El futuro del negocio de las vacaciones

La revolución pendiente del sector turístico

La pandemia reaviva el debate sobre cómo reconvertir los diferentes modelos de negocio del sector

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Ambient en las calles de Lloret de Mar

Barcelona“Es el sector que más sufre” por la pandemia. Así define el turismo en Catalunya Josep Maria Raya, profesor de Economía de la UPF especializado en este sector. Con un peso aproximado del 17% del PIB catalán, la industria turística afronta un segundo año de pandemia con perspectivas, en general, poco alentadoras. La llegada de visitantes extranjeros se encuentra bajo mínimos, las restricciones siguen en gran parte activas y con la quinta ola de contagios han devuelto los toques de queda a muchos municipios donde los turistas son fuente de ingresos básica.

Las previsiones auguran que hasta 2024 el turismo no se normalizará del todo a escala mundial. No obstante, en Catalunya la industria no estaba preparada para un segundo verano en blanco, después de 2020. “El sector pensaba que a partir de Navidad se reactivaría”, comenta Raya. “Pocos prepararon un plan B”, comenta Jordi Tresserras Juan, profesor de la UB experto en turismo y gestión cultural: “El verano pasado ya fuimos un poco ingenuos y salimos de un confinamiento estricto al desmadre”, recuerda, lo que pasó factura en pocos meses. 

Aun así, el economista Miquel Puig está convencido de que el turismo seguirá yendo a más. “La gente quiere viajar, y cada año en el mundo salen centenares de miles de personas de la pobreza, sobre todo en Asia, por eso el turismo va a más”, razona. La cuestión, sin embargo, es cómo hacer que esto no implique ir a peor. Los retos son muchos y Tresserras recuerda que el sector es “enorme” y muy diverso, de forma que estos retos varían en función de hacia dónde se mire.

Sol y playa

Dos años con los establecimientos vacíos y ninguna planificación

El turismo de costa, llamado a menudo de sol y playa, es uno de los pilares del sector en Catalunya. Este turismo era la principal fuente de llegada de extranjeros, especialmente europeos, y es precisamente esto lo que más lo ha castigado en los últimos dos años: la pandemia ha restringido mucho los viajes internacionales, incluso dentro de la UE. “El turismo de sol y playa ha cambiado totalmente” con el covid, dice Tresserras. Este es un modelo satanizado desde hace años por algunos expertos, que consideran que es un factor de precarización del mercado laboral, puesto que ofrece muchos contratos temporales con trabajos poco cualificados y, por lo tanto, con sueldos bajos. 

A pesar de esto, Raya es optimista respecto al futuro. “Es un turismo que no tiene por qué sufrir tanto” a medida que se reactive el sector, puesto que “la gente joven seguro que se animará a viajar”. Además, este experto opina que “se irá replanteando de manera natural”, puesto que las administraciones se han dado cuenta que “no pueden depender de él” y los empresarios han sufrido en primera línea el impacto de la pandemia. “Se reconducirá –insiste–. No era fácil en 2019, porque no se veía el riesgo, pero ahora ven que los ingresos han bajado”.

En cualquier caso, la mayoría del sector turístico de la costa no ha hecho muchas inversiones ni se ha readaptado a la pandemia. Tresserras lamenta la “falta de previsión” por parte de muchas empresas y de las administraciones: “La gente ha abierto y pensaba que ya había pasado”.

Turismo de congresos y negocios

Perspectivas complicadas en la época del teletrabajo

“El turismo de congresos es el que más sufrirá”, asegura Raya, que cree que, a pesar de que “se continuarán haciendo”, los grandes acontecimientos de negocios perderán peso, un hecho negativo no solo para Barcelona, sino para otras poblaciones, como Sitges o Salou, que también viven de ello.

“Las grandes experiencias se harán”, dice Raya, en referencia a congresos como el Mobile World Congress, “pero las más pequeñas no”, como por ejemplo convenciones científicas, que acostumbran a ser de dimensiones más reducidas. “El teletrabajo ha venido para quedarse”, remacha Tresserras, lo que también afectará a los viajes de negocios: las reuniones que antes eran presenciales y requerían desplazamientos entre ciudades hoy se resuelven con una videollamada.

El interior de Catalunya

El gran beneficiado gracias a los visitantes nacionales

El sector turístico de las comarcas interiores de Catalunya ha sido el gran beneficiado de la pandemia por razones evidentes: está cerca, no está masificado y ofrece más experiencias que el turismo de costa. “El turismo urbano daba más miedo”, razona Tresserras, mientras que las comarcas de interior ofrecen “espacios abiertos” más protegidos del covid. El año pasado la ocupación rozó el 100% durante la temporada alta en muchos establecimientos de turismo rural del país, y en el Pirineo, más dependiente de la temporada de esquí, el verano también fue muy positivo.

“Internamente hemos redescubierto” el turismo rural y “algunos lo han cogido por siempre jamás”, asegura Raya, que destaca que este incremento de visitantes a las zonas interiores de Catalunya permitirá “desestacionalizar” algunos destinos. Puig ve otro factor positivo: para muchas comarcas del interior, el turismo ofrece una de las pocas oportunidades para generar riqueza. 

