El gran viaje por la Cataluña gastronómica

La tradición también alimenta la salud: el valor nutricional de la cocina catalana

Más allá de la memoria y la identidad, la cocina catalana tradicional es un modelo de alimentación saludable, sostenible y arraigado en los valores de la dieta mediterránea.

05/12/2025
3 min

Una escudilla que hierve a fuego lento, un sofrito que perfuma la cocina o una ensalada hecha con productos de temporada. Más allá de ser cultura e identidad, la cocina catalana es saludable: equilibrada, variada y arraigada en los principios de la dieta mediterránea. "Es muy completa, porque combina verduras, legumbres, cereales, pescado, carne y aceite de oliva", explica al ARA Mar Gassó, dietista y nutricionista en el Bcn Diabetes & Endocrine Institute (IBADE).

Según Gassó, la gastronomía catalana es, en esencia, una cocina saludable. "Tiene una base claramente mediterránea, con una gran presencia de alimentos de origen vegetal –verduras, frutas, legumbres, cereales integrales y frutos secos– y con el aceite de oliva virgen extra como protagonista", detalla. También destaca la combinación equilibrada de proteínas vegetales y animales, la incorporación habitual de pescado azul y marisco, y el uso de técnicas como el sofrito, el cocido o la plancha, que ayudan a preservar los nutrientes. "Es una cocina que entiende las comidas en compañía, con tiempo, tanto para cocinar como en la mesa, lo que favorece una relación más consciente y saludable con la alimentación", añade.

Ahora bien, como cualquier modelo alimenticio, también tiene puntos débiles. "El consumo frecuente de carnes grasas o embutidos, el elevado contenido de sal en algunas elaboraciones y la tendencia a reducir el tiempo que dedicamos a cocinar oa comprar producto fresco pueden restar calidad nutricional", alerta Gassó. Además, recuerda que algunos platos festivos o de subsistencia, como guisos y asados, pueden ser demasiado calóricos para los estilos de vida actuales, más sedentarios. El reto, por tanto, es saber adaptar la cocina de siempre a los tiempos de ahora sin perder su esencia.

Recuperar este legado culinario significa también recuperar valores que hoy son claves para una alimentación saludable y sostenible. Quiere decir dedicar tiempo a cocinar, a sentarse en la mesa, a compartir comidas ya disfrutar de forma consciente. "En definitiva –resume la nutricionista–, alimentarnos bien es también cuidarnos, cuidar a los demás y cuidar el entorno", reflexiona.

Una cocina mediterránea y con valores

La gastronomía catalana encaja de forma natural con la dieta mediterránea. Al menos, siempre que se mantenga su esencia. Para la experta, el ritmo de vida actual y la irrupción de los ultraprocesados ​​amenazan ese equilibrio. "Muchas veces creemos que estamos protegidos por el paraguas de la dieta mediterránea, pero nuestros hábitos se alejan cada vez más" alerta. Almuerzo en diez minutos entre dos reuniones, reinterpretar platos tradicionales añadiendo grasas, sal o azúcar en exceso, o sustituir los alimentos frescos por opciones rápidas e industriales hace que el valor nutritivo original se desvanezca.

Este progresivo alejamiento de la cocina tradicional no sólo implica una pérdida nutricional, sino también una desconexión cultural y emocional con lo que comemos. Toni Massanés, director de la Fundación Alícia, defiende precisamente la cocina tradicional como una herramienta poderosa para revertir esta tendencia. En un momento en que el acto de comida se ha ido desvinculando del territorio, de las estaciones y del tiempo compartido, Massanés reivindica una cocina "que tiene sentido, que nos representa y cuida". Reconectar, dice, es también una manera de volver a poner a las personas –y no sólo a los productos– en el centro del sistema alimentario.

En definitiva, preservar y adaptar la cocina catalana tradicional no es sólo una cuestión de gusto o nostalgia: es una apuesta por una alimentación más arraigada, consciente y humana. Para Massanés, volver a los fogones es volver al sentido común alimenticio: cocinar con lo que tenemos cerca, comer con tiempo y poner en valor el producto humilde. "La cocina es conocimiento colectivo acumulado que puede ayudarnos a comer mejor hoy", defiende. Y, sobre todo, es una forma de cuidar el territorio, las personas con las que compartimos mesa y nosotros mismos.

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