Banca

El paraíso imperfecto de la banca española

Las grandes entidades financieras baten el récord histórico de ganancias en 2023 pero mantienen viejos problemas

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Banqueros

Madrid / BarcelonaA la gran banca española nunca le había ido tan bien como este 2023 y el principal motivo es la subida de los tipos de interés. Las cinco principales entidades financieras del Estado han cerrado una semana de resultados históricos, con el Santander a la cabeza (11.076 millones de euros). Esta entidad, junto con Bankinter, BBVA, Banco Sabadell y CaixaBank, han ganado 26.088 millones de euros, un 27% más que en 2022. La ronda de resultados que acabó el viernes con CaixaBank ha servido, además, para constatar que todos los bancos esperan mejorar aún más sus ganancias durante el 2024 que ahora arranca. Sin embargo, el sector mantiene algunos de sus viejos problemas y le suma otros nuevos. Estos son algunos de los problemas que perturban el dulce momento del sector bancario.

La gestión del impuesto

El sector financiero se ha acostumbrado a remar contra la opinión pública por su papel antes y durante la Gran Recesión. La borrachera de crédito inmobiliario, la mala gestión y posterior desaparición de las cajas de ahorro, las preferentes, desahucios y casos como el de las tarjetas black convirtieron a los bancos en un enemigo público para amplias capas de la población. Por eso sorprende que, pese a las ganancias históricas, los bancos sigan su cruzada contra el impuesto creado por el gobierno socialista especialmente para las energéticas y la banca. José Ignacio Goirigolzarri, presidente de CaixaBank, intentaba el viernes explicar su postura contra un tributo que la entidad catalana quiere que desaparezca: "Me parece importante enfatizar que la rentabilidad que estamos teniendo no es extraordinaria, es razonable. Lo extraordinario era lo bajo nivel de rentabilidad durante la época de tipos negativos". El banco catalán puso números a su causa: en el 2023 ha pagado 2.108 millones de euros en impuestos, lo que supone un 35% de tipo efectivo, cuando en la mayoría de empresas y sectores se paga un 25%. Sobre el ejercicio de 2022, en 2023 el conjunto de los bancos pagaron 1.263 millones. Se prevé que en 2024 liquiden más o menos lo mismo. Teniendo en cuenta los resultados, esto supondría un ínfimo 4% sobre el conjunto de sus beneficios.

Y lo cierto es que con ganancias de 26.000 millones cuesta mucho hacerse entender. El nuevo ministro de Economía, Carlos Cuerpo, lo demostraba en una entrevista en El Periódico de España publicada ayer mismo: "Hay un elemento que ha quedado muy claro y es que el gravamen ha sido compatible con los mejores resultados de la historia del sector; no ha supuesto lo que se auguraba que sería un elemento perjudicial para el sector". Cuerpo pertenece al ala más liberal y business friendly del gobierno español; más dura fue la vicepresidenta Yolanda Díaz, insistiendo en que quiere hacer "permanente" un impuesto que en principio sólo debía durar dos años. "Ante beneficios extraordinarios, impuestos extraordinarios", reiteraba.

Un sector todavía mal visto

La lluvia de ganancias llega en un contexto convulso. Tras la pandemia del cóvid-19, se ha vivido una crisis energética y de precios sin apenas precedentes con unas consecuencias, como es la pérdida de poder adquisitivo de gran parte de la población, que todavía hoy se arrastran. Que a la banca las cosas le vayan bien cuesta digerir, especialmente cuando la principal explicación a la mejora de ingresos y beneficios está en la abrupta subida de tipos dictada por el BCE durante el año 2022 para hacer frente a la inflación. Esto ha encarecido los préstamos de empresas y familias y ha debilitado el consumo y el conjunto de la economía.

Entre los reproches que se hacen a la banca –a menudo sin demasiada justificación– se encuentra la baja remuneración de los depósitos de los clientes, que no creció con la fuerza y ​​contundencia con que lo han hecho las hipotecas. "Si en un restaurante no tienes clientes, no preparas comida", se justificaba esta misma semana la presidenta del Banco Santander, Ana Botín.

Con todo, los grandes banqueros españoles se sienten en el punto de mira. "Debemos dejar de ver mal que las empresas ganen dinero", pedía el presidente del BBVA, Carlos Torres. También Botín defendía el papel de los bancos, pero sin citarlos: “El crecimiento [económico] viene sobre todo del sector privado y todavía crecemos poco”. El propio Goirigolzarri explicaba que la gran diferencia que ha habido entre la gestión de la Gran Recesión (2008-2012) y la situación que estalló con el cóvido y la posterior crisis de precios es que "el sistema financiero ha pasado de ser débil a ser fuerte y esto tiene una repercusión en la sociedad".

Ione Belarra, líder de Podemos, dejaba claro el martes que la formación lila no tiene ninguna intención de rebajar el tono con un sector que ya no protagoniza escándalos y no tuvo inconveniente en tachar a los bancos de "usureros".