Ahora bien, Tresserras recuerda que “no todos los territorios tienen la misma capacidad de carga” de visitantes y este auge del turismo interno ha tenido inconvenientes, puesto que “algunas zonas se sobresaturaron”, como por ejemplo áreas del delta del Ebre y varios destinos de escalada.

Cambio climático

Un elemento de incertidumbre muy a menudo ignorado

A pesar de ser un elemento de debate a nivel global, a pequeña escala el turismo catalán no se plantea el impacto que puede tener en pocos años el cambio climático. Y en un país que atrae visitantes sobre todo gracias al buen tiempo y que fomenta el turismo interior en espacios naturales, la sostenibilidad del sector y su adaptación a nuevas pautas climáticas puede ser clave para la supervivencia. 

Los efectos del cambio climático, de hecho, ya se están notando, especialmente en las “temperaturas más altas”, recuerda Tresserras. Esta subida puede influir en el turismo de invierno del Pirineo: hay que recordar que la Generalitat y el Estado quieren celebrar unos juegos olímpicos de invierno en Catalunya en 2030. Así mismo, los incendios también pueden ir a más y las autoridades se pueden ver forzadas a “cerrar espacios naturales” al público.

El litoral tampoco se salvará del cambio climático, puesto que se verá afectado cada vez más por temporales mucho más fuertes que las típicas tormentas de levante mediterráneas, como por ejemplo el Gloria. De hecho, los establecimientos comerciales más afectados por los temporales tendrán costes más altos. A raíz del Gloria, los “seguros han cambiado en la primera línea de costa”, comenta Tresserras.

Una de las preocupaciones del sector es el aumento del precio de los combustibles, que no solo afectan el transporte por carretera –del que depende la llegada de muchos visitantes españoles y europeos– sino sobre todo el transporte aéreo y los cruceros. No obstante, Raya afirma que “no parece que haya expectativas de que caiga la demanda turística” si los precios se mantienen altos. 

¿Cambio de modelo?

El sector todavía no ha elaborado una hoja de ruta para el futuro

Además de todas las sacudidas que ha generado la pandemia, el gran problema es que el frente más grande que tiene abierto el sector lo arrastra de hace tiempo, y no se sabe si la crisis asociada al covid ayudará a resolverlo. “En España, cuanto más especializada en turismo está una comarca, provincia o comunidad autónoma, más pobre es”, sintetiza Puig. Pone Lloret de Mar, que tiene la renta per capita más baja de Catalunya, como ejemplo paradigmático. 

Su lectura es que nos hemos especializado en un turismo fácil y barato que ocupa mano de obra poco cualificada y donde se generan dinámicas en que lo que se estilan son los pagos en B. En resumen, su diagnosis es que en el sector falta que los empresarios hagan más beneficios, paguen más impuestos y retribuyan mejor a los trabajadores. 

¿Cómo? “Dependerá de lo que hacemos nosotros –responde Puig–: si gana la derecha, se construye mucho y el sector se hace más grande, la renta per cápita será más baja; si triunfa el proteccionismo [se restringe el número de turistas y, por lo tanto, sube el valor del destino], los trabajadores estarán en una posición mejor, los empresarios ganarán más y se les podrán poner más impuestos”.  

Al final, coincide Raya, el país tiene que decidir “qué modelo” quiere y “si hace falta una dependencia tan grande del sector turístico”: “No sé si necesitamos tanta oferta. Están desapareciendo hoteles y apartamentos turísticos”, dice este profesor. “No se trata de renunciar”, pero sí de reducir el peso dentro de la economía catalana, comenta. 

Este experto habla de dos vías alternativas para mejorar el sector. Por un lado, destaca que “lo que más reavivará será el turismo de lujo” o un tipo de turismo “más experiencial” y que permita a los visitantes “hacer cosas que no hace nadie”. Por el otro, hace falta más digitalización, un aspecto en el que la industria turística catalana no ha “avanzado lo suficiente”. Raya dice que parte del sector a escala internacional trabaja para “virtualizar algunos productos turísticos”. Su apuesta es avanzar hacia un “turismo más próximo al turista”, que “conozca más” al visitante, más basado en “big data y redes sociales” y “más sostenible y menos masivo”. 

Es una conclusión a la que gran parte de las administraciones han llegado desde hace años, pero nunca se ha llegado a concretar. “Es un sector complicado” y “poco articulado”, recuerda Tresseras, que cree que se tiene que “estructurar una hoja de ruta común” y “trabajar en escenarios”. “No se trata de ser alarmistas. La gente se lamenta, pero si después no hace nada...”

El turismo en Catalunya, en cifras
  • 17% El turismo tiene un peso aproximado del 17% del producto interior bruto catalán, que al acabar el año de la pandemia, se situaba en los 224.000 millones de euros.
  • -90% Los visitantes extranjeros que han visitado Barcelona este primer semestre han gastado un 90% menos que en el mismo periodo de 2019, antes de la pandemia.
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