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Aplicaciones para ligar: a más años, menos probabilidades de éxito

Un estudio demuestra que a partir de los treinta años los usuarios tienen menos probabilidades de realizar 'match' en comparación con los más jóvenes

Un señor y una señora en una aplicación de citas
Joana Justícia
10/11/2024
6 min

BarcelonaSólo necesitas diez minutos para encontrar el amor. O esto hace creer la aplicación de citas Tinder. Pero, ¿y si resulta que el arco de Cupido no es tan aleatorio como creemos? Además, ir rápido no significa acertarla. Sin embargo, hay usuarios como Sandra, de 55 años (que prefiere utilizar este nombre ficticio), que cuando hacen match, enseguida miran si la cosa funciona para quedar: “Los de mi generación vamos deprisa, porque están tan ocupados y tenemos tantas historias entre los hijos, el trabajo…que es mejor vernos y, si no interesa, no ocurre nada”, dice. Éste también es el caso de Mercè S., de 64 años, que tuvo una cita a través de la aplicación catalana 2son2: “Él me decía que si le pasaba mi número me enviaría una foto suya, pero pensé que mejor quedábamos y nos conocíamos”, explica.

Estos casos son representativos de cómo la generación boomer utiliza las aplicaciones de citas. Pero la rapidez para quedar no significa quemar relaciones con una noche y al contrario, más bien es un intento de asegurarse de que la persona vale la pena. Los datos refuerzan esta idea: sólo el 13% de los usuarios españoles de las aplicaciones de citas buscan un encuentro espontáneo, tal y como apunta el informe Year in Swipe 2023 elaborado por Tinder.

Ahora bien, aquellos que enseguida quedan por verse, ya sea por hacer una bebida, ir al cine o dar un paseo no saben que pasar poco tiempo en la aplicación les juega en contra y que eso no sólo afecta a los boomeros sino también a los millennials. El reciente estudio de la UOC Edatismo digital en las apps de citas ha abordado esta cuestión y ha sacado las siguientes conclusiones: los algoritmos de Tinder favorecen el edadismo, es decir, la discriminación por edad, y lo hacen de dos formas. Por un lado, los mayores de treinta años aparecen menos porque no tienen tanta actividad como los perfiles más jóvenes y se les cobra más si quieren una suscripción, que incluye ventajas como ocultar la edad o hacer más "Me gusta" durante el día. Esta investigación nace del grupo de investigación Communication Networks and Social Change (CNSC), del IN3 de la Universidad Abierta de Cataluña. Andrea Rosales es miembro, junto con Juan Linares-Lanzman, y explica que, aunque hace tiempo que se ha extendido la idea de la discriminación racista y sexista de la inteligencia artificial, “se habla poco de lo impacto de los sesgos de edad de la IA en la sociedad”.

Una discriminación invisible

¿Pero cómo perciben el edadismo los usuarios de las aplicaciones de citas? “Yo me siento joven porque veo a gente de mi edad que está como yo”, dice Sandra. Neus S. también lo ve así: “Cuando veo tantos perfiles pienso: "¡Ostras, si que hay gente como yo!".

Sin embargo, Rosales señala que es necesario diferenciar entre los sesgos explícitos e implícitos. “Publicar la edad y escoger el rango con quien quieres hacer match, ya es un sesgo edadista explícito que refuerza prácticas arraigadas en la cultura porque estás juzgando a la persona por cómo crees que debería ser según la edad”. Por su parte, la socióloga Gisela Solés, apunta lo siguiente: “Lo que no sabemos es qué prioridad da a la hora de mostrar nuestro perfil, lo que afecta a las posibilidades de hacer match”. Así, la recogida de datos de la UOC apunta a que Tinder favorece a los menores de treinta años porque invierten más tiempo y, además, si son atractivos reciben más "Me gusta" y, por tanto, tienen más visibilidad en la aplicación. Es decir, les benefician aspectos más superficiales, no tanto compartir gustos u objetivos vitales, como formar una relación a largo plazo. Solés cree que los baremos deberían depender del usuario, como "tener el perfil completo, entrar regularmente y actualizarlo".