Incomprendidos en bolsa

Sin embargo, este momento dulce no tiene continuidad en la bolsa. Los inversores siguen ignorando las ganancias milmillonarias de las entidades españolas y la mejora de rentabilidad sobre el capital de la mayoría de entidades, que ronda el 15% (excepto en el caso del Banco Sabadell, que es del 11,6%) , un dato muy superior al escaso 5% e incluso menos de hace pocos años.

Pero, aun así, el precio de la acción de los bancos no remonta. El Banco Santander rozó los 14 euros por título en su día; hoy no llega a 4. El Sabadell había estado a más de 8 y hoy no llega a los 2. El BBVA ha conocido un tiempo con la acción a 17 euros y ahora roza la mitad de esa cifra. A raíz de la crisis financiera del 2008 se tambaleó el rendimiento de la bolsa española, en particular en sectores como la banca. Hoy algunos analistas apuntan a que su cotización sigue siendo barata (una fórmula es observar la diferencia entre lo que cotizan en bolsa y lo que se llama valor en libros, los activos totales menos pasivos). César González-Bueno, consejero delegado del Sabadell, se mostraba resignado y ofrecía una tesis: "Los bancos tienen hoy cotizaciones demasiado bajas e históricamente las tenían demasiado altas".

Más ganancias, pero menos actividad

La mala noticia común a todas las presentaciones de resultados de esta semana ha sido las dificultades de los bancos para realizar nuevos créditos. La subida de tipos ha hecho que rentabilicen más los que ya tienen, pero la sacudida es evidente y se notará de cara al futuro. Un ejemplo claro lo dio el Banc Sabadell, donde cayeron un 34% las hipotecas firmadas. La bajada es una consecuencia directa del encarecimiento de los préstamos propiciado por el BCE con la subida de tipos.

Un importante directivo español explicaba al ARA que la subida de tipos y la histórica desconfianza hacia la banca también se han notado en un repunte de los créditos informales entre familiares o amigos. "En vez de pedirlo al banco, lo pides a la familia, y entre todos te dejan el dinero que necesitas para un piso, y lo van pagando a lo largo de los años", explicaba esta fuente. Interrogados por este fenómeno, tanto González-Bueno como otros directivos de la entidad catalana con sede en Alicante afirmaban desconocerlo completamente.

La caída de tipos que se avecina

El reverso de esta situación es que la época de tipos al 4,5% termina. Todas las miradas están puestas en el BCE y sus movimientos; el Banco de España ya ha señalado que en enero se dieron los primeros bajones de las hipotecas (sólo en los casos de las variables que se revisan cada seis meses). Además, la perspectiva es que en torno al verano lleguen las esperadas bajadas de tipos, que servirán para aliviar a las familias endeudadas y para impulsar el consumo y, por tanto, los nuevos préstamos.

Esto tiene una parte mala para los bancos –sus préstamos serán menos rentables– y una buena –la demanda de crédito crecerá–. Como un verdadero judoka, Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, se apresuró a ver la cara positiva de la situación y dijo que la bajada de tipos es "magnífica, una extraordinaria noticia" porque impulsará la economía, reactivará el consumo y marcará el principio del fin de la época de alta inflación.

Quizá por eso los bancos están convencidos de que el 2024 será aún mejor que su mejor año de siempre, y algunos incluso pusieron cifra: el Santander aspira a alcanzar 12.000 millones de euros en ganancias durante este ejercicio .

Las sedes de los bancos catalanes

La primera semana de octubre de 2017, y empujados por una dura campaña instigada por el gobierno central, entonces en manos del PP, en la que también participó la Zarzuela, el Sabadell y CaixaBank se llevaron sus sedes sociales a Alicante y Valencia, respectivamente. Aquello tuvo un impacto reputacional en la economía catalana y sirvió de ejemplo a miles de compañías que tomaron el mismo camino.

Desde aquel 2017, los diferentes presidentes y consejeros delegados de CaixaBank y del Banc Sabadell se han tenido que acostumbrar a responder de diferentes maneras a la pregunta de si piensan devolver la sede a Cataluña una vez la tensión política se ha ido disipando. Durante años habían logrado transmitir el mensaje de que su presencia en la Comunidad Valenciana es definitiva y de que no se plantean ningún retorno. Pero la situación ha cambiado este año.

El jueves, en Sant Cugat, César González-Bueno se enredó con las palabras y manifestó que "ha habido muchas conversaciones" al respecto. Tras intentar aclarar que las conversaciones habían sido cosa de la prensa, cometió un segundo error circunscribiendo la cuestión a un marco temporal: "No es el momento oportuno para hacer comentario alguno; no es el momento procesal", dijo. Esto provocó un alud de preguntas que también sufrió CaixaBank al día siguiente. Aunque las fuentes consultadas por el ARA aseguran que no hay conversaciones de alto nivel para hacer posible este retorno, lo cierto es que los dos históricos bancos catalanes se han encontrado con un tema que les incomoda: que se vuelve a hablar de que hace seis años sacaron la sede social de Catalunya.

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