El impulso de los migrantes en la economía: desde 2018 ocupan el 97% de los nuevos puestos de trabajo
La población nacida fuera de España representa ya al 29% de los ocupados catalanes, según un estudio de la UAB
BarcelonaLa inmigración se ha convertido en uno de los pilares fundamentales del mercado laboral catalán que sostiene el crecimiento económico en un contexto de sobreenvejecimiento y pérdida de población nativa en edad de trabajar. Entre 2018 y 2024, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE), de los 450.000 nuevos puestos de trabajo –es decir, trabajos que no existían previamente– generados en Catalunya, cerca de un 97% los ocuparon personas nacidas fuera de España. Así lo explica el estudio Transición demográfica, inmigración y envejecimiento en Cataluña 2024-2050 elaborado por el catedrático de economía aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona Josep Oliver y presentado este martes en el Colegio de Economistas de Cataluña.
Su investigación incide en que "sin esta absolutamente extraordinaria aportación" de la inmigración, y teniendo en cuenta cuál es la estructura productiva del país, el alza del producto interior bruto (PIB, el indicador que mide el tamaño de una economía) catalán o de los ingresos públicos de España de los últimos años "no habría sido posible". "Son cifras que, simplemente, reflejan una realidad que hace años que se conoce: para el país receptor, los inmigrantes son un bonus", expone Oliver. En su definición de inmigrante, el académico sólo tiene en cuenta a las personas nacidas fuera de España y residentes en Catalunya, sea cual sea su nacionalidad, para excluir fenómenos como las personas con doble nacionalidad o aquellos que acceden a un proceso de nacionalización después de residir un tiempo en el país.
De esta forma, el economista asegura que los trabajadores extranjeros ya aportan más del 29% de todo el empleo en Catalunya, cuando en 1995 apenas representaban el 3%. Hay que tener en cuenta que el grueso de personas venidas de fuera de España –ahora son un 25% de la población– llegan en edad de trabajar. En 2024, de los cerca de dos millones de inmigrantes residentes en nuestro país, un 44,3% tenía entre 25 y 34 años. En comarcas como el Barcelonès, este porcentaje ya ronda el 59% del total de personas de esta edad, y en otras como la Segarra (49%), el Alt Empordà (47,6%) o la Garrotxa (47,1%) también se supera la media catalana.
Este fuerte crecimiento de las personas inmigrantes en Cataluña ha compensado, precisamente, la disminución de los nativos en edad de trabajar. Entre en 2000 y 2025, mientras que en la franja de 15 a 44 años ha habido una pérdida de población nacida en España de más de 800.000 personas; se ganaron cerca de un millón de migrantes de estas edades (800.000 de ellos de entre 25 y 44 años).
Como explica Oliver, esta carencia de nativos también se ha traducido en un incremento del peso de la inmigración en determinados trabajos, sobre todo en sectores que requieren un nivel formativo más bajo y que ofrecen peores salarios. Esto explica el 55% de ocupados extranjeros en la hostelería, el 40% en las actividades recreativas, el 37% en la construcción o el 36% en las manufacturas alimentarias. "Cifras tan extraordinariamente elevadas apuntan a que amplios sectores de nuestra economía simplemente no podrían funcionar sin la contribución de la inmigración", incide el economista.
Beneficios macro y tensiones micro
Para Oliver, desde el punto de vista macroeconómico "no hay discusión", lo migratorio es un "beneficio enorme". Aún así, el académico avisa de que mientras el PIB y el mercado de trabajo se han aprovechado de esta bonanza, al mismo tiempo también se pueden producir problemas a nivel "micro". Se refiere, por ejemplo, a las tensiones en el mercado de la vivienda, el sistema educativo o la sanidad en aquellos territorios de Cataluña donde más se concentra la población recién llegada. En este sentido, propone desviar más recursos precisamente a estas zonas para evitar que se genere una situación de "competencia" con los nativos, que alimenta el discurso de la extrema derecha.
Ante este escenario, Oliver también se pregunta: ¿cuánta demanda de trabajadores tendrá Cataluña en el futuro y quién la llenará? Según sus cálculos, en 2035 habrá un déficit de mano de obra de cerca de 1,1 millones de empleados. Asimismo en ese mismo horizonte las previsiones sitúan la llegada de nuevos inmigrantes entre los 1,5 y 1,8 millones de personas.
El Idescat pronostica que dentro de una década las personas nacidas fuera de España supondrán más del 30% de la población, al tiempo que el envejecimiento seguirá avanzando. Si nos trasladamos a 2050, en el Principado habrá un millón más de personas de 65 años o más (hasta los 2,5 millones) y se duplicarán los de 85 años o más hasta cerca de medio millón. "No más se puede hacer frente de dos maneras: o con mayor productividad, de tal forma que se puedan compensar las necesidades de mano de obra no cubiertas, o incrementando más intensamente las entradas limpias de inmigrantes de lo que prevén los escenarios del Idescat", concluye Oliver.