Industria

La reindustrialización más allá de Nissan: ¿qué se ha hecho con las fábricas que han cerrado?

Hay plantas históricas que han ido cerrando por todo el territorio y quedan pendientes de atraer nuevos proyectos

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La planta de Mahle en Vilanova y la Geltrú

BarcelonaA mediados del 2020, la industria catalana vivía uno de sus peores descalabros: Nissan anunciaba el despido de 3.000 trabajadores y el cierre de sus plantas después de 40 años en Cataluña. El serial, que ha ocupado páginas y páginas hasta la fecha, no ha terminado: tres años después hay un millar de trabajadores pendientes de recolocar.

Pero Nissan no ha sido un caso único. En los últimos cinco años, media docena de compañías han decidido también cerrar sus plantas industriales en todo el país, algunas de ellas sin la misma suerte que han vivido las instalaciones que ocupaba la compañía nipona, porque no se ha encontrado relieve industrial para dar una nueva vida a sus líneas de producción.

Todo ello en un momento en que la política industrial vuelve a estar de moda. Si bien Nissan hizo saltar las alarmas en Cataluña, la pandemia y la guerra de Ucrania esparcieron la preocupación a nivel europeo: faltaban bienes básicos y se producían cuellos de botella que hacían parar líneas de producción de nuestras fábricas. Era hora de la autonomía estratégica, el entierro definitivo de los preceptos de Gary Becker. Un debate especialmente importante en nuestro país, teniendo en cuenta que la población ocupada en el sector industrial catalán representa actualmente el 17,1% del total.

2020, el año negro

En plena pandemia fueron varias las compañías que anunciaron expedientes de ocupación y cierre de plantas. La compañía Nobel Plastiques, dedicada a los conductos de plásticos para fluidos para distintos fabricantes de vehículos, anunciaba el cierre de una planta de 200 trabajadores en Sant Joan Despí. Meses más tarde Robert Bosch cerraba en Castellet i la Gornal, y en 2021 hacía lo mismo con la planta en Lliçà d'Amunt.

Ese mismo año, el fabricante de neumáticos y componentes de vehículos Continental llegaba a un acuerdo con los trabajadores para cerrar su planta de Rubí, de 750 trabajadores. La operación se enmarcaba en el proceso de reestructuración de la compañía a nivel mundial. En L'Arboç, a mediados del 2020 recibían la noticia del cierre de la planta de Saint Gobain, con el despido de 122 empleados. El motivo era el fin de la vida útil del horno que utilizaba para fabricar vidrio para el sector de automoción. Meses después era el turno de TE Connectivity: la dirección hacía saber al comité de empresa el cierre de la planta de Montcada i Reixac, con el despido de 248 trabajadores.

Un año más tarde Sandoz, la división de genéricos y biosimilares del Grupo Novartis, anunciaba el cierre de sus instalaciones en Les Franqueses, que se materializará en 2024, con 170 trabajadores afectados. Todas ellas seguían los pasos de General Cable, que en 2019 comunicó su intención de cerrar las plantas de Manlleu y Montcada i Reixac, con cerca de 600 trabajadores.

Las reindustrializaciones pendientes

También hay casos de empresas que han podido recolocar a parte de la plantilla, el último caso es el del proveedor automovilístico Mahle, una planta de Vilanova y la Geltrú que cerró a principios del 2022; la semana pasada se llegó a un acuerdo con la empresa de equipos y maquinaria de fabricación electrónica MSTECH Europe, que la reindustrializará con una inversión de seis millones de euros.

Entre los casos de éxito también está Valeo, que cerró el 2017 su planta de Martorelles, gracias a que la compañía Class Plastics de Rubí, dedicada a la inyección de plásticos, se trasladó con la incorporación de 80 de los 200 trabajadores de Valeo. En 2021 entró en un concurso de acreedores y TAG Automotive se quedó la planta hasta hoy en día.

Las plantas de Robert Bosch también atrajeron a nuevos inversores: la compañía GSR, del sector del reciclaje, ocupó las instalaciones de Castellet i la Gornal con la reincorporación de 60 de los 200 trabajadores con Robert Bosch, con un plan inversor de 100 millones de euros. En el caso de Lliçà d'Amunt, cerrada en el 2021, el grupo francés Barat Alte, que hace lavados de trenes, se instaló con el compromiso de recolocar a 60 trabajadores a finales del 2024. Hasta ahora han entrado. 34.

Las plantas de General Cable se quedaron a medio reindustrializar: la de Montcada se la quedó una empresa logística, con algunos trabajadores incluidos, y la de Manlleu no se ha reindustrializado. Un grupo de sus ex trabajadores están recolocados trabajando en Vic. Otro caso es Delphi: cerrada en 2016, ha acogido en sus instalaciones cuatro empresas con la recolocación de la mitad de la plantilla, 200 personas.

Peor suerte vivieron TE Connectivity, Nobel Plastiques, Lear y Continental. Algunos de sus trabajadores se han recolocado con la ayuda de la Generalitat, y las plantas han recibido el interés de empresas por instalarse, pero en ninguna de ellas se ha acabado materializando. De momento queda pendiente de reabrir las plantas de Sandoz.

El suelo industrial, un factor más

En estos procesos juega un papel clave el Govern. "Lo que hace la Generalitat es un trabajo de bisturí; la dirección general de Industria identifica posibles intereses de empresas internacionales y también de nacionales a través de las oficinas de Acción en el exterior", explica al ARA el director general de Amec, Joan Tristán. "En la reindustrialización el punto crítico no es el suelo industrial. El problema es otro, las personas. Las empresas de hoy del sector industrial dicen que no encuentran nada", añade Tristán.

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