¿Por qué Iberdrola apuesta por Estados Unidos pese al pulso de Trump a las renovables?
La eléctrica asegura que no le afecta la orden de la Casa Blanca de paralizar proyectos eólicos marinos
MadridIberdrola, la eléctrica que preside José Ignacio Sánchez Galán, se ha puesto entre ceja y ceja crecer en Estados Unidos. Es, de hecho, uno de sus mercados estratégicos junto con Reino Unido ahora que aspira a ser reconocida como una empresa "global española". Una apuesta que puede sorprender si se tiene en cuenta la política energética de Donald Trump y el negocio sobre el que la eléctrica siempre ha sacado pecho: mientras que el mandato del primero está marcado por el pulso contra las renovables y el desmantelamiento de la política climática, para la compañía, estas tecnologías –la eólica en particular en el caso estadounidense– son uno de los pilares. Entonces, ¿por qué Sánchez Galán sigue mirando al otro lado del Atlántico? Una de las claves está en el negocio de las redes eléctricas de transporte y distribución, desconocido para el público en general, pero no para la empresa. Esta actividad supone un grueso de sus ingresos e inversiones en el país estadounidense. De hecho, es el 80% de su negocio.
La pregunta ha vuelto a sobrevolar estos días después de que la Casa Blanca anunciara la suspensión de cinco proyectos de energía eólica marina, también llamada offshore, entre ellos el parque Vineyard Wind 1, en Massachusetts, propiedad un 50% de Iberdrola, a través de su filial estadounidense Avangrid, junto con la firma danesa CIP. El proyecto supuso una inversión de 3.000 millones de dólares (unos 2.700 millones de euros) que la compañía prevé recuperar después de haber firmado contratos con las principales eléctricas de ese estado. Pese a la decisión de la administración de Trump, fuentes de Iberdrola aseguran que el impacto del orden "no le afecta" porque "un 80% del parque ya está operativo". De esta forma, el choque quedaría minimizado al 20% de la capacidad prevista del proyecto. En total, son 62 molinos y sólo dos siguen pendientes de instalarse, según ha informado Iberdrola, quien también descarta que salpique a las cuentas de la empresa.
El salvavidas de las redes
La apuesta de Trump está clara (ya lo fue durante su primer mandato): centrales nucleares y centrales térmicas de gas. De hecho, nada más llegar a la Casa Blanca a finales del 2024 revocó el compromiso de Joe Biden de reducir las emisiones de Estados Unidos un 66% en el 2035. En Iberdrola, sin embargo, parecen respirar con cierta ligereza a la hora de proyectarse en el país, pese a la incertidumbre que despiertan las enmiendas afectan a Iberdrola, sino también a la industria auxiliar que le provee la tecnología para sus proyectos. Por ejemplo, los aerogeneradores. "Las relaciones son fluidas y las perspectivas positivas", defendió Sánchez Galán el pasado mes de mayo ante los analistas.
En su último Capital Markets Day, la eléctrica prometió invertir más de 20.000 millones de dólares hasta 2030 en el negocio de las redes eléctricas en Estados Unidos, sobre todo en estados clave como Nueva York o Maine, donde operan más de 170.000 km de líneas, y pretende seguir creciendo en activos regulados. Uno de los factores por los que Iberdrola ve atractivo este negocio en el país es el marco retributivo estable a largo plazo.
Esta infraestructura es clave porque permite que la luz llegue a las casas y las empresas. En el caso estadounidense ha eclipsado a todos los focos porque "la demanda [eléctrica] de los centros de datos y las nuevas instalaciones de manufactura avanzada ha ejercido una presión sin precedentes sobre el sector energético en Estados Unidos", tal y como se apunta en un artículo del Foro Económico Mundial. En opinión del sector eléctrico, esto requiere el despliegue y mejora de la red, que se suma a la necesidad de Estados Unidos de favorecer una transmisión eléctrica de larga distancia entre estados y que ahora es una de las "carencias" del sistema eléctrico estadounidense, como se ha señalado en un artículo del Real Instituto Elcano. Ejemplo de esto son las emergencias eléctricas registradas en estados como Texas.
¿Y quién lo paga?
"Es posible que los políticos se vean obligados a elegir entre ganar la carrera armamentista de la IA y proteger las facturas de los consumidores", indicaban desde el Foro Económico Mundial. La mejora de las redes eléctricas tiene otra derivada por el consumidor, más allá de garantizar que le llegue con seguridad la energía que pide. El coste de la infraestructura, o parte de éste, se traslada al recibo de la luz, por lo que una parte del negocio es regulado.