Un sesgo económico

Tinder es propiedad de Match Group, la compañía estadounidense que también controla los aplios OkCupid y Meetic, y como empresa que ofrece un servicio gratuito ha encontrado una estrategia. "Como los jóvenes son consumidores fieles, ofrece una cuota más alta a los adultos que quieren pagar por mejorar la experiencia", dice la socióloga. Para confirmar todo ello, este diario ha creado perfiles de Tinder de diferentes edades y géneros (borrados inmediatamente) y ha observado que cuando se inicia la compra de una tarifa, no se informa si el precio varía en función del edad. En el web tampoco existe ninguna referencia. Actualmente, la franja de edad en la que la tarifa mínima, la llamada Tinder+, es más cara es entre los 28 y los 30 años, que vale 10,99 €. Pero a lo sumo, hay tres euros de diferencia entre la cuota mínima y la máxima, pero ni el sesgo de edad ni el de género cumplen con el informe que resolvía este mes de marzo la Comisión Europea, que declaraba que Tinder había de informar por adelantado a los consumidores cuando utilizaran descuentos personalizados. Todo viene a raíz de una investigación en la que se averiguó que el aplique cobraba el doble a los mayores de 29 años.

Hemos trasladado estas observaciones a Tinder y un portavoz de la empresa dice: “El sistema automático que tiene el aplique para las diferentes ofertas y el precio de las suscripciones se basa en la actividad previa de las cuentas, incluyendo cuánto tiempo l han tenido activo, las compras que han realizado con anterioridad y su participación en diferentes ofertas” y añade que “estas decisiones automáticas no se basan en información sensible ni demográfica, como la edad, el sexo o la orientación sexual”.

La usuaria de Tinder entrevistada no sabía que las suscripciones pueden variar en función del tiempo de uso. Como apunta el informe europeo, la personalización de precios está permitida, pero sólo si la empresa es clara con respecto a los clientes para que decidan con "conocimiento de causa".

¿Por qué pagamos por encontrar el amor?

Aparte de Tinder, existen aplios para todos los gustos y cada vez más específicas. Incluso existe Bristlr, por aquellos que les gustan las barbas. Pero el auge de estas aplicaciones ha llevado a la normalización de pagar por encontrar el amor: “Compre una cuota trimestral por treinta euros, aunque no me gustaba el concepto de pagar. Pensaba que así eliminaba a los cotillas, ya que, si pagas, a veces manifiestas un interés más concreto”, valora la Mercè S.

La socióloga consultada explica que esta idea es una percepción de valor: “Es como con las mutuas, que se cree que ahí el servicio será más rápido. Por mucho que pagues a las aplies, aceptas el rastreo de tu información para realizar estadísticas. Pagar sólo significa marcar un nivel económico”, destaca.

Pese a los obstáculos, los datos del 2023 confirman que el uso de las aplicaciones de citas es muy común: 4 millones de personas en España acceden a webs y aplicaciones de citas cada mes, según el último análisis de GfK DAM, medidor oficial de las audiencias digitales españolas.

¿Cuál es la clave del éxito y, especialmente, entre los mayores de treinta años? Los usuarios consultados dicen que a medida que te haces mayor, las opciones de socialización se reducen, especialmente entre las mujeres, como explica Mercè S. “Se dice que las mujeres mayores son invisibles, y es cierto, porque de joven ni me' lo planteaba, pero una vez separada y ya jubilada me parecía imposible conocer a alguien”. Otros usuarios destacan la comodidad que suponen estas plataformas: “Agencias matrimoniales ha habido siempre, pero ahora es mucho más fácil si puedes buscar a alguien sin salir de casa”, dice Lluís.

En definitiva, las aplicaciones de citas son un reflejo de una discriminación que todavía está presente en la sociedad: “Cuando tienes sesenta años y estás buscando trabajo, ya vives una discriminación por edad y eso también podemos trasladarlo a las aplis”, explica Solés. La experta en sociología añade que no sólo es necesario conocer estas discriminaciones, sino “favorecer reuniones sociales para conocer gente físicamente, ya que el gran problema de fondo es la inmediatez de este mundo hiperconectado en el que si te aburres y tienes diez minutos, se supone que puedes ligar”, concluye.

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