Batlló, de los expropietaris de Chupa Chups, la familia Bernat, y la Casa Vicens, adquirida en 2014 por MoraBanc de Andorra y reabierta al público en 2017.

Gaudí también se ha convertido en un gran negocio gracias en parte al precio de las entradas. Si subir a la Torre Eiffel cuesta 17 euros o admirar la Capilla Sixtina de los Museos Vaticanos vale 16, la experiencia nocturna de la Pedrera se ensarta a 34 euros. Un turista paga este precio porque “no puede volver a Buenos Aires o San Petesburgo y decir que ha estado en Barcelona pero no ha visitado la Sagrada Familia y el Park Güell”, afirma De Gregorio. Además, “son monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad, tienen un valor universal excepcional y solo se encuentran en Barcelona”, apunta Jordi Tresserras, consultor de la Unesco.

Un problema que ha tenido la obra de Gaudí ha sido depender excesivamente de un público extranjero que visita el monumento una vez a la vida y ya no vuelve. Antes de la pandemia solo entre un 2% y un 3% de los visitantes de la Sagrada Familia eran catalanes. De repente pasaron de 10.000 turistas al día a cero. Los ingresos se desplomaron y todavía hoy no se han recuperado los niveles prepandémicos. En el caso de la Pedrera, en 2020 recibieron 181.354 visitantes cuando el año anterior habían superado el millón y actualmente tienen el 50% de los ingresos de un año normal.

Para corregir esta tendencia, apunta Tresserras, “hay que dar una segunda vida a los monumentos a partir de actividades culturales y lúdicas específicas para el público local, como ya se está empezando a hacer”. Pero para conseguir este objetivo hay que “cambiar la percepción de los catalanes sobre la obra de Gaudí para que no sientan que por ir están haciendo el guiri ”, añade Tresserras.

El fenómeno Gaudí, hasta la pandemia, crecía imparablemente. Gaudí ya estaba en Barcelona antes de 1992, pero fue con los Juegos cuando el mundo descubrió la ciudad y su famoso arquitecto. La Sagrada Familia, el edificio más popular de la capital, en 1994 recibía 700.000 visitantes, en 2000 superó el millón y en 2019 logró su récord, 4,7 millones de visitas. ¿Se llegó a la saturación? “Seguramente”, señala De Gregorio. La Asociación de Vecinos de la Sagrada Familia alertó hace tiempo que el volumen de visitantes era “totalmente inasumible” por la capacidad física del entorno. Ahora tienen miedo de que con la reactivación económica se vuelva a llegar a él.

La pandemia ha evidenciado la dependencia del turismo que tiene la capital catalana, puesto que representa un 14% del PIB. “Barcelona corre el riesgo de convertirse en una ciudad poco auténtica, con los mismos elementos que podemos encontrar en Londres o París”, explica Tresserras. En este sentido, la obra de Gaudí es un punto diferencial. “Hay que potenciar tanto a Gaudí como otros espacios, por ejemplo el MNAC”, afirma el experto.

